“Innovación” es una palabra que vuelve a estar de moda. Tal vez porque el flamante presidente PPK dijo que se debía innovar. Tal vez por esos dichos presidenciales, dos universidades de prestigio (PUCP y UP) en los meses de setiembre y octubre, hicieron sendos eventos sobre gestión pública, donde se trató sobre “innovación pública” o “innovación en el sector público”. No vamos a escapar de la moda, pues si tenemos que decir y acreditar sobre “innovación pública”.
Esta palabra, en el ámbito de la gestión, es un concepto indeterminado, pero la RAE los define como “acción y efecto de innovar. Creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado”.
El siglo pasado, el filosofo austriaco Joseph Schumpeter reflexionaba en su libro “La teoría del desenvolvimiento económico”[1] señalaba que, el desenvolvimiento económico era el proceso de transición entre dos estados, entre los cuales era posible establecer claras diferencias entre lo que se entiende como:
- a) El crecimiento económico: Es un fenómeno estático, donde hay un incremento gradual y progresivo de los volúmenes de la producción. Aquí hay una respuesta adaptativa, parsimoniosa y poco eficiente a los cambios exógenos del proceso productive, pues se anula los beneficios de la formación neta de riqueza.
- b) El desarrollo económico: Es un fenómeno dinámico, donde hay un cambio discontinuo, espontáneo y abrupto de la función de producción. Aquí hay una transformación de la industria, un cambio endógeno de la esfera productiva, que genera un significativo incremento en el bienestar económico y social.
Para un país como el nuestro, donde hay tanta desigualdad social y pobreza, el crecimiento económico es importante, como condición necesaria -pero no suficiente- para crear un entorno favorable para el proceso de desarrollo. Se puede lograr altísimos niveles de crecimiento sin verdadero desarrollo. El verdadero desarrollo económico implica una destrucción de las funciones de producción ineficientes, para crear nuevas funciones productivas (que sean más eficientes).
Existe cierto consenso en que, en este contexto variable y mediante la presión de las fuerzas de oferta y demanda, las empresas que dejan de ser competitivas tendrán que salir del mercado, y sólo se mantendrán las que logren alcanzar la optimización productiva y la eficiencia. Así, la innovación[2] se presenta como la condición sine qua non que determina y desencadena un desenvolvimiento económico deseable: un crecimiento económico.
En el sector privado, muy vinculado al mercado y a la empresa, la innovación es el cambio en la combinación de los factores de producción, que genera una significativa reducción de los costos de producción, y logra mejoras económicas: ganancias! Por eso, para Schumpeter, el verdadero empresario no es el capitalista, ni quien apuesta por el lucro; tampoco es el inventor innato, sino es un privilegio de pocos, que se limita a un periodo donde se ejerce liderazgo, autoridad, previsión, decisión, para superar la coyuntura, la incertidumbre, la burocracia, y así ejercer una destrucción creadora que le permita mejorar las condiciones sociales y económicas existentes: “solamente se es empresario cuando se llevan a la práctica nuevas combinaciones, y se pierde el carácter en cuanto se ha puesto en marcha el negocio”[3].
En la literatura de administración o management, empieza a aparecer en los años 50, muy vinculada al sector privado, empresarial. Y así Peter Drucker señalaba que la innovación podía producirse en tres campos: el técnico, el social y el económico, aunque ahora clasificaciones vinculadas a “innovación” son abundantes.
Desde que egresé de la universidad en los 90´s, o desde que entré a trabajar a la administración pública en el 2000, el mundo ha cambiado para todos, no solo para los empresarios, también para los ciudadanos, también para los funcionarios públicos y lideres políticos. Así, ya desde esa fecha no descartaba la suposición común de que la innovación es algo que sucede exclusiva o principalmente, en el sector privado, e incluso el Informe del Cabinet Office Británico, allá por el año 2005 ya precisaba:
“La eficacia del gobierno y de los servicios públicos dependen del éxito de la innovación para desarrollar mejores modos de responder las necesidades, de resolver los problemas y de usar bien los recursos y las tecnologías. La innovación se considera a veces un lujo prescindible o una carga adicional. Debe ser considerado como una actividad básica”[4].
La OCDE, en el año 2009, ha definido la innovación como:
“aplicación de una nueva o significativa mejora de un producto (bien o servicio) o proceso, un nuevo método de comercialización, o un nuevo método de organización en las prácticas de negocio, lugar de trabajo o en las relaciones externas”
El mundo sigue cambiando, y la administración pública debe responder a las necesidades de una sociedad muy cambiante e inestable, que cada vez es más exigente, plural (fragmentada) y participativa (reclamona) al momento de evaluar la provisión de bienes y servicios públicos que le ofrece el Estado.
En consecuencia: al igual que la empresa, para atender las necesidades de nuestro mercado, que es el público y el social, la administración pública y los gestores públicos, ¡debemos ser innovadores!
…………………………………………….
[1] Schumpeter, Joshep Alois. (1963). Teoría del Desenvolvimiento Económico. México: Fondo de Cultura Económica.
[2] Schumpeter menciona cinco formas diferentes de innovación:
1.- La introducción al mercado de un nuevo bien de consumo masivo.
2.- La utilización de un nuevo método productivo para un sector (pero es un método que ya se esté utilizando en otro sector de la economía)
3.- La apertura de un nuevo mercado para los productos ya existentes,
4.- El descubrimiento de una nueva fuente de materias primas,
5.- La reorganización de la industria, para lograr una modificación estructural de largo plazo del mercado.
[3] Obra citada. Página 74.