Día del Sociólogo
Hoy, 9 de diciembre, es Día del Sociólogo. Mi abrazo y saludo, fraternal y gremial, a todos los colegas; los nuestros, tanto locales como nacionales, y los de fuera. Todos, ya sea desde la investigación, docencia, trabajos en el ámbito púbico como privado, o incluso con labores desligadas de la carrera, vienen haciendo sociología y contribuyen a fortalecerla. Por tanto, !!Felíz día, colegas!!A la vez, siento la necesidad de compartir con ustedes algunas ideas ligadas tanto a nuestra Orden, como a nuestra profesión. Como institución, y mucho más como cabeza de la misma, no puedo dejar de recordar el pequeño programa de acciones que alentó nuestra postulación al cargo y que motivó la confianza de varios de nuestros colegas que con sus votos, nos colocaron en la dirigencia de nuestra Institución. Nos ha guiado el deseo de promover y cohesionar aun más nuestro Colegio, así como fortalecer los vínculos con la Colegiatura Nacional y relacionarnos con otras entidades similares. A la vez, nos hemos integrado con los estudiantes y egresados de sociología y publicado el boletín electrónico. Es decir, aunque aun no es tiempo, creemos que en algo hemos cumplido lo que hace un año prometimos. Hay algunos aspectos que están aun pendientes; por ejemplo, seguir equipando nuestro local, pero ojalá que en el tiempo que nos queda, lo hagamos.
Muy ligado a lo institucional, está lo científico y profesional que es, a la vez, el aspecto que más nos sigue preocupando ya que sólo desde allí se puede revitalizar la sociología como ciencia y como profesión. Hace un año, cuando asumimos el cargo, dijimos que sólo desde allí podremos revertir la idea que la sociología ya no tiene nada que decirle al mundo, que su discurso y, por tanto, su carácter científico está en una situación crepuscularia. De lo que se trata, pues, es trabajar para que la sociología recupere y refuerce su voz.
Siguiendo a algunos colegas que han reflexionado sobre el asunto, esa situación por la que atraviesa nuestra ciencia y profesión es producto de su transito por dos grandes períodos. Uno tiene que ver con sus grandes discursos: el de las fuerzas productivas y la lucha de clases, el de la extinción del sujeto para dar paso a la masificación, o la privatización de las formas de vida; es decir, toda una narrativa que nos ayudaba a comprender el llamado mundo moderno. De esa sociología grandilocuente, pasamos a una minimalista, como la etnometodología, la sociología de la vida cotidiana, la dramaturgia social, la microfísica del poder, la fenomenología de los actos; es decir, la narrativa que intenta ayudarnos a entender el mundo actual que muchos califican como postmoderno.
De las dos sociologías, hay que reconocer que en la primera siguen instalados nuestros clásicos. Allí está el marxismo, el funcionalismo, la teoría de sistemas, entre otros, que tienen jerarquía, duración y estatuto oficial en los textos canónicos de nuestra disciplina. La otra, aquella que coquetea con la posmodernidad, son muchas veces atractivas por su inmediatez, pero corren el riesgo de volverse tediosas y pedantes ya que pretenden reemplazar al cine, la novela y la televisión que abordan esas microsituaciones, en varias ocasiones, de mejor manera.
Como lo señala Brunner, allí parece estar la raíz de esta aparente falta de discurso de la sociología, pues ni sus grandes categorías sistemáticas, ni sus pequeños conceptos de interpretación de la vida cotidiana, parecen sostenerse en pie frente al embate, por ejemplo, del Banco Mundial, la novela contemporánea o una película de Josué Mendez. Pues sabemos que un informe de ese organismo internacional describe y analiza más fehacientemente los sistemas y proporciona, además, manuales para actuar sobre ellos. La novela, por su parte, representa más ricamente que la sociología los elementos de la vida interior y colectiva. En otras palabras, cualquiera de nosotros puede tener una mejor visión de la sociedad global o local, revisando cifras del BID o leyendo novelas de Bryce, Vargas Llosa, Kundera, etc. Es más, una película como Ciudad de Dios, o Días de Santiago pueden ser más contundentes que enseñar a los autores clásicos y contemporáneos de la disciplina.
