“Nuestra autoimagen como sociedad moderadamente machista persiste”. Por Jeanine Anderson. Profesora del Departamento de Ciencias Sociales

De acuerdo con esta nueva encuesta de IOP sobre las relaciones de género en el Perú, la sociedad peruana reconoce que arrastra un problema de machismo. Esto es a pesar de las asociaciones del machismo con la discriminación y un cierto tradicionalismo intransigente. Nuestra autoimagen como sociedad moderadamente machista persiste, con altibajos, a través de los tres años de la encuesta. El reto es entender cómo eso se expresa en los arreglos sociales y en las prácticas cotidianas de las personas. En las preguntas sobre las tareas del hogar, se observa que la preparación de la comida es algo que las mujeres hacen más que los hombres, por encima de la limpieza, cuidado de la ropa y otras labores. De hecho, en estudios antropológicos sobre una gran variedad de sociedades, la cocina es la actividad que se identifica como femenina con mayor intensidad y consistencia. No es casual que sea la tarea que demanda más tiempo, constancia, planificación y atención solícita a los gustos y las necesidades de todos los miembros del hogar. La cocina “amarra” a la persona que se encarga de ella de un modo particular; el aprovisionamiento de alimentos, su preparación y el servir los alimentos son tareas diarias, ineludibles, realizadas en horarios repartidos a lo largo del día y la noche.

Una vez más parecen acertadas las interpretaciones de la desigualdad de género que dirigen la atención a los costos de oportunidad asociados a muchas de las actividades que se relegan a la esfera femenina. La sociedad peruana no da señales de resolver muy rápidamente la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres que nace en la división sexual de las labores domésticas. Resulta consistente el hecho que las percepciones de discriminación en contra de las mujeres se centren en el mundo laboral, donde las mujeres tendrían menos posibilidad de conseguir un buen empleo y menos posibilidad de ganar lo que los hombres ganan.

En el ámbito de las relaciones conyugales y familiares, la encuesta aporta información sobre cierta tendencia hacia el reconocimiento de diversas posibilidades y el derecho a tomar decisiones personales. El padre de familia como autoridad (mayor edad que la esposa, mejor educado) y único “ganapán” son ideas cuestionadas, aunque siguen vigentes para una franja importante de la población. Incluso, la institución del matrimonio es cuestionada por casi un 20% de las y los encuestados y una mayoría abrumadora dibuja una línea divisoria entre el amor y el sexo. Resulta impactante la casi universal aprobación de la educación sexual en los colegios. Esta respuesta parece aludir a una inquietud generalizada: reconocemos que algo anda mal en nuestra manera de vivir y pensar en la sexualidad y buscamos soluciones que incluso pueden remover esta problemática del ámbito de la familia y la privacidad. En países como los EE. UU. hay un debate constante sobre el tema y la opinión pública está más dividida. En Perú se aprueba la necesidad de manejar mayores conocimientos aunque no sabemos ¿qué es exactamente ese conocimiento para cada uno?

Para evaluar tendencias y procesos de cambio, necesitamos conocer hasta qué punto las opiniones de hombres y mujeres se divergen o son coincidentes. El 42% de quienes respondieron dicen seguir las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre sexualidad; sin embargo, esta respuesta puede estar influida por la mención explícita de la Iglesia Católica en la pregunta, que conduce hacia una respuesta socialmente aprobada. Finalmente, hace falta ampliar las alternativas en relación con el significado de la sexualidad para las personas. ¿Solamente tener hijos o sentir placer? ¿Qué pasó con la comunicación, la intimidad y el sentido de trascendencia del que nos hablan los poetas (y que quisiéramos no fueran experiencias ajenas a la vida sexual de los peruanos y las peruanas)?

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