Aquí va un artículo que escribí hace poco tiempo, durante un viaje a Venezuela.
La Responsabilidad Social Universitaria: ¿Cómo entenderla para quererla y practicarla?
Buena lectura!
François Vallaeys
¡Mitakuye Oyasin!
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Del Titanic planetario al Arca de Noe
El pensador Edgar Morin lo decía hace algunos años: “Estamos en un Titanic”. Nuestro planeta tierra se ha transformado en poco tiempo en un lujoso barco, con toda la tecnociencia deseable a disposición de los que pueden vivir en primera clase. Pero no tiene rumbo, ni brújula. Y desde lo alto de su orgullo y autosatisfacción, se dirige de frente hacia su propia desaparición.
La pregunta esencial el día de hoy, es de saber si Homo Sapiens, el bípedo sin plumas, es una especie sostenible o no. Nadie puede responder a esta pregunta, pero cualquiera puede entender 2 cosas sencillas:
1) Homo Sapiens es una especie en peligro de extinción, por su propia culpa.
2) Homo Sapiens es el único ser que puede contestar a la pregunta por su sostenibilidad, responsabilizándose por su propio futuro.
En efecto, sólo nosotros, los Homo Sapiens podemos decidir cambiarnos de nave, pasar del Titanic al Arca de Noe. Claro está que el Arca de Noe es un barco mucho menos lujoso: hecho de sencilla madera, todos tienen que hacer sitio para todos, sin privilegios, con necesidad de tolerar como vecinos a especies diferentes de la nuestra, con un mal olor persistente debido a la presencia de los animales a nuestro lado… estamos bien lejos de las 5 estrellas del Titanic, aunque nada nos dice que las condiciones de estadía en el Arca de Noe no estén mejor para los Homo Sapiens pobres que las de la tercera clase del Titanic, en los cuales tienen que amontonarse en este momento todos los que no se pueden pagar las Suites de primera clase!
En fin, el Arca de Noe es otro concepto, otra nave, otro viaje. Es el viaje de la sostenibilidad, todos juntos porque todos necesarios al mantenimiento de la vida, contra vientos y lluvias. Pero es también el viaje del sentido, porque si pudiéramos estar seguros de que la humanidad se va a acabar dentro de pocas décadas, desde ahora ya nadie tiene sentido para nosotros, ni que yo escriba estas líneas, ni que tú las leas. Porque, pensémoslo, todo lo que hacemos tiene sentido en cuanto se coloca en un horizonte futuro posible. Razón por la cual Kant decía que, al mismo tiempo que tenemos deberes morales, tenemos también el deber de esperanza, es decir el deber de tener fé en que el Bien le puede ganar a la maldad, la inteligencia a la estupidez, y la justicia a la impunidad. Porque sin esta fé en el futuro, todo perdería sentido, hasta el mismo cumplimiento del Deber moral.
Pero este Deber de Esperanza no es pasivo, no es una mera “espera” de que venga la salvación de algún Dios. Es la esperanza del militante que actua para realizar su sueño.
Ya los científicos han calculado que, si nos morimos todos en una guerra nuclear, peleando por beber el último vaso de agua potable, los seres encargados de reempezar la evolución de las especies hacia mayor complejidad e inteligencia serán los PULPOS que viven en el fondo de los océanos, porque son los seres ya los más complejos e inteligentes que hay y serán capaces de resistir a las radiaciones. Si esto es verdad, significa que es muy posible que nuestros nietos sean… pulpos!
Personalmente, no me agrada la idea. Quiero que mis nietos sean lindos bebitos, sanos y felices. También quiero a los pulpos, pero en mi plato, con una rica salsa al olivo como se sabe preparar en el Perú!
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Responsabilidad Social Universitaria y Voluntariado filantrópico
Tengo una inquietud a propósito de la Responsabilidad Social Universitaria que yo mismo ayudo en promover: es que ciertas de las Universidades que se re-orientan hacia ella, dejando atrás el paradigma de la extensión y proyección social heredado de la Reforma de Córdoba, confundan “superación de una visión meramente filantrópica” con “supresión de la filantropía”, y empiecen a, como se dice en Francia, “botar al bebé junto con el agua sucia de su baño”.
Está bien claro que la mera “proyección social voluntaria” está muy lejos de constituir una auténtica responsabilidad social universitaria. Esto no quiere decir que debemos dejar de promover los proyectos sociales de voluntariado estudiantiles y docentes, sino al contrario empezar a vincularlos sistemáticamente con la academia y la investigación. Así (1) se mejora a dichos proyectos, que dejan de ser asistencialistas para complejizarse, servir fines de desarrollo genuino, ser más ciudadanos y menos paternalistas, más reflexivos y no sólo emocionales, articular la ayuda con producción y difusión de conocimientos, etc. Y (2) se mejora la academia, teniendo cursos más relacionados con la solución de problemas sociales y ambientales reales, métodos pedagógicos más solidarios y responsables, estudiantes mejor educados para ser agentes de desarrollo activos, ciencias más humanizantes y humanizadas, etc.
