Montesinos: el rostro criollo del mal

Mi colega y amigo, Abelardo Sánchez León, ha dicho que después del 6 a 0 que Uruguay nos propinó en las eliminatorias al Mundial, el alegato de Vladimiro Montesinos defendiéndose y exculpando a Fujimori, ha sido el espectáculo más vergonzoso de las últimas semanas. Espectáculo que, por cierto, creo que todo el país vio. Y no podía ser de otra manera, pues se le publicitó tanto que era imposible perderse el reencuentro de la dupla que nos gobernó por más de una década y que volverían a verse las caras, luego de ocho años.

El tema de Montesinos lo seguí, sociológicamente hablando, con el libro Los rostros criollos del mal, de Gonzalo Portocarrero que presenté hace unos años en la Sala Melgar de la UNSA y que luego me sirviera como ponencia en el IV Congreso Nacional de Sociología realizado en Huancayo. Al igual que Portocarrero y otros que se interesaron por el tema, me contagié por saber y adentrarme del mal que atraviesa y caracterizó a nuestra sociedad durante la década de los noventa: la corrupción. Dicho contagio era perfectamente explicable, pues recordemos que a principios del 2001, vivíamos un proceso electoral luego de haber logrado que la cleptocracia diera un paso al costado. Recordemos que no salíamos del asombro al comprobar que el gobierno fujimorista había embarrado al país mostrándonos la facilidad con que se pudo comprar, envilecer, corromper y manosear todas las instituciones del país. Recordemos que ningún gremio quedó inmune, pues empresarios, militares, congresistas, ministros, periodistas, animadores de televisión, cantantes e incluso miembros de la iglesia no escaparon de la política de las uñas largas con que Fujimori y en especial Montesinos los domesticó bajo el principio que todos ellos eran igual a él; es decir, buitres hambrientos de codicia

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El espectáculo que dieron el lunes pasado, día del reencuentro, nos volvió a mostrar a estos dos personajes que poco o nada han cambiado. Pues con su altanería y soberbia ambos mostraron el desprecio olímpico que aun le tienen a las instituciones, la Justicia, la opinión pública, la prensa, el Perú todo. ¿Porqué actuaron así? Creo que no sólo porque hay un gran e indisoluble pacto entre ellos, sino porque saben que las condiciones políticas del país poco o nada han cambiado, no sólo a nivel cultural, sino porque casi están seguros que las alianzas políticas que ya se pergeñan, les terminará favoreciendo.

Terrible futuro inmediato el que le depara al país, pues hay que reconocer que estos personajillos aciertan al auscultar que nada se ha progreso en la lucha contra uno de los grandes males de nuestra sociedad, la transgresión, y el goce casi libidinal que tenemos la gran mayoría de peruanos en practicarlo. Terrible futuro si no hacemos algo, y peor aun si es que esa tarea se la dejamos a los políticos.

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