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Un mensaje equilibrado (Buen comienzo)

El Comercio

El presidente Ollanta Humala ha hecho un gran esfuerzo para formar un Gabinete equilibrado y lo mismo se puede decir de su mensaje inaugural. Ninguno de los extremos del espectro político estará satisfecho pero tampoco podrá poner el grito en el cielo. Es la mejor opción para que el crecimiento económico pueda continuar a pesar de los baches coyunturales propios de este larguísimo tiempo electoral.

El mensaje parece hecho con la hoja de ruta en la mano, de allí la referencia puntual a los temas que más tocó en la campaña. El salario mínimo o el lote 88, las políticas que permitan un crecimiento inclusivo y aquellas que pueden influir en un cambio productivo de mayor trascendencia en el largo plazo, porque la inclusión no se logra solo con medidas asistenciales.

Solo me parece urgente definir lo que entendemos por inclusión social, ya que hoy todos repiten el mismo disco y me temo que quieren decir cosas distintas.

No me olvido de que cuando en los años sesenta se demandaba reforma agraria, ante la evidencia de las estructuras arcaicas de propiedad y explotación social, propias del orden oligárquico, surgió de la propia oligarquía el término revolución verde para reemplazarla y desviar la atención hacia la emigración a la selva. Somos un país de modas y estas incluyen el debate político.

Lo mejor del mensaje fue la referencia del juramento presidencial a los valores de la Constitución de 1979. Además de que es legítimo invocarla e incluso desagraviarla, el hecho ha permitido mostrar a los fujimoristas tal como son ?y cómo fueron? sin ropajes.

Ver a Luz Salgado decirle a Humala ?presidente de facto? es una de las piezas más inauditas que pude imaginar. Aquellos que avalaron el gobierno de facto y violaron sistemáticamente la Constitución de 1993 reaccionaban con histeria y malacrianza que ya conocimos en los 90 cuando tenían el poder.

El Gobierno no ha perdido nada enfrentando al fujimorismo, porque nada puede esperar de esa bancada. Más bien, sus miembros han rayado la cancha y quedado como lo que siempre fueron. Ojalá los hayan visto tantos jóvenes que los imaginaban demócratas y hasta tolerantes.

El presidente fue cuidadoso en el texto de su juramento, quizás debió serlo también advirtiendo a sus vicepresidentes para que repitieran exactamente lo mismo. Pero incluso quienes critican a estos están desconectados de la realidad: solo el presidente hace su propio juramento. A los demás se les toma juramento y las únicas palabras indispensables en su respuesta son ?Sí, juro?.

Revisen la juramentación de los congresistas, pueden encontrar de todo, hasta referencias a sus padres y abuelos, a líderes políticos y alguno juró hasta por su ?amada Pochita?, y por lo visto ya una ministra se contagió de esta costumbre. Es pues ridícula la crítica de quienes, sin fijarse en los hechos, pretenden deslucir este acto con su intolerancia.

El peligro del centro político es el aburrimiento, pero el presidente Ollanta Humala con este giro nos evitó un 28 aburrido y estoy seguro que a muchos de sus seguidores les gustó la jornada.

Esto es mucho más sano que la vieja costumbre izquierdista y populista de endurecer el ceño, radicalizar la crítica y hacer que unos pocos sean los malos de la película.

Es un buen comienzo, pero es solo el comienzo porque luego requeriremos medidas concretas y después resultados tangibles. Sigue leyendo

Escenario de un pacto vergonzoso (El congreso que se va)

El Comercio

Llegó con el régimen democrático ya funcionando y la economía en franco crecimiento. No se propuso hacer reformas. El Congreso que se va fue el escenario del pacto vergonzoso entre el Partido Aprista y el fujimorato. El partido del pueblo blindó a los fujimoristas con procesos abiertos a cambio de sus votos, para que ni siquiera ante errores garrafales como el ‘baguazo’ censuraran a sus ministros y para que ante escándalos del tamaño del Caso BTR no se aprobara ni una sola acusación constitucional. Bloquearon todos los mecanismos de control político y se pasearon muy orondos de la mano dejando atrás el oprobio de las denuncias que ellos mismos presentaban durante la transición democrática contra los fujimoristas. Los blanquearon, como se dice ahora.

El Congreso que se va no tiene leyes importantes, tiene rutinas. Delegó atribuciones legislativas con generosidad, por eso Alan García ha expedido 135 decretos legislativos, más cerca de lo que en período similar hizo Fujimori (148) que del austero ejemplo de Toledo (40). Pero en cambio supera a Fujimori expidiendo 365 decretos de urgencia, pues un quinquenio de este da solo 346 (692 en diez años) y la fiscalización del Parlamento no funcionó por igual. En los últimos meses se ha exonerado de muchos pasos de control y probidad a diferentes órganos del Estado y eso no lo fiscalizó el Congreso que se va.