Temo que algunos no entienden bien esto. Y luego tenemos el riesgo de que la RSU sirva de (buen) pretexto para quitarles todo apoyo a los que quieren ayudar a los demás, permitiendo así un sospechoso “ahorro” de la Universidad, para con todos los miembros de su comunidad que entienden su papel en ella desde el espíritu filantrópico y solidario, acusados de ser unos cavernícolas de la benevolencia. En realidad, la filantropía es PARTE de la Responsabilidad Social, sin ser TODA la Responsabilidad Social que una organización debe de promover en su seno.
Espero que esté claro para mis lectores ¡que aquí de paso saludo! Para que quede más claro, invito a todos los jóvenes peruanos entre 18 y 30 años a participar de esta linda iniciativa de ESSALUD: el programa de voluntariado KURAME para ayudar en los Hospitales a todos los que lo necesitan. Me parece muy buena idea, y buena fórmula: “25 mg de voluntad, 25 mg de compromiso, 50 mg de conciencia social” (se puede escribir a voluntariado@essalud.gob.pe para tener más precisiones). ¡A ver si le damos este medicamento a nuestras universidades enfermas de sí mismas! Sigue leyendo
Respuestas a preguntas sobre Responsabilidad Social Universitaria
He aquí mis respuestas a preguntas acerca de la RSU formuladas por la Mtra. Mariela Torres Pernalete, Jefa del Departamento de Servicio Social de la Dirección de Programas Estudiantiles y Servicio Social de la Universidad de las Américas Puebla (UDLA).
1. UDLA: Responsabilidad Social. ¿En que consiste esto, a que se refiere?
François Vallaeys: La Responsabilidad Social es, para una organización o institución, su política de calidad ética orientada hacia el desarrollo humano sostenible, basada en el diagnóstico y la gestión de todos los impactos y efectos colaterales que el funcionamiento de dicha organización puede generar, tanto hacia dentro como hacia fuera de sí misma, en diálogo y asociación con los diferentes grupos interesados en su buen desempeño, cuidando de mantener una coherencia entre la misión institucional declarada y la práctica.
Las grandes áreas temáticas de la Responsabilidad Social de las organizaciones son:
• La calidad de sus productos o servicios, entendida como mejoramiento continuo hacia la eliminación de todo efecto colateral negativo en el proceso de producción de dichos productos o servicios.
• El buen gobierno organizacional en términos de transparencia, respeto a las leyes y los Derechos Humanos, buen trato a las personas, justicia distributiva, democracia interna, lucha contra la corrupción y la explotación, etc.
• La sostenibilidad de la huella ecológica de la organización, incluyendo no sólo la optimización de los impactos ambientales de los procesos (cuidado reactivo), sino la educación ambiental del personal y la participación social en el cuidado del planeta (cuidado proactivo).
• La participación social de la organización en el desarrollo humano sostenible de la comunidad, creando Capital Social y cooperando desde diversos niveles de vínculo social (gremial, local, nacional, internacional…).
2. UDLA: ¿Cual es la utilidad, impacto o bondades de la RSU para los estudiantes universitarios?
François Vallaeys: Son numerosas bondades. Evoquemos las principales:
Primero, porque la Universidad se obliga a tener una política de mejoramiento continuo de su formación académica e investigación, orientada al desarrollo humano sostenible y basada en diagnósticos acerca de lo que está realmente aprendiendo el estudiante y del impacto de los conocimientos que produce y trasmite.
Segundo, tal mejoramiento continuo de la formación implica mayor diálogo y sinergia entre los actores universitarios, incluyendo a los estudiantes, que pueden tener un papel más activo en la formulación de sus estudios y el funcionamiento de su Universidad.
Tercero, la formación universitaria socialmente responsable conduce a articular en forma estrecha la capacitación profesional con la consideración y solución de problemas sociales, lo que garantiza tanto una mejor formación ciudadana del estudiante como un vínculo más estrecho entre su especialización académica y el entorno profesional y social en el cual deberá poner en práctica sus conocimientos. Luego, es preciso pensar que una Universidad socialmente responsable mejora las oportunidades laborales de sus egresados.
Cuarto, al mejorar sensiblemente el ambiente mismo del campus, la práctica diaria de valores éticos, el clima laboral sano entre las personas, una Universidad socialmente responsable se vuelve más atractiva y placentera para todos sus actores.
3. UDLA: ¿La Responsabilidad Social les interesa a los estudiantes?
François Vallaeys: Les interesa mucho. Los estudiantes ven y sienten que el mundo está cambiando y debe cambiar. Se entusiasman a menudo por las iniciativas en pro del desarrollo humano y sostenible. Quieren que su formación profesional tenga un sentido no solo personal y económico sino social y ético. En la Pontificia Universidad Católica del Perú, hemos podido diagnosticar que el 93% de los estudiantes quisieran que uno o varios cursos de su carrera se dicten bajo la forma del aprendizaje basado en proyectos sociales. Pero lo dramático es cuando una Universidad, sin querer queriendo, desalienta este buen ánimo social y convence a sus estudiantes que lo único importante es: la nota, el éxito personal a cualquier costo, el futuro salario, la competencia especializada estrecha…
4. UDLA: Una universidad que incorpore la Responsabilidad Social en su proceso formativo y en su gestión, la hace más atractiva, ¿porqué?
