Política local del año pasado
Pasadas las fiestas, es saludable hacer un alto y echar la mirada atrás para ver qué dejamos. Balance lo llaman algunos; recuento, otros. Lo importante es agilizar la memoria para que no nos sorprenda lo que se viene. De los varios recuentos que se han hecho, comparto con ustedes el que se hizo en el semanario El Búho, pues considero importante empezar con nuestra propia mirada. Luego les presentaré otros balances hechos desde la centralizada Lima. Empezaremos con el arqueo político a nivel local.
El crecimiento económico local, el anuncio de nuevas inversiones y el cambio de gobierno, auguraba el alivio de tensiones sociales, mejores formas de negociación entre autoridades y la población y cambios profundos en las administración local y regional. Pero la esperanza del cambio se fue desvaneciendo mensualmente.
Una de las acepciones de revolución refiere que es un cambio rápido y profundo. Los nuevos ángeles de la guarda de la ciudad, Simón Balbuena Marroquín y Juan Manuel Guillén, en sus primeros 100 días de gobierno (Búho 271), plantearon cambios profundos pero sus movimientos para ejecutarlos fueron lentos.
Esa primera semana de abril, Juan Manuel Guillén declaraba sin remilgos sentirse insatisfecho. No era para menos, sólo gastó 2 millones 262 mil soles de los 16 millones que le transfirieron para inversión, culminó su mentada reorganización sin grandes novedades y no terminaba de arreglar el desorden en casa que le había dejado su antecesor Daniel Vera Ballón.
Lo más rescatable de ese primer trimestre en la administración regional fue variar el plan presupuestal del 2007 otorgándole mayores recursos a las provincias.
En el otro lado de la ciudad, Simón Balbuena lanzaba el eslogan de su administración: “Recuperemos el tiempo perdido”, que sonaba más a una arenga personal que a sello de trabajo. La declaratoria de emergencia del transporte y la ubicación de una zona rosa, fueron una bombarda sin pólvora; y sólo se incluyeron siete obras nuevas en el presupuesto participativo. En esta temporada se inició la prolongada rehabilitación de la avenida Parra.
Por otro lado, a pesar de los cambios en las cabezas de las gerencias, la burocracia (de mil 200 trabajadores) le seguía sacando la lengua al veterano alcalde.
La población castigó la falta de claridad en las políticas de ambos gobernadores con bajos niveles de aprobación en las encuestas.
Sus primeros 100 días en el poder marcaron su trabajo a lo largo de los meses: procesos administrativos imperiosos pero excesivamente lentos y un plan de desarrollo que parece acomodarse al andar.
La mecederora
El decreto del 25 de enero que ordenaba la fusión del CND al Consejo de Ministros, no fue auspicioso. El diálogo entre los gobiernos locales y el gobierno nacional sufriría un revés. Jorge del Castillo se convertía en el único interlocutor válido en adelante.
El presidente del Consejo de Ministros vino cuatro veces durante el año. Vivaz, apagó el espíritu revolucionario de las autoridades con el poder engatusador de su palabra.
En mayo realizó su primera visita (Búho 277). Fue mediador entre Cerro Verde y el Comité de Lucha, el resultado: adelantar la plata del canon a los alcaldes para que la inviertan en la planta de tratamiento de aguas servidas, ningún compromiso de dinero del Ejecutivo para esta obra y un conveniente silencio en la negociación de un aporte extraordinario para la región (el famoso 10 %). El acta final fue firmada por el comité ante los flashes y la confusión general.
En su segunda visita (Búho 286) participó de una mesa de diálogo con los dirigentes del Frente Amplio Cívico de Arequipa (Faca). Sacó dos cartas de la manga: bajó el arancel del trigo y subvencionó en un sol los combustibles; sin embargo el pan nunca bajó de precio ni se percibió mayores cambios en el precio de la gasolina. Los resultados de las negociaciones sobre los pedidos regionales se limitaron a promesas para analizar el tema del gaseoducto y apoyo económico para algunas obras de infraestructura. Comprometió la visita de algunos ministros de varios sectores para concretar otros temas, pero nunca llegaron a tiempo.
Regresó en las fiestas de Arequipa (Búho 289). Se firmó un acta de acuerdos, calificada por Jorge del Castillo como un regalo para Arequipa. En el paquete venía el cronograma para Majes II (que ya fue variado), transferencia de Seal (aún en stand by) y presupuesto para descontaminación del Chili y mejoramiento de vías por la cercanía de la realización del Apec en la ciudad (recientemente aprobadas en Presupuesto General de La República 2008)
En su última visita (Búho 294) se limitó a hacer acto de presencia en la reunión que tenia pactada con los alcaldes distritales. Les tiró arroz y corrió a brindar con los empresarios mineros en la clausura de la XXVII Convención Minera.
En fin, estas idas y venidas demostraron que a pesar del poder de convocatoria que tienen las autoridades locales todavía adolecen de una capacidad efectiva de negociación. Hay mucho que aprender de las habilidades de Jorge del Castillo, en por de mejores resultados.
De las cenizas
Comenzando el mes patrio, el Faca se reconstituyó con nuevas voces (Búho 284). Pedían que el gobierno solucione su pliego de reclamos. Sobrepasaron la autoridad del presidente regional Juan Manuel Guillén (que ya había asegurado la visita del Jorge del Castillo para ver los puntos de reclamo) y adelantaron la fecha de huelga indefinida. Las autoridades, los colegios profesionales y diversos representantes de la sociedad civil rechazaron la medida y se formaron dos frentes.
Víctor Canales, cuestionado presidente de la Asociación de Pueblos Jóvenes, y Jorge del Carpio, presidente del Comité de lucha del Faca, emergieron como los más radicales.
La paralización se extendió por seis días. El Faca se partió, los dirigentes con más arraigo suspendieron la huelga para optar por el diálogo y los radicales se separaron y finalmente fueron expulsados.
Mientras las autoridades y los dirigentes del Faca se reunían, Jorge del Carpio y Víctor Canales gestaban una nueva agrupación. Con el tiempo fue bautizado como Movimiento Amplio Patriótico del Sur y promete dar pelea en el 2008.
El movimiento por ahora sigue convocando gente, a pesar de que Jorge del Carpio nunca dio explicaciones del porque se la pasó trabajando en su consultorio de gastroenterología durante los días de paro (Búho 286). En la mañana azuzaba a la masa y por la tarde se colocaba la bata blanca para practicar endoscopias por 150 soles. Sin embargo, pese a su radicalidad de pura boca, sigue reclutando adeptos.
El descontento popular no ha cesado. El año que viene sólo basta estar atentos para que la ciudad no vuelva a estar en jaque.