Si revisamos el listado de leyes, encontraremos muchos títulos y pomposas propuestas pero nada que responda a las expectativas ciudadanas. Dieron las leyes que requería el Gobierno y para eso no requerían mayoría propia. No pactaron para reformar nada, solo hicieron fintas hablando de reforma constitucional o de la creación del Senado para contentar a las galeras y aparecer en los periódicos. Pocos parlamentos han quedado tan desprestigiados por escándalos particulares. El ‘comepollo’, el ‘mataperro’, la congresista que puso de asesora a su empleada o la congresista ‘robaluz’ son ejemplos que se recuerdan en la ciudadanía pero no pasan de ser casos anecdóticos. Mucho más grave es el pacto que impidió toda fiscalización al gobierno de García o los vientres de alquiler que propició el partido de gobierno aprovechándose de una UPP en descomposición.

Pero este Congreso tampoco ha sabido representar, pues no ha encontrado la forma de ligarse a la ciudadanía ni anticiparse a los sucesos. La misma tragedia de Bagua es un ejemplo, pues el detonante se produjo en el propio hemiciclo, cuando por artimaña aprofujimorista del 4 de junio de 2009 el pleno se negó a votar la derogación del D.Leg. 1090, Ley Forestal y de Fauna Silvestre, que había sido fundamentada la semana anterior. De haberse derogado, como finalmente ocurrió meses después, no se habría producido la hecatombe que ocurrió al día siguiente.

Forzoso es referirnos a la irresponsable creación de universidades con fines exclusivamente electoreros que se han producido a mansalva coincidiendo con el año electoral. La violencia en Huancavelica por la creación de la Universidad de Tayacaja con fondos de la Universidad de Huancavelica es solo una muestra de la irresponsabilidad con la que se han tomado algunas decisiones en el Congreso que se va.

La cereza de la torta aprofujimorista fue la Ley 29703, que libra de culpa a los corruptos cuando no ha habido perjuicio económico al Estado, es decir que permite en la práctica el libre ejercicio de la coima siempre que no cause pérdida o perjuicio medible al erario público. En esta perspectiva, el Caso Comunicore y muchos otros podrán quedar impunes, ya que el perjuicio aparente fue para terceros. Esta ley favorece a muchos procesados de los últimos años por esta razón, que podrán acogerse a esta norma aun cuando se derogue en el futuro. Las coimas pagadas por las compras de armas, contratos de obras públicas y similares quedarán impunes. Alan García ha convocado a legislatura extraordinaria para el 6 y 7 de julio próximo para esta derogación, pero el daño ya está hecho. Podrá marcharse repitiendo su más famosa frase: “La plata llega sola…”. Sigue leyendo

El día después de mañana (Los escenarios con Ollanta y Keiko)

El Comercio

Amaneceremos como un país dividido en dos, una mitad feliz o por lo menos con menos miedo, la otra furiosa o abatida, con pocas ganas de mirar en su entorno. Estaremos alertas ante cualquier interlocutor, con menos tolerancia y menos capacidad de escucharnos. Será larga la lista de censurados, en los que no confiaremos más por la opción que tomaron en esta segunda vuelta en que hemos recorrido mucho de lo vivido en la década del 90. Esta vez la política invadió hasta el púlpito de las iglesias. Son los costos de la polarización política que se extrema con el balotaje copiado de Francia, sin copiar otros rasgos de su modelo constitucional que equilibran los poderes del presidente y pluralizan el escenario.

Si ganó Fujimori, tendremos un escenario de fiesta para la mitad de los peruanos, en especial para quienes fueron parte del cogollo de ese régimen y que hoy se reciclan sin arrepentimiento. Veremos libre al autócrata y querrán que lo tratemos como ex presidente. Puede ser indultado por Alan García y así este se asegurará que nadie lo tocará en los siguientes cinco años, plazo mínimo para aspirar a su tercer mandato. ¿Quién gobernará? Montesinos le dio a Fujimori condiciones de gobernabilidad, ciertamente autocrática. ¿Lo requerirán cuando desde el otro medio Perú se levanten cuestionando, exigiendo derechos y protestando? Fujimori tendrá el apoyo de casi todos los medios de comunicación que se jugaron por ella y varios silenciarán las críticas y denuncias pero, como siempre, se sabrán por otros medios. Fujimori tendrá el apoyo de muchos empresarios, pero estos siempre tienen que estar en lo suyo y no le resuelven otros problemas al Gobierno, salvo los pocos que asuman cargos públicos. ¿Habrá silencio cuando quiera sacarse de encima un Congreso en el que no tiene mayoría? Sus aliados apristas casi han desaparecido y los puede buscar en los neoconservadores que queden del sancochado de PPK o de Solidaridad Nacional, pero no lo son todos los allí electos y saben que esa alianza les costará luego. Presionarán a los jueces para que se frustren los juicios que ellos deciden que son ?persecución política?, aunque haya millones de soles o vidas cegadas de por medio y para que ganen los juicios quienes los han apoyado. Martha Chávez ha reiterado su amenaza al juez San Martín.

