Juegos Olímpicos
Tarea imposible, por lo visto, para este gigante que está creciendo a ritmos envidiables por todo el mundo (12 a 14% anual), pero a costa de sacrificar a su población obligándolos a sobrevivir en una de las zonas más contaminados del mundo, al extremo que ya se está haciendo común que la gente ande con mascarillas, pues según estudios de la propia OMS, la contaminación, por ejemplo, en Beijing o Pekín es cinco veces más alta que el límite recomendado. Quizá para la población China ese no sea un problema que, por otro lado, ya ha sido adiestrada por su gobierno totalitario para responder a preguntas que pueden resultar incómodas por los periodistas extranjeros, pero sí lo es para los visitantes y, fundamentalmente para las estrellas de las Olimpiadas: los atletas.
Me cuentan que muchos deportistas, o mejor dicho, delegaciones de atletas están entrenando actualmente en Japón o Corea del Sur, pues la estrategia viajar a China sólo para la competencia. ¿La razón? Sencillamente, la contaminación existentes alrededor de las villas olímpicas es para ellos veneno puro. Es más, varios atletas están desistiendo de participar en algunas competencias porque podría ser dañino para su salud, y el propio Comité Olímpico ya advirtió que disciplinas como la maratón y el triatlón podrían ser postergados si los niveles de contaminación son muy altos en los días programados para esos eventos.
Así están las cosas en el gigante asiático que no ha escatimado esfuerzos e inversiones para demostrarle al mundo que su bonanza les permite organizar estos juegos (sólo en su plan preventivo de contaminación, China
invirtió 17,000 millones de dólares, y el aeropuerto) ha costado la friolera de más de 3 billones de dólares ) que, por otro lado, les es sumamente estratégico, pues contribuiría al objetivo ir codeándose con el primer mundo. Sin embargo, a pesar de todo lo gastado, China no logrará su objetivo, en temas de contaminación y Derechos Humanos, sigue en la zaga.