François Vallaeys: Ya hemos hablado de la atracción que la RSU puede provocar en los estudiantes, pero es obvio que otros públicos desean Universidades socialmente responsables. La sociedad civil organizada para la promoción del desarrollo humano sostenible se beneficiará obviamente con una Universidad que pueda investigar e innovar en torno a los problemas sociales actuales, así como inspirar a sus egresados a ser ciudadanos comprometidos y participativos. Pero el medio empresarial también está cada vez más interesado en emplear a profesionales con competencias en Responsabilidad Social, puesto que las empresas anticipan claramente ahora las nuevas exigencias éticas y legales que la globalización económica trae consigo misma. La “inteligencia social” del egresado universitario va a ser cada vez más valorada por las empresas.
5. UDLA: ¿Por qué Ud. considera importante incluir el paradigma del pensamiento complejo en la dinámica de la responsabilización social universitaria?
François Vallaeys: No hay Responsabilidad Social posible en las organizaciones (y mucho menos en las Universidades), sin el pensamiento complejo. La gestión de los impactos y efectos colaterales, que es el corazón de la Responsabilidad Social, así como el diálogo y la asociación con las diversas partes interesadas, implican como condición sine qua non la práctica de una actitud transdisciplinaria, la articulación interdisciplinaria, y la superación de los enfoques especializados estrechos ciegos a los efectos colaterales y las intersolidaridades implicadas en cualquier acción humana de envergadura.
El principio rector de la ética de la Responsabilidad Social es el principio de la ecología de la acción de E. Morin:
“Toda acción escapa cada vez más de la voluntad de su autor a medida que entra en el juego de las inter-retro-acciones del medio en el cual interviene”
Una Universidad que decide ser socialmente responsable, decide al mismo tiempo empezar a luchar contra la “inteligencia ciega” de la compartimentalización de los conocimientos y carreras en la estructura misma del saber académico, dividido hasta el día de hoy en Facultades y Departamentos más o menos estancos.
6. UDLA: ¿Cuales son las conductas socialmente responsables?
François Vallaeys: Son todas las conductas que cuidan de los efectos colaterales globales y permanentes de nuestras acciones locales y puntuales. Por ejemplo:
Una Facultad decide revisar periódicamente la temática curricular de la enseñanza que imparte, con participación de docentes, estudiantes y actores externos interesados y “afectados” por la calidad profesional y actitudinal de los egresados de dicha Facultad.
La administración de una Universidad interroga a los diversos actores internos para saber qué tipo de capacitación debe de dar al personal administrativo, para solucionar problemas en el servicio impartido a la comunidad universitaria.
Una Universidad implementa un sistema de gestión y educación ambiental para toda la comunidad universitaria.
7. UDLA: Si se incorpora un programa de Responsabilidad Social en la universidad, ¿hay formas de evaluar el éxito del mismo?, ¿en cuanto tiempo podremos ver estos beneficios?
François Vallaeys: Sí, siempre hay forma de evaluar el éxito de una acción organizacional, con tal que no se quede en discursos y buenas intenciones superficiales. Al instalar el programa, se debe de formular los indicadores de calidad que permitan medir el impacto de dicho programa. El tiempo necesario para ver los beneficios depende de los programas implementados. Como estamos en los inicios de la RSU, no hay todavía prácticas generalizadas, instrumentos consensuados y estandarizados, certificaciones específicas de RSU disponibles. Somos pioneros en esta nueva forma de considerar y transformar la Universidad en su espíritu y en su cotidianeidad.
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Responsabilidad Social Universitaria: Definición y Estrategias
Otra vez estoy en deuda con mi blog que tengo ahí abandonado! Es que tuvé también muchos viajes ultimamente. Las asesorías en Responsabilidad Social Universitaria me han conducido a Caracas, al Encuentro RSU de la RED AUSJAL (que agrupa a todas las Universidades latinoamericanas confiadas a la Compañía de Jesus) en el cual estaba invitada también la Red chilena “Universidad Construye País”, y después en México en la UDLAP y el TEC de Monterrey. Hemos logrado ahora importantes consensos en torno a las 5 políticas principales de la RSU que puede servir de base a los futuros consensos y estándares:
Aquí les pongo el ppt que he presentado, puede interesar los que quieren entender la RSU no como bla bla bla, sino como una política de gestión de los impactos universitarios, desde las exigencias de una ética de 3 G.
Presentacion RSU Encuentro AUSJAL Junio 07
Esta presentación es el resultado de mis últimas reflexiones e investigaciones sobre el tema. Obviamente le debe mucho a muchos amigos y colegas, como Cristina De La Cruz y Pedro Sasia de la Universidad de DEUSTO, que nos han aportado el año pasado durante el seminario RSU que hemos realizado en la PUCP con diversos invitados internacionales (Octubre 2006) sus conocimientos y hoja de ruta RS que retomo aquí:
(1) Hay que diagnosticar lo que está pasando en la organización, (2) comparar con lo que se declara (las buenas intenciones de la Misión y Visión), (3) planificar las áreas de mejora en base a las incongruencias detectadas.