Si gana Humala, celebrará con medio Perú en contra y con miedo de que le quiten algo de lo que tienen o sueñan tener. Tendrá la oposición de importantes medios de comunicación y de importantes empresarios pero se tendrán que tender puentes. La moderación es recomendable pero le exigirán resultados sus votantes y, como siempre, la paciencia se acaba rápido. Solo si asegura el crecimiento económico, tendrá posibilidades de cumplir sus promesas para la equidad. Tendrá que evitar debates ideológicos y entrampes constitucionales. Las modificaciones de la Constitución serán muy difíciles y solo puntuales. Se ha comprometido a respetar las reglas del juego y si no lo hace, se le vendrá el mundo encima. En el Parlamento no tendrá mayoría y deberá aprender a concertar.

Al fin de cuentas el país seguirá caminando, con el humor de siempre, que ni es tan malo ni es tan bueno. Terminan estas elecciones con un desencanto adicional sobre la institucionalidad democrática. No es posible que siempre los peruanos tengamos que elegir bajo chantaje. Tolerar la total fragmentación en la primera vuelta y ponernos camisa de fuerza en la segunda solo ha servido para favorecer la tolerancia con la corrupción. El pánico al shock de Vargas Llosa lo inventó García siendo presidente. Por eso ganó un golpista corrupto. Nadie, tras el primer gobierno de García, podía imaginarlo otra vez presidente y lo fue por el miedo a Humala el 2006 y en los primeros años de este siglo nadie imaginaba al fujimorismo como opción de gobierno y lo es hoy por obra del miedo construido en esta polarización. Hay fallas del sistema y la polarización política conviene no a los demócratas sino a los conservadores de siempre, que aceptan las libertades económicas pero no tragan ni con purgante el liberalismo político.
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La opción democrática

En la segunda vuelta, los que perdimos en la primera damos un voto condicionado. Al día siguiente de estas elecciones podemos estar combatiendo o apoyando al gobierno que votamos, porque nuestra opción quedó trunca en la primera vuelta. Es el voto por lo que vemos como el mal menor.

Pero esta elección es hoy especial para quienes luchamos en la década de los 90 contra la autocracia fujimorista por medios democráticos y ganamos. Con el paso de los años, los votos de esa dinastía corrupta han crecido porque diez años de democracia fueron poco menos que austeros e incapaces de compartir con todos el crecimiento económico logrado en democracia, no en la autocracia como dice su publicidad.

Me jugué por una opción de centro aunque no he abdicado de mis aspiraciones de cambio social e inclusión que toda la vida marcaron mi opción política. Quería ahorrarle al Perú la polarización que vivimos hoy. Perdí. La derecha buscó su propio rostro, desdibujando el panorama. PPK dio todo lo que el márketing puede dar. Creyeron que podía ganar un personaje que muchos peruanos identifican con la gestión de negocios particulares y que viene a beneficiarse de una democracia por la cual no luchó ni con una sola palabra.

Es un dato objetivo a escala mundial que la dinastía Fujimori es parte de las autocracias que ningún demócrata acepta hoy. Escuchar a Martha Chávez, envanecida por los votos de la primera vuelta, amenazar al juez San Martín, que presidió el tribunal supremo que sentenció a Fujimori, nos hace pensar: ¿De qué no serán capaces si son elegidos gobierno? Volveremos a ser los parias del mundo. Pero si miran el abanico de la votación provinciana, no hay manera de imaginar gobernabilidad democrática bajo la dinastía Fujimori. La represión de los regímenes autoritarios es mayor si hay resistencia, aquí la habrá desde muchos lados.

Votaré por Humala y estaré en guardia desde el día de las elecciones por la noche. Porque los ciudadanos debemos defender la democracia y nadie –menos con título democrático– nos impedirá defender las libertades y derechos ciudadanos. No tengo poder alguno pero como ciudadano reclamo un pacto de reglas del juego. Me interesa más que se defina cómo se harán los cambios que listarlos, pues su necesidad es evidente. Pero la historia enseña que a la mala nada sale bien.
No hay alternativas intermedias como votar en blanco, no hacerlo o viciar el voto. No votar significa votar por el que gana, como lúcidamente afirmó Mario Vargas Llosa y como la historia enseña. Creo que no optar ayuda a restaurar la dinastía corrupta de Fujimori. Sigue leyendo

Pálidos pero serenos (Hacia la segunda vuelta electoral)

El Comercio

Pocos creyeron en la famosa frase de Vargas Llosa. Tras el 10 de abril esa es la realidad. Demasiado temprano Toledo comenzó a subir hasta pasar el 30%. Comenzó el ‘palo encebado’: todos le dan palo al que está arriba hasta tumbarlo. Fue imposible no contestar agravios cuando usaron hasta las tácticas de Montesinos en aspectos de vida privada, que ninguna persona honorable puede dejar de responder. Ese fue un error pero no explica todo lo ocurrido.

