Sexo en la ciudad
Sex and the city fue una de las series televisivas más afamadas de inicios del presente siglo. Allí se retrataba al nuevo personaje de la sociedad cosmopolita: la mujer bella, exitosa; aquella que puede prescindir del hombre y que habla abiertamente del sexo como una de sus necesidades vitales. Los seguidores de la serie se contaban por miles, las feministas convirtieron a Carrie, Charlotte, Samantha y Miranda en sus iconos, y la academia, especialmente los seguidores de la teoría de género, hicieron del programa un referente obligatorio.
Casi un lustro después, podemos ver las cuitas de los cuatro personajes en formato gigante, tratando de resolver uno de los puntos que quedaron sueltos en la serie: el matrimonio de Carrie, la rubia aflautada de la serie, pero con un añadido: las chicas ya no son tan chicas sino cuarentonas que arañan la base cinco y que tienen que resolver, como toda mujer, irreverente cuando es joven , pero conservadora de adulta, un aspecto básico en sus vidas: quién se ocupará de ellas en su etapa otoñal.
Lo más resaltante en medio de esa frívola trama es el lujo y glamour que envuelve a toda la cinta que, de seguro, deslumbrará a los seguidores de esta serie. Después de eso, nada más.