En ese sentido es muy importante definir la RS en estos términos: DECIR LO QUE SE HACE (ser transparente en su rendición de cuentas) y HACER LO QUE SE DICE (ser congruente con sus pretensiones).
También esta presentación le debe mucho a mi amigo Luis Carrizo, vicerrector de CLAEH (Uruguay) sobre todo la parte de articulación de la política universitaria con las políticas públicas y la agenda de desarrollo.
Y por supuesto a todos los compañeros de ruta en todas las Universidades que he podido visitar en los últimos años, en Chile, Argentina, Paraguay, Colombia, Venezuela, México, a los colegas alumnos y tutores del curso de la OEA, los colegas de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Etica y Desarrollo, mis alumnos del MBA de CENTRUM CATOLICA, mis colegas de la Universidad ULADECH en Chimbote, mis colegas de la DARS en la PUCP.
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Cuento Las Lagartijas
Aquí va un pequeño regalito: El cuento africano “las lagartijas”, en mi versión (extraída del espectáculo “Hace Tiempo que Nunca”, 1999, con Rafo Ráez (guitarra), Mauricio Alvarez (batería) y Carlos Gonzalez (Teclado)). Nos permite entender dos cosas articuladas: (1) que es necesaria la voluntad de solidaridad, (2) que los problemas sociales afectan todo el campo social en sus efectos colaterales, razón por la cual es necesario concebir la Responsabilidad Social en términos de “gestión de impactos”. Desde esta visión de gestión de impactos, la solidaridad (ética) se relaciona con el interés (es mi ventaja y tu ventaja ser solidario), puesto que somos todos intersolidarios de hecho (lo que hace uno afecta al otro siempre). Luego, podemos olvidarnos de la “abnegación” y la “acción desinteresada”, que son perspectivas importantes desde una ética de primera generación, pero que se vuelven características perfectamente inútiles e irrelevantes para pensar el acto moral, desde un enfoque complejo de tercera generación.
Después de escuchar este cuento, pregúntate: ¿el perro está animado por buenas intenciones desinteresadas o más bien por el interés de no arriesgar consecuencias negativas por la pelea de las lagartijas (como efectos colaterales globales de la fechoría local)? Como puedes ver, es imposible decidir, y no tiene ninguna importancia decidir. Es irrelevante saber los motivos que animan a las personas cuando cuidan de la morada común (Ethos), lo único importante es que cuiden efectivamente la morada común. ¿Por qué? porque el problema no es de saber si estas personas SON buenas o no (problema de primera generación, de por sí imposible de resolver e irrelevante) sino sólo de saber si la morada está cuidada (si las acciones de cuidado están BIEN). Es pues un problema de ética política (hacer las cosas bien) y no de ética personal (ser bueno).
Por culpa de una ética centrada en el irrelevante problema metafísico (es decir vano y sin solución) de la buena voluntad personal, hemos pasado siglos en blablabla ético-religioso y en acciones perfectamente ineficaces para el cuidado de la casa común, porque sólo se cuidaba de las buenas intenciones pulcras y de los efectos directos puntuales de la acción moral. El resultado fue (1) la reducción de la ética a la beneficencia puntual filantrópica, algo así como llevar un vaso de agua al desierto y pretender así regarlo (o bien plantar un solo árbol en el desierto y felicitarse por lo bueno que es uno); (2) el descuido total de la morada común, de los impactos colaterales de la suma de las acciones individuales, lo que nos conduce hoy a los riesgos de inhabitabilidad general del globo terrestre; (3) la separación tajante entre ética y eficacia, buena voluntad y estrategia política, blablabla ético-filosófico y ciencia.
Si seguimos hoy con este exclusivo enfoque de primera generación que provoca POR DEFINICION estos 3 efectos colaterales dañinos, podemos esperar efectivamente que nuestras “buenas intenciones” terminarán llevandonos al infierno. Recién a partir del final del siglo XVIII se inventó un modo de instituir una primera ética política a la vez justa y eficaz: los Derechos Humanos y el sistema democrático (división de los poderes, transparencia de los actos públicos, vigilancia ciudadana, negociaciones colectivas, etc.), lo que yo llamo “ética de segunda generación”. Hoy sabemos que no es suficiente, que incluso una sociedad justa y desarrollada puede ser insostenible. Razón por la cual hay que inventar una segunda generación de ética política eficaz: es la Responsabilidad Social de las organizaciones concebida como gestión de todos los impactos colaterales de la actividad colectiva. Basada en el principio complejo de la “ecología de la acción” (Edgar Morin), esta nueva ética, de tercera generación, tiene características nuevas que nos alejan mucho de un paradigma mental de primera generación, por lo que no es fácil en el inicio acostumbrarse a pensar de otro modo. Pero es necesario, urgente y posible. ¡Trata! y verás que, efectivamente, no importa para nada las intenciones que animan al perro, sino sólo separar a las lagartijas.
Mitakuye Oyasin!