La derecha peruana ha vuelto a desdeñar a un candidato de centro liberal confirmando su raigambre conservadora que la lleva a estrellarse con la pared como ocurrió cuando Fernando Belaunde planteaba en los años 60 una reforma agraria en democracia y con ponderación. Al tirársela abajo con ayuda del PAP, abrieron curso al gobierno militar y su reforma agraria vertical y burocrática. Hoy una derecha conservadora creyó que un gringo desabrido, aunque buen flautista, conocido gestor de intereses privados y públicos, que no defendió la democracia ante el fujimorato, podía ser presidente. El PAP estuvo detrás y el apoyo mediático fue impresionante. A Toledo se lo bajaron mientras Humala subía inconteniblemente y el gringo desabrido no pasó a segunda vuelta, solo sirvió para impedir que pasara Toledo.

La subida de Humala tiene elementos objetivos que Toledo ha reconocido en su derrota. Diez años de democracia fueron para la mayoría de los peruanos tiempo de estrechez en los salarios, en el empleo, en la salud y en la educación.

Sostengo que ningún demócrata puede optar por la dinastía Fujimori. Ya no funcionan los miedos de los 90. Quienes lo apoyen hoy mostrarán una desviación ideológica antidemocrática. No se apoya a quien tiene antecedentes de ejercicio autocrático y corrupto y eso es el fujimorismo. Keiko es una figura joven y bonita pero en su trayectoria personal reproduce las características del régimen. Fue la hija más comprometida, pues reemplazó a su madre en el rol de primera dama, aceptándolo por resolución suprema. No ha podido demostrar cómo financió sus estudios en EE.UU., pagados en efectivo y a todas luces con indebidos fondos públicos. Ha hecho evidente su identificación con todo lo hecho por su padre y eso es suficiente.

Nadie que apoye a Fujimori y su continuación dinástica puede luego defender la democracia y sus valores. Por mucho tiempo se ha tolerado que prime el liberalismo económico arrasando con el liberalismo político algo que no es aceptado ni en el liberalismo clásico ni en ninguna forma moderna de democracia. Sostuve, en un debate, que había menos distancia entre el liberalismo y el socialismo democrático que entre en liberalismo y el neoconservadurismo que es este liberalismo económico sin liberalismo político. Mi interlocutor no me entendió. La cancha la rayó el propio Vargas Llosa enfrentando el exabrupto legal del entonces ministro Rey. ¿Se imaginan lo que hará de vicepresidente ahora que –¡por fin¡– se proclamó fujimorista? Llegó la hora de estas definiciones aunque Humala no es propiamente un socialista y tiene que demostrar su opción democrática. Ya hay dos del famoso sancochado que han dicho que no votarán por Fujimori. Simon y Beingolea. Este último tiene importancia porque implicaría una efectiva renovación en un partido que tiene cada vez más rasgos conservadores que liberales.

La salida es política. En el Parlamento, Humala necesita los votos de otras fuerzas para cualquier decisión importante. Debe tender puentes y los demás deben ser generosos pero cautos. Claro que para ello falta la votación en segunda vuelta y eso no será fácil. Los puentes deberían plantearse antes. Eso sí, a la autocracia se le enfrenta en las calles y los jóvenes lo saben. Ellos iniciaron la protesta contra la autocracia y hoy se preparan para reanudarla. Yo he ofrecido a los estudiantes de la PUCP, angustiados adicionalmente por razones que todos conocen, en un acto enorme y generoso que me hicieron por mis 40 años de profesor, que saldré con ellos a pesar de mi bastón, aunque me fallen las fuerzas. Sigue leyendo

Una campaña conservadora aburre e irrita (Los costos de las ofensas entre políticos)

El Comercio

Un excelente comentario de Enrique Bernales (El Comercio, 23/3/11) inspira este artículo.

Tiene razón en su aburrimiento e irritación porque la campaña es una de las de más bajo nivel que hemos visto. Creo que lo es, en especial, por la raigambre conservadora que preña candidatos presidenciales, periodistas y poder mediático. Ha llegado al extremo de mostrarnos a Ollanta Humala con un rosario en la mano proclamando un catolicismo que nadie le conocía. Desde el colegio me enseñaron a distinguir planos y si bien mi religión sustancia mi conducta política en más de 25 años de actuación pública nunca he traficado con ella para ganar votos. Por eso me indignó lo que vi en televisión. No es un gesto coherente con una práctica que se profesa, sino una forma burda de acercarse a un electorado ingenuo. Pero es el mejor indicador de lo que viene pasando. Hasta el temido candidato ‘antisistema’ del 2006 se ha vuelto conservador.