Esto nos lleva a la necesaria conclusión que la gran sociología habla de hombres muertos; de actores que pertenecen a escenarios antiguos o que están dejando de tener presencia: el Estado, los partidos, las clases sociales, los sindicatos, las revoluciones. En cambio, prácticamente no se refiere a hombres vivos: los nuevos actores sociales, los migrantes, los empleados municipales, los obreros de Cerro Verde, Tongo, Néctar, los innovadores, los académicos, los pobres de hoy, los nuevos ricos, los enamorados, los resentidos, los jugadores irresponsables de fútbol, los enfermos de SIDA, los atormentados por la sequía, los emergentes grupos de poder, los movimientos regionales y un largo etc.
Queda un ambiguo territorio poblado por toda suerte de nuevos actores y “mediaciones” que, a fuerza de ser nombrados, tampoco logran ser explicados por la sociología; por ejemplo, la sociedad civil, los nuevos asociacionismos, las comunidades virtuales, la opinión pública, el espacio público mediático, las nueva dinámicas del mercado, los agentes del conocimiento, los consumidores, etc. Más bien la dificultad de aprehender lo contemporáneo con el lenguaje de la sociología vuelve a incentivar un verdadero florecimiento de la novela, cuyo mérito es proporcionar, precisamente, un punto de vista, sobre la contemporaneidad. Y eso lo viene haciendo no sólo la literatura, sino también el periodismo, el cine y la televisión, cada uno a su manera, de acuerdo a su género.
No podemos dejar de reconocer que la sociología se halla particularmente mal dotada para varias preguntas que se desprenden de la época actual, las cuales tienen que ver, al final, con puntos de vista cambiantes, con el “pensamiento débil”, con fragmentos, con dilemas de orden moral, con historias e historietas y no con “la” Historia. Por su origen grandilocuente y transformador el lenguaje de la sociología se queda paralizando ante la falta de seriedad de lo contemporáneo; ante los juegos del poder; ante la ironía propia de todo lo descentrado, pluralista y diverso que hay en nuestra época y conciencias. A la sociología no le viene bien un mundo en que predominan los estilos de vida particular y no social, las formas de consumo y no de producción, los travestismos, parodias y cinismos que muchas veces nos hacen pensar en un dominio de la irracionalidad. A la sociología, no le viene bien una época sin tradiciones, que duda de sí misma, que le pierde la fe al progreso y que se burla de las estructuras y los valores, de lo sagrado y la memoria, para dedicarse a los intercambios fáciles y expeditivos que no sólo comprometen mercancías, sino también personas. La sociología parece no adecuarse a las épocas habitadas por las generaciones X; es decir, aquellas que más allá del consumo desenfrenado, del culto narcisista y la glotonería hedonista, no saben qué quieren y mucho menos no saben adónde ir.
De esa situación no escapa nuestra ciudad que, a la par del mundo contemporáneo, reconociendo las distancias respectivas, viene experimentando nuevos procesos y cambios. Ante esa situación, creemos que el Colegio tiene como prioridad expresarle a la ciudad que tiene una voz y tiene qué decirle. Pero para eso, nosotros mismos tenemos que revitalizar esa voz, empoderarla y eso sólo se consigue alimentándola permanentemente de teoría, de la academia. Por eso, ésa es nuestra prioridad y de allí nuestro interés de reforzar o reencontrarnos con la teoría, de apoyar a nuestros egresados, de vincularnos con nuestros estudiantes de las universidades; de rehacer los convenios nacionales e internacionales, de pronunciarnos frente a los problemas sociales y contribuir a una mejor formación de la opinión pública local, de una ciudadanía sana, etc.
Con el convencimiento que estamos reforzando la voz de la sociología, y lo estamos haciendo trabajando en colectivo, cosa que hay que vigorizar aun más, con ese convencimiento y alegría que motiva nuestro día, un renovado abrazo a todos los colegas. ¡Feliz día!
sos grande Jose luis no podia estar mas de acuerdo contigo en todo lo vertido en tu ensayo.
Bueno el anàlisis para estar actualizado en relacion a nuestra noble profesiòn de SOCIOLOGO, Estaremos pendiente de sus nuevos comentarios desde la Repùblica Bolivariana de Venezuela. !! felicitaciones colega¡¡¡