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La ideología “bio” se vuelve insostenible cuando la recuperan los rapaces
Ya que un lúcido lector me ha hecho dar cuenta de la estrecha relación que existe entre comportamientos insostenibles y estupidez, quiero aquí alertar sobre una gran estupidez que se arriesga cometer en América Latina en nombre de las fuentes de energía limpias, la ecología y los bionegocios. Es el paso irreflexivo de un uso insostenible de la gasolina petrolera a un uso tan insostenible de las gasolinas verdes. Es muy importante ver que la lógica de la sostenibilidad eco-nómica y eco-lógica, no se situa en el mero reemplazo de productos “sucios” por productos “limpios o naturales”, sino en un análisis permanente de todos los efectos colaterales a la actividad económica, para elegir a las iniciativas las más adecuadas. Lo que significa, en el caso de los conbustibles, utilizar una pluralidad de fuentes de energía, congruentes con el autodesarollo local, convivenciales (es decir, según Illich, que puedan ser utilizadas por los usuarios y no que se pongan a utilizarlos a ellos y alienarlos a un determinado sistema de producción y consumo). Mucho cuidado con un uso indiscriminado de las gasolinas agrícolas que, si bien pueden reemplazar al petroleo para el transporte vehicular, no deben de impedir que la gente se alimente, ni agotar los recursos de agua. Como no soy un especialista en estos temas, les mando a un buen link de los blogs pucp sobre este asunto: ¿Bio o business? de Arturo M. Lozza, Red Eco Alternativo
http://blog.pucp.edu.pe/item/9757
Moraleja: la ideología economicista monopólica es siempre insostenible, incluso cuando quiere producir de modo “ecológico”.
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Ética e Interés
Mi amiga y colega Susana Frisancho, psicóloga de la PUCP especializada en temas de desarrollo moral, escribe en su blog lo siguiente:
Mi amigo Francois Vallaeys y yo discutimos siempre respecto a si existe o no compatibilidad entre ética y empresa. Yo soy una convencida de que por más intentos que se hagan de ligar ambas cosas -y reconozco que algunos son serios y bien intencionados- en algún nivel más o menos profundo según el caso ética y empresa son conceptos (y realidades) incompatibles. Dentro del contexto de la Responsabilidad Social de las empresas, por ejemplo, Francois opina que no importa la razón o motivación por la que una empresa decide incorporar prácticas éticas. Lo importante es que lo haga, pues ya la mera acción es ética. Pueden leer su posición aquí. Yo discrepo con él en esto pues que las motivaciones de las personas no importen me preocupa, y muy profundamente. Aunque entiendo que es mejor que alguien “se porte bien” aunque sea por intereses mezquinos (o porque lo obligan) a que no lo haga, también entiendo que cuando las motivaciones no son genuinas, los comportamientos no perduran… además de que para mí solo una motivación y justificación ética convierte en ética a la acción, la que no puede ser nunca ética por sí misma. Por lo tanto, además de fortalecer los sistemas legales y la vigilancia ciudadana para forzar a “portarse bien” a los que no desean hacerlo, también -y aquí está mi sesgo psicológico- me preocupa, y mucho, qué pasa con los sistemas motivacionales, afectivos y cognitivos de las personas para que aquellos que desean vivir una vida al margen de la ética empiecen a desearlo cada vez menos.
Esta interesante crítica me permite precisar lo que entiendo por “ética de tercera generación”.
Desde un enfoque de “ética personal” (ética de primera generación) Susana tiene razón: solo una motivación ética convierte en “buena” la acción. Kant ha escrito al respecto páginas definitivas en su distinción entre actuar “conforme al deber” (actuar rectamente pero con cualquier otro motivo) y actuar “por deber” (actuar rectamente con voluntad de actuar bien, por respeto al deber moral mismo). Efectivamente, si yo ayudo a una persona ciega a cruzar la calle porque mi enamorada me está mirando y quiero que me admire, mi acto no es moral, es un acto interesado que utiliza un comportamiento moral (ayudar a mi prójimo) para lograr un propósito finalmente personal y egoísta. Lo que me motiva es “el amor a mí mismo” como dice Kant. Por eso, en un enfoque ético así, a fin de cuentas, la ética y el interés terminan siempre por entrar en conflicto, y es sólo cuando he superado mi sometimiento a mi egoismo que accedo al ámbito de la buena voluntad, de la autonomía moral, con intenciones realmente morales.
Pero el mismo Kant distinguía nítidamente en su filosofía moral la parte individual (búsqueda de la virtud) de la parte colectiva, jurídico-política (búsqueda de la justicia), para la cual ya no pensaba necesaria una motivación moral para que el acto sea bueno: “la solución del problema político (de instituir una sociedad justa) es posible incluso para un pueblo de demonios, con tal que tengan un poco de inteligencia” declara Kant en su ensayo sobre la Paz Perpetua. Y resalta en su filosofía jurídica que la gran distinción entre Derecho y Etica es que puede existir una coacción externa para que el derecho se acate (el miedo a la carcel por ejemplo) mientras que para ser virtuoso, sólo puede existir una coacción interna (forzarme a mí mismo a querer el bien por el bien).