No es el único caso. Ya critiqué la tontería del ADN de peluquería que promovió Lucho Castañeda ofendiendo a Toledo, pero quiero enfatizar los costos de las ofensas entre los líderes políticos. Dejan huella y cierran las posibilidades de buen debate y de concertación. ¿Se imaginan lo que puede ser el Parlamento fragmentado cuando solo concertando entre bloques que vienen de esta campaña puede legislarse y ponerse orden en las instituciones?

Para cualquiera de los candidatos hacer propuestas serias no es rentable. Toledo lo ha hecho y ni siquiera logra titulares de segunda con ellas, trátese de educación, salud, juventud, deporte o del tema que sea. Pero en esta agrupación y en las otras hay propuestas que pocos conocen, porque ni los medios ni los reporteros le dan importancia y por tanto los candidatos aparecen hablando de lo que ellos preguntan y suelen resaltar. A la hora de evaluar las responsabilidades siempre son variadas.

A Enrique Bernales le preocupa el financiamiento de la educación y la respuesta la puede encontrar en la síntesis del plan de gobierno de Perú Posible en la parte titulada “Crecimiento y desarrollo para todos”. Buscando un crecimiento no menor al 6% anual se propone: Para mejorar la eficiencia, simplificar la normativa y racionalizar las exoneraciones; para mejorar la equidad se propone ampliar la base de impuestos directos; reducción de la evasión tributaria cuando menos en 20%, considerando nuevas medidas a implementar por la administración tributaria bajo esquemas similares a retracción, percepción tributaria, etc.; racionalización de las exoneraciones tributarias reduciéndolas del 2% del PBI al 1,6%; reducción del contrabando en un 50%. No listo todo ni es la parte del plan de gobierno en la que he participado, pero son conocidos los especialistas.

Hoy escuché al presidente Toledo responder a un canal de televisión sobre el financiamiento del aumento de los sueldos de los maestros, recordando el abultado monto de acreedores tributarios a los que el Estado no cobra por desidia o por complicidad y por supuesto que hay medidas que pueden ahorrar gastos innecesarios del Estado y el alto costo de la corrupción.

El problema es que no hay espacio para un debate de contenidos. Se requiere de conductores preparados –y que lean los textos de los programas– y de una audiencia que no bostece cuando se den cifras y argumentos técnicos. Payasadas como el látigo que usó un candidato y el discurso de plazuela que tuvo otro en el debate de los once no se deben permitir, porque dañan a todos.

Mi opinión es que la vocación conservadora de muchos medios y los que preguntan van de la mano con candidatos que no quieren o no pueden ir al fondo de las cuestiones que hay que debatir, porque saben que si lo hacen les caerá la quincha de los que se acostumbraron al llamado pensamiento único, libre de ideas que al introducir cambios les genera inseguridad. Sigue leyendo

Una campaña conservadora aburre e irrita: Los costos de las ofensas entre políticos

El Comercio

Un excelente comentario de Enrique Bernales (El Comercio, 23/3/11) inspira este artículo.

Tiene razón en su aburrimiento e irritación porque la campaña es una de las de más bajo nivel que hemos visto. Creo que lo es, en especial, por la raigambre conservadora que preña candidatos presidenciales, periodistas y poder mediático. Ha llegado al extremo de mostrarnos a Ollanta Humala con un rosario en la mano proclamando un catolicismo que nadie le conocía. Desde el colegio me enseñaron a distinguir planos y si bien mi religión sustancia mi conducta política en más de 25 años de actuación pública nunca he traficado con ella para ganar votos. Por eso me indignó lo que vi en televisión. No es un gesto coherente con una práctica que se profesa, sino una forma burda de acercarse a un electorado ingenuo. Pero es el mejor indicador de lo que viene pasando. Hasta el temido candidato ‘antisistema’ del 2006 se ha vuelto conservador.

No es el único caso. Ya critiqué la tontería del ADN de peluquería que promovió Lucho Castañeda ofendiendo a Toledo, pero quiero enfatizar los costos de las ofensas entre los líderes políticos. Dejan huella y cierran las posibilidades de buen debate y de concertación. ¿Se imaginan lo que puede ser el Parlamento fragmentado cuando solo concertando entre bloques que vienen de esta campaña puede legislarse y ponerse orden en las instituciones?

