La autonomía sobre la subordinación. Por Mario Pasco Cosmópolis

Toda encuesta bien hecha es reveladora de facetas a veces insospechadas. Ésta, realizada por la Universidad Católica, dirigida a los trabajadores en el entorno psicológico y económico de la crisis, que resulta por ello especialmente llamativo, nos muestra, por ejemplo, no sólo que la gran mayoría de trabajadores son independientes, sino que desean serlo.

En efecto, en la muestra aparece que 40% de los entrevistados es autónomo, cifra que es más alta que en los años precedentes, en especial el 2008, lo que haría pensar en que las ofertas de empleo disminuyen; pero lo singular es que, ante la opción entre escoger entre ser trabajador por cuenta propia o ser trabajador dependiente, la mayoría se inclina por lo primero: un 82% (versus 69% el año anterior), que es una proporción altísima.

Quizás eso tenga con ver con otros dos datos que surgen de la encuesta, a saber:
– el aspecto más importante para la búsqueda de trabajo es la estabilidad, no correr el riesgo de quedar desempleado, que es preocupación típica del trabajador subordinado, mas no, obviamente, del autónomo;
– más revelador aún, la opinión que se tiene de los empresarios peruanos es que son poco honestos (65%, según una pregunta y 82% según otra), cifras que reflejan también aumento respecto de los años anteriores; y que respetan poco los derechos de sus trabajadores (57%, según una pregunta y 84% según otra).

Puede ser mera especulación, pero es posible que ambos datos estén interrelacionados, y que esa percepción sobre los empresarios -cierta o no, pero sin duda presente en el imaginario colectivo- podría ser parte de la explicación de por qué se prefiere ser
autónomo que subordinado.

En reciprocidad, ante la pregunta de si los trabajadores piensan en el bienestar de su empresa, la mayoría de respuestas (46%) coincide en que piensan poco; y si los trabajadores son honestos, 63% considera que lo son poco. Como corolario de estos datos poco alentadores, ante la pregunta de si los trabajadores se sienten protegidos por las leyes laborales, un abrumador 91% opina que lo están poco o nada, cifra de por sí escalofriante y que pone en entredicho la eficacia de la legislación laboral, pretendidamente protectora en la teoría, pero impotente en la práctica para garantizar el respeto a los derechos que ella misma crea.

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