Ahora bien, es preciso ver que lo que yo llamo “ética de segunda generación (ética social de búsqueda de la justicia)” y “ética de tercera generación (ética global de búsqueda de la sostenibilidad)” entran en la segunda categoría de las “éticas políticas” en cuanto sus deberes e imperativos categóricos (sus principios universales) NO NECESITAN de una automotivación a la bondad por la bondad para realizarse, sino que pueden utilizar incluso el INTERES EGOISTA para instituirse: Un dictador aceptará reformas democráticas para que no lo linchen, un pueblo defenderá la democracia para comer más pan, una sociedad se volverá más ecologicamente sustentable para no arriesgar escasez de agua, una empresa será socialmente responsable para consolidar su posición en el mercado, etc. En todos estos casos, un progreso moral (mayor universalización de los patrones de convivencia) se consigue gracias al interés particular bien entendido (los demonios tienen que tener inteligencia al menos!). Es lo que Kant llama la “astucia de la naturaleza” (que utiliza su contrario para lograr su fin) y que Hegel le retomará para pensar su famosa “astucia de la razón”.
Se me podría objetar: “Pero entonces, lo que tú llamas “ética de 2da y 3ra generación” no es propiamente “ética” sino meramente “política”, reservemos la palabra ética para los asuntos de la buena voluntad personal“. Mi respuesta es ¡No!, por varias razones:
1. La búsqueda de la Justicia y la de la Sostenibilidad tienen sus leyes morales , sus imperativos categóricos, al igual que la Bondad. El hecho de que puedan utilizar el interés egoísta para lograr su realización no disminuye la validez moral universal de sus principios: “buscarás la justicia y la paz” “buscarás la sostenibilidad de tu modo de vida”, son imperativos categóricos que DEBEMOS acatar, cual sea nuestra motivación para hacerlo.
2. Es obvio que lo que le interesa a la moral es la efectividad de los comportamientos rectos: que haya más paz entre nosotros, menos fechorías, etc. Y esto, no se logra meramente con la purificación de las intenciones personales, sino con toda una serie de estrategias astutas en el entorno de las personas que desalienten el mal comportamiento y promuevan el buen comportamiento. Es importante recordar en ese sentido que Ethos significa al origen morada. La ética es la reflexión acerca de cómo debemos organizar la morada, reflexión estratégica sobre el clima, la ambientación, el acondicionamiento del entorno, que va a facilitar los buenos comportamientos y dificultar los malos. No es propiamente una reflexión sobre la pulcritud del corazón (que es más un problema religioso que un problema ético). Por eso, invito a mi amiga psicóloga a ver la problemática ética menos en términos psicológicos individuales y más en términos sociológicos sistémicos.
3. Reducir la ética a una problemática meramente personal es una estrechez finalmente desesperante, porque no tendríamos más remedio para actuar a favor de un mundo mejor que de esperar la iluminación divina de todos los corazones: la ética ya no se podría ni enseñar, ni operar, ni gerenciar, sería un inefable íntimo que algunos tendrían y que otros no, y todos nuestros esfuerzos educativos, políticos, administrativos, pedagógicos, jurídicos, gerenciales, se perderían en el misterio intocable de la “buena voluntad”.
4. Los grandes problemas de hoy son todos sistémicos: piden más responsabilidad por las consecuencias y más gestión de los impactos colaterales que un mero control de la pulcritud de las intenciones. Por eso deben de ser tratados a partir de una ética renovada, más sistémica que personal, tomando en cuenta el principio de la “ecología de la acción” (Morin). Ver artículo aquí.
Para volver a lo que dice Susana, es verdad que las motivaciones importan, y que más vale confiar las reformas sociales y globales a personas bien intencionadas y automotivadas a la justicia y a la sostenibilidad, que a demonios inteligentes. Pero esto no debe significar que vamos a apostar para que todos tengan buenas intenciones (un mundo de ángeles), ni que ética e intereses son incompatibles. Más bien, seamos astutos, utilicemos las escasas buenas intenciones de hoy para conseguir una masa crítica que permita instituir hábitos, leyes, reglas, barreras y coacciones que vayan impidiendo mañana que los que no tienen buenas intenciones puedan seguir operando con facilidad y éxito. Esto es toda la estrategia de la Responsabilidad Social: en el inicio, unos pioneros conciben y acatan los buenos comportamientos organizacionales. Después van creando estándares y seguidores entusiastas. Después, estos estándares se vuelven moda, luego prestigio, luego hábito, luego obligación. Y al final todo el mundo los sigue! Miremos cómo, por ejemplo, la noción de “derechos laborales” y “vacaciones pagadas” ha ido ganando y universalizándose (falta mucho todavía, por supuesto, pero comparemos por favor la situación actual con la del siglo XIX). No fue por buena voluntad filantrópica de los empresarios (aunque algunos sí también), y sin embargo, hoy los empresarios pueden incluso utilizar medidas de bienestar laboral de sus trabajadores para conseguir mayor rentabilidad y calidad en su empresa. Entonces, ética e interés pueden convivir, felizmente!