Para cualquiera de los candidatos hacer propuestas serias no es rentable. Toledo lo ha hecho y ni siquiera logra titulares de segunda con ellas, trátese de educación, salud, juventud, deporte o del tema que sea. Pero en esta agrupación y en las otras hay propuestas que pocos conocen, porque ni los medios ni los reporteros le dan importancia y por tanto los candidatos aparecen hablando de lo que ellos preguntan y suelen resaltar. A la hora de evaluar las responsabilidades siempre son variadas.

A Enrique Bernales le preocupa el financiamiento de la educación y la respuesta la puede encontrar en la síntesis del plan de gobierno de Perú Posible en la parte titulada “Crecimiento y desarrollo para todos”. Buscando un crecimiento no menor al 6% anual se propone: Para mejorar la eficiencia, simplificar la normativa y racionalizar las exoneraciones; para mejorar la equidad se propone ampliar la base de impuestos directos; reducción de la evasión tributaria cuando menos en 20%, considerando nuevas medidas a implementar por la administración tributaria bajo esquemas similares a retracción, percepción tributaria, etc.; racionalización de las exoneraciones tributarias reduciéndolas del 2% del PBI al 1,6%; reducción del contrabando en un 50%. No listo todo ni es la parte del plan de gobierno en la que he participado, pero son conocidos los especialistas.

Hoy escuché al presidente Toledo responder a un canal de televisión sobre el financiamiento del aumento de los sueldos de los maestros, recordando el abultado monto de acreedores tributarios a los que el Estado no cobra por desidia o por complicidad y por supuesto que hay medidas que pueden ahorrar gastos innecesarios del Estado y el alto costo de la corrupción.

El problema es que no hay espacio para un debate de contenidos. Se requiere de conductores preparados –y que lean los textos de los programas– y de una audiencia que no bostece cuando se den cifras y argumentos técnicos. Payasadas como el látigo que usó un candidato y el discurso de plazuela que tuvo otro en el debate de los once no se deben permitir, porque dañan a todos.

Mi opinión es que la vocación conservadora de muchos medios y los que preguntan van de la mano con candidatos que no quieren o no pueden ir al fondo de las cuestiones que hay que debatir, porque saben que si lo hacen les caerá la quincha de los que se acostumbraron al llamado pensamiento único, libre de ideas que al introducir cambios les genera inseguridad. Sigue leyendo

El Parlamento en la lucha contra el narcotráfico y la corrupción: Por una propuesta concertada

El Comercio

El narcotráfico es la fuente de los más graves casos de corrupción en el país y es la amenaza más grave para la sociedad peruana. Hemos pasado de ser productores de pasta básica a ser productores y exportadores de cocaína. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd) entre el año 2000 y el 2008 se incrementó esta exportación en 214%. Sigue aumentando el sembrío de hoja de coca, ahora en por lo menos 13 departamentos del país. Pero el Parlamento parece mirar a otro lado y estos no parecen ser sus problemas.

Con el narcotráfico aumentan los crímenes y ajustes de cuentas. Ya vemos en Lima hechos de este tipo además de los sicarios que cuidan a los mochileros que ejecutan parte del tráfico de estupefacientes, y hoy junto con los restos de Sendero Luminoso atacan a nuestras FF.AA. y PNP. Este es uno de los más graves problemas del país y amerita concertar propuestas para que el próximo gobierno sea eficaz en la lucha contra el narcotráfico y la corrupción.

Debemos detener el crecimiento de los cultivos de coca. Eso solo es posible con una gran inversión pública y privada que construya alternativas para esa población. Hoy el Estado tiene recursos y debe emplearlos para este objetivo. Pero el gobierno tiene que ser eficaz en la represión del tráfico ilícito de drogas y sus insumos químicos para que esa inversión tenga sentido.

No lo está siendo y es casi seguro que lo impide la corrupción como se refuerza en un reciente informe de IDL-Reporteros que dice: “Parecía una gran incautación de kerosene destinada al narcotráfico. Pero cuando un peritaje encontró que por lo menos parte de lo incautado era combustible para las aeronaves del VRAE, la posibilidad de que el turbo para el vuelo de los helicópteros termine utilizado para los vuelos de la cocaína demanda la investigación a fondo de lo que, si resulta cierto, sería un enorme delito”.

En el Congreso debería formarse una comisión ordinaria de lucha contra el narcotráfico que revise toda la legislación y actualice los instrumentos contra delitos que vienen ya globalizados y operan con tecnología moderna. Ese grupo de trabajo debe hacer un seguimiento permanente de lo que va ocurriendo, de los resultados positivos y negativos de la gestión de las autoridades que tienen que enfrentar este problema. Debe ponerles reflectores porque solo con transparencia se combate la corrupción, y debe asegurar la oportuna asignación de recursos para este fin que aunque es tarea del Ejecutivo debe deliberarse en el Congreso y a tiempo.

