Como ya es habitual cada vez que se acerca una celebración patria, el decano de la prensa nacional,
El Comercio, publicó el domingo pasado una encuesta donde, entre otras cosas, mide la identidad nacional; es decir, cómo nos vemos y sentimos. A diferencia de otros años, parece que nos queremos un poquito más, pues ante la pregunta
¿Está Ud. orgulloso de ser peruano?, hay un contundente 91% que responde afirmativamente.
La cifra de por sí parece alentadora, pues una abrumadora mayoría estaría entonando el
tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz, cifra que contrasta con la de años anteriores donde ese sentimiento no era tan fuerte; sin embargo, hay un problema: cuando a esa misma gente que saca pecho de su orgullo, se le pide razones, responde: por los recursos naturales, Machu Picchu, la comida, etc. ¿Y qué es lo que nos avergüenza? También abrumadoramente respondemos: los delincuentes, los corruptos, los profesores, los futbolistas, etc.
Curioso sentimiento el nuestro, pues queremos las cosas del país, no a las personas. Es decir, valoramos lo inerte y el pasado que, sospecho, conocemos poco, y no apreciamos a la gente, o, en todo caso, proyectamos en ellos aquello que nos atemoriza: la inseguridad, la violencia, la frustración, la ignorancia, y todo aquello que nos hace sentir, en el fondo, la permanente inestabilidad nacional.
A pesar de ello, ese abrumador orgullo, aunque sea a las piedras, es un avance que ojala se multiplique y alcance a la gente, a los peruanos y peruanas, a los que conviven con nosotros, y que son la única garantía, a través del reconocimiento y solidaridad que entablemos, que nos pueden garantizar construir una sociedad realmente expectante. Un buen motivo para ir preparándose a festejar nuestro aniversario patrio.