Otra cosa. Cuando Susana dice: “cuando las motivaciones no son genuinas, los comportamientos no perduran”, tiene razón mientras no hemos acomodado el entorno (estrategia ética de 2da y 3ra generación) para que los comportamientos perduren aunque no haya motivación genuina. Esto se llama instituir costumbres, reglas y leyes… y éstas permiten al final: “que aquellos que desean vivir una vida al margen de la ética, como dice Susana, empiecen a desearlo cada vez menos”, porque ven por todos lados que si tienen un comportamiento oportunista (free rider) no les va a ir bien: van a perder a sus amigos, van a tener problemas legales, van a tener menos éxito social, etc. Claro que lo mejor es tener a personas que puedan acatar el deber moral por deber, pero no nos ilusionemos con las personas que no lo quieren. A ellas, lo mejor es de demostrarles que deben seguir el deber como un imperativo hipotético: “Si quieres que tus intereses no se frustren, entonces sé moral y cumple con tus deberes”.
En ese sentido, yo sí tengo fe en que la Responsabilidad Social de las Organizaciones no es una moda pasajera, sino algo que ha venido para quedarse, que los Tratados de Libre Comercio van a dinamizar muy rápidamente en nuestro medio todavía desconfiado, tibio y envuelto en una mala lectura filantrópica de primera generación que lo confunde todo más que ayuda a aclarar las cosas (porque siempre nos pide una moral concebida como sacrificio abnegado, por lo que al final, el único resultado es de hacer de la moral un blablabla ineficiente y un engaño: “peco pero rezo, entonces empato”). La transformación paulatina de la filantropía en responsabilidad social es una buena noticia. Significa que la moral entra en el corazón de la gestión de las organizaciones, y deja de ser un asunto marginal de gasto social de las sobras. Yo vislumbro un presente y un futuro cercano en el que ser socialmente responsable será un excelente negocio, porque hacer negocio de otro modo será cada vez más despreciado por las personas y prohibido por las leyes.
Gracias Susana! sigamos buscando juntos!
François Vallaeys Sigue leyendo
Crítica al Desarrollo y la Racionalidad por Castoriadis
Después de largas semanas de silencio, dedicadas a escribir un curso virtual sobre “¿Cómo enseñar ética, capital social y desarrollo en la Universidad? Estrategias hacia la Responsabilidad social Universitaria” que se dicta desde el Portal educativo de las Américas de la OEA, vuelvo a mi blog. Disculpe la ausencia! Les debo pues un regalito. Aquí va: es un texto de Cornélius Castoriadis, filósofo, economista y psicoanalista griego-francés que es, en mi opinión, uno de los pensadores más importantes del siglo XX. Escribió en el inicio de los 90 un texto para un Foro en Colombia que es una poderosa crítica a la noción común de desarrollo y, más allá, denuncia las trampas de una visión simplificadora de la racionalidad.
Es un poderoso texto para entender cuáles deberían ser nuestras urgencias éticas y epistemológicas de trans e interdisciplinariedad desde la Universidad, para que podamos realmente ser Socialmente Responsables, y contribuir en un verdadero desarrollo de nuestros países latinoamericanos. Aquí va el texto, ligeramente editado para que no sea demasiado extenso.
Reflexiones sobre Desarrollo y Racionalidad – Castoriadis Sigue leyendo
Etica de tercera generacion (parte 5)
Después de haber analizado los límites de la ética de primera generación (basada en la bondad de la relación interpersonal) y los de la ética de segunda generación (basada en la justicia de la estructura social gracias al reconocimiento de los derechos de todas las personas), y situado la raíz del problema de insostenibilidad de nuestra sociedad en la mala representación que el sujeto moderno se hace de sí mismo como de un ser separado de su propio planeta, podemos ahora esbozar los grandes rasgos de una ética de tercera generación, tal como la necesitamos hoy en nuestra época de globalización.
1) La ética de tercera generación es más compleja que las anteriores: tiene que integrar la Bondad y la Justicia dentro de la perspectiva de la Sostenibilidad.
No sirve ser solamente “buena gente” en forma personal y luchar por la igualdad de condición entre todos los miembros de la sociedad humana, si no se respeta las condiciones de habitabilidad del planeta, si no se considera la sostenibilidad global de las condiciones de vida que se promueve como buenas y justas. Por ejemplo, desde nuestra perspectiva, no puede ser ético promover que todos los habitantes del planeta tengan acceso a un automóvil personal. La ideología clásica del “Desarrollo” que incentiva que los pobres tengan acceso a las mismas facilidades de vida que los actuales ricos, sustentándose en la “equidad de oportunidad” como dogma pretendidamente indiscutible moralmente (desde el punto de vista de la ética de 2da generación), esa ideología es en realidad inmoral, porque quiere globalizar un modo de vida insostenible. Por eso, desde el punto de vista de la ética de 3ra generación, la confusión de la noción de “progreso” con aquella de bonanza económica para el mayor número de personas, dentro de las condiciones actuales modernas de residencia, es justamente la culpable de la insostenibilidad global de nuestra vida planetaria. El modo de vida en las actuales naciones desarrolladas es inmoral, porque insostenible, y el camino es de buscar un nuevo tipo de residencia planetaria que permita facilitar (a) la bondad de los individuos (sostenibilidad emocional), (b) la justicia de las relaciones equitativas (sostenibilidad económica y juridicopolítica), y (c) la sostenibilidad global de los efectos colaterales generados por la presencia de homo sapiens en la Tierra. Si faltara uno de estos componentes, temo que nuestro modelo de vida no nos permita esperar un siglo XXII.