Hay que reforzar la Unidad de Inteligencia Financiera que este gobierno trasladó indebidamente a la SBS. Debe ser un órgano autónomo pero debe dar cuenta al país y al Congreso de los resultados de su gestión. La obvia reserva de los procesos no la excluye de la necesidad de rendir cuentas de su trabajo.

La lucha contra el narcotráfico es parte prioritaria de la lucha contra toda corrupción. Hay que revisar la legislación del Sistema Nacional de Control para que la contraloría pueda ser eficaz, y debe modificarse la forma de elegir al contralor porque nadie se fiscaliza a sí mismo y hoy se le designa únicamente al aprobar la iniciativa del presidente de la República. Podría elegirlo el Congreso previo concurso al cual presenten candidatos varios órganos especializados de alto nivel en la sociedad civil. Hay que premiar la transparencia y castigar el incumplimiento del deber inherente a todo órgano estatal.

Hay que modificar el procedimiento de investigación para que sea paralelo a la investigación fiscal o de la contraloría. Conocidas las denuncias contra los funcionarios, la comisión investigadora las traslada a la contraloría para que investigue y denuncie, o proceda a acusar constitucionalmente cuando corresponda. El informe establece responsabilidades políticas y modificaciones a las leyes pertinentes, cuando fuere necesario.

Para esto, el nuevo Congreso tiene que ser drástico e impedir que alguno de sus miembros resulte vinculado al narcotráfico. También debe espulgar al personal que trabaja en ese tema y acabar con el poder de congresistas que tienen asuntos pendientes con la justicia. De allí salen votos y maniobras que impiden que el Parlamento actúe con transparencia y eficacia. Sigue leyendo

Vergüenza en curso: La campaña presidencial en curso

El Comercio

Conforme avanza la campaña presidencial se evidencia que esta será una de las más vacías de contenido porque prima la pulla venenosa antes que las ideas y los spots publicitarios antes que los programas. Cuando los candidatos agreden burdamente al contrincante, se cierran las puertas al debate y cada cual termina exponiendo sus escasas propuestas en solitario.

Alejandro Toledo está primero en todas las encuestas. Tiene una campaña bien diseñada y con mucha disciplina interna. Pero los demás se le han “prendido” de una manera deplorable, que dice algo de sus magras calidades humanas y mucho más de sus escasas habilidades políticas. El caso emblemático es Lucho Castañeda, pero no se quedan atrás otros actores que no son candidatos.

Vi a Castañeda en televisión presentando sus nuevos spots y retando a Toledo a cortarse el pelo, como ridículamente han hecho sus seguidores, para demostrar que no consume cocaína. Prueba simplista que un consumidor sobrepasa absteniéndose unos días. Pero es una ofensa a cualquier interlocutor y solo se explica cuando los políticos han perdido la chaveta y no se dan cuenta de que así no podrán gobernar en paz. Tuvo la osadía de retarlo a obedecer antes del 1 de marzo so pena de quedar marcado por su vinculación al narcotráfico. Reacción histérica que termina victimizando a Toledo.

Fueron los psicosociales de Montesinos los que acuñaron la especie de que Toledo era borracho y coquero. Que los use Rey ahora que recién se muestra como el fujimorista que siempre fue, vaya y pase. Lo increíble es que Castañeda los use ahora cuando él fue víctima de ellos.

En medio del inicio de esa ofensiva, la revista “Caretas” patinó en dos números colocando fotos que lo acercaban a uno de los Sánchez Paredes cuando era presidente y todos se le acercaban y pretendiendo vincular a Javier Reátegui con el mismo grupo de peruanos investigados por narcotráfico. Le falló la foto y la patinada fue enorme. Ha declarado que no quiso mancillar el honor de Reátegui –lo conozco hace sesenta años a él y su familia y son personas honorables por todos lados– pero parece que con el honor de Toledo “Caretas” puede jugar libremente, pues sus fotos sembraron la especie y no quiere rectificar. Muy mal ejemplo de una revista que ha sido clave en la lucha por la democracia.

Ahora Ollanta Humala y su coro de repetidores, también sin escrúpulos, ponen en aprietos a la embajadora de Estados Unidos tratando de utilizarla para atacar a Toledo por haber recurrido a esa embajada a pedir iniciativas contra la candidatura de Humala a fines del 2005. La embajadora ha sido tajante y ha negado terminantemente que Toledo hubiera pedido o propuesto algo. La mentira de Humala quedó al descubierto cuando Fernando Rospigliosi reconoció que fue él quien lo hizo cuando ya no era ministro ni tenía vínculo alguno con el gobierno de Toledo. Pero insisten como un sonsonete en que cualquiera que haya hecho el pedido termina inculpando al presidente que no tenía cómo saberlo y que no intervino para nada en la campaña electoral. Nacionalismo teatral el de los humalistas que muestra carencia de valores democráticos elementales.

Pero la pataleta por las encuestas, que está detrás de todo esto, llegó a mayores cuando el Jurado Nacional de Elecciones en resolución aberrante hizo caso de las quejas constantes de Castañeda, Humala y Kuczynski, mezcla de ignorancia y mal disimulada piconería. Muchos observadores ven tras bambalinas la mano del presidente García en este caso como en el de “Caretas”, dejando la impresión de un miedo desproporcionado al cambio de posta. Se esperan nuevas maniobras contra Toledo, ¿hasta dónde soportará la institucionalidad democrática? Sigue leyendo

Por qué apoyo a Alejandro Toledo

El Comercio

La candidatura presidencial de Alejandro Toledo tiene el peso de la experiencia. Gobernó el Perú en uno de los momentos más difíciles de nuestra historia, cuando salíamos del fujimorato y muchos actores confundieron democracia con “todo vale”. Los peruanos comprobamos hoy los buenos resultados económicos, pero sobre todo los buenos resultados democráticos de ese gobierno cuyo presidente aguantó de todo, respetando las libertades y reabriendo canales institucionales malogrados por el régimen autocrático.

El ejemplar gobierno del presidente Paniagua no podía agotar la transición que iniciamos en una aventura unitaria y concertada, desde el Congreso, las fuerzas democráticas. En esa lucha conocí a Toledo, actuando en la Mesa de Diálogo de la OEA, y coordinamos en el Parlamento y en las calles. Tras el gobierno de Paniagua, recién pudimos cambiar muchas de las reglas institucionales que no alcanzó a consensuar la Mesa de Diálogo para abrir puertas a un proceso más firme y participativo. Fue decisiva la Mesa Directiva del Congreso concertada con todas las bancadas, elegida dos años casi por unanimidad. Fue Carlos Ferrero quien encabezó el proceso, a mí me tocó continuarlo hasta que se rompió la concertación por decisión de los opositores y se formó la primera alianza entre el Apra y Unidad Nacional, que enfrenté en las elecciones del 2003. Además de las leyes que restablecían reglas democráticas en los poderes del Estado, produjimos la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública promovida por Anel Townsend y la primera ley de partidos políticos, que tuvo varios padres. Ambas son claves en la institucionalidad democrática de hoy, pero lo más importante fue la descentralización y, aunque hoy el mismo Toledo acoja las críticas, esa fue la acción más saltante de su gobierno, la que hace que hoy el Perú se gobierne de otra forma y no solo desde Lima, aunque también en eso haya mucho por cambiar.

Vinieron entonces las maniobras para vacar al presidente Toledo, que fracasaron una tras otra. Los promotores se conocen aunque hoy lo nieguen. Por iniciativa del Tribunal Constitucional modificamos el reglamento para que no se pueda intentar con mayoría simple, y ello ayudó al actual presidente a superar una maniobra parecida. En un régimen presidencial los presidentes solo pueden ser removidos por una decisión compleja y muy concertada.

Admiré la paciencia y sencillez con la que Alejandro Toledo enfrentó esas maniobras. No ha habido presidente más atacado en todas las dimensiones de su vida. Pero puedo decir que no encontré en él, en ningún momento, a un gobernante corrupto ni antidemocrático. Resistió el temporal con estoicismo y bastante buen humor –ciertamente mejor que el mío– y buscó salidas sanas, en cada caso. Fue uno de los presidentes que más escuchó, a todos y tiene una horizontalidad que pocos logran en este Estado tan vertical que hasta a los parlamentarios –simples representantes– los hace aparecer jefes.

No comparto la fe neoliberal, pero creo indispensables las libertades que ellos defienden y varias de las que se olvidan. Su primer gobierno tuvo demasiado de la herencia preexistente y para crear alternativas se necesita tiempo que no tuvo. Pero ese gobierno ha permitido el crecimiento actual y que tengamos la posibilidad de debatir lo que queremos cambiar o dejar como está, porque eso es también la democracia que construimos.

Han ido cayendo todas las acusaciones. Su familia es pobre, él y su mujer viven bien, pero de su trabajo que está registrado internacionalmente. Por donde lo miren es una persona capaz de servir, con el peso adicional de la experiencia. Porque la política es un servicio o no sirve para nada. Estamos hartos de elegir presidentes que se comportan como emperadores o reyes para imponerse a los demás y no para ser sus servidores. Toledo jamás nos tratará como los artículos de “El perro del hortelano” ni dirá que hay peruanos de segunda categoría o nos pateará por la espalda o nos abofeteará desde la protección de su guardia.

Necesitamos una profunda reforma del Estado, que haga de cada cargo público un servidor de los demás. Toledo puede hacerlo y por eso lo apoyo. Sigue leyendo