2) El sujeto de la ética de 3ra generación no es solamente una “buena voluntad”, ni un mero “sujeto jurídico” políticamente comprometido con las injusticias de su sociedad. Es TAMBIEN un ser en conexión íntima con todo y que reconoce su vínculo y sus responsabilidades frente a todo, es decir al gran Todo planetario y a cada quien en él (Mitakuye oyasin), no sólo frente al prójimo o al alter ego humano.
Por eso, este Sujeto ético debe de tener muy en claro los impactos de sus acciones y la amplitud de su responsabilidad social y ambiental. Tiene visión sistémica de sus inter-retro-acciones, según el principio de la “ecología de la acción” (E. Morin), de las cuales toma conciencia como de sus propias acciones inmediatas. Es decir que no le basta ocuparse de sus acciones personales o sus buenas intenciones, investiga más bien permanentemente su influencia sobre los equilibrios globales. Con eso, es la casi totalidad de la enseñanza moral en el sistema escolar y universitario actual que se vuelve obsoleta. No solo obsoleta sino incluso inmoral, puesto que impide a los jóvenes acceder a la representación verdadera de las exigencias éticas que les toca hoy asumir. Una reforma radical de las currículas de “educación en valores” (o como quieren nombrarla) en los Colegios, Universidades y Escuelas profesionales, es su primera y más importante Responsabilidad Social frente a la época. Es una urgencia, un Deber.
3) El Sujeto Mitakuye oyasin de la ética de 3ra generación teje otro tipo de vínculo con el mundo. Se reconcilia con él y rehúsa la mera relación objetivadora e instrumental con el Planeta.
Esta nueva ética nos pide de algún modo superar la relación asimétrica Sujeto-Objeto. Lo que necesitamos pensar aquí para pasar del estrecho punto de vista de los derechos humanos al de la sostenibilidad, es que si somos “sujeto”, esto implica que el mundo no puede ser “objeto”, que la subjetividad del ser humano implica el poder subjetivo de la naturaleza: el mundo, o más bien el planeta, puede pensar y reflexionar, puesto que somos seres pensantes y reflexionantes, siendo seres nacidos del planeta. Esta afirmación es “escandalosa” solo para el cartesiano moderno que no puede pensar el “pensar” fuera de la ruptura total con “la materia”. Pero no lo es para alguien que reconoce que hay saber en los procesos naturales . La planta “sabe” captar la energía del sol, el pájaro sabe hacer su nido en círculo, y la naturaleza supo crear un ser inteligente capaz de reflexionar todo esto. Que este saber sea inconsciente no disminuye su valor. Pensar el corolario del sujeto en otros términos que el mero “objeto”, es éste el salto filosófico que permite no oponer el sujeto de la moral con “el resto”, sin descentrar la ética de la subjetividad humana (cosa que sería peligrosa e lógicamente improcedente). Desde la perspectiva de la sostenibilidad, no se puede definir al entorno del sujeto humano como mero decorum a disposición de su voluntad soberana.
No deberíamos más hablar de la morada tierra nuestra como de un mero “medioambiente”. Más bien, reconocernos como sujeto moral implica el reconocimiento concomitante del planeta como co-sujeto. Si aquí y ahora hay un sujeto que piensa, es que aquel lugar es el lugar del sujeto, no un fondo monócromo sobre el cual resalta, sino el lugar donde puede ser sujeto, la residencia de la dignidad infinita del sujeto: la morada del sujeto = la ética. Por eso resalto el origen etimológico de la ética como morada, sin abandonarme al relativismo y/o el chauvinismo comunitarista. Cuando la morada es toda la nave Tierra, en la cual estamos y somos todos responsables de que se parezca más al Arca de Noe que al Titanic, el relativismo local se confunde por completo con el universalismo global (propiamente la oposición pierde sentido).
4) A partir de estos 3 puntos fundamentales, podemos resumir varias características de lo que es una ética de tercera generación, aunque faltaría desarrollar más ciertos temas:
– Una ética del cuidado, pero basada en principios universales. Ensancha el campo del imperativo categórico de Kant hasta las relaciones sistémicas globales que devienen de la residencia planetaria de los seres racionales.
– Define su ideal de ser humano como Guardián amable y cariñoso de la Tierra (toda la tierra, con gases, minerales, vegetales y animales incluidos).
– Redefine al sujeto de la moral en términos de Mitakuye oyasin. (ver artículo).
– Su meta es hacer sostenible la residencia de los seres humanos, y por lo tanto justa y buena (porque la injusticia y la maldad son insostenibles). Por eso, pretende enriquecer y complejizar las otras dos generaciones de ética sin perder nada de lo que ellas aportaban al mundo.
– Relativiza la importancia de la pureza de las intenciones de la buena voluntad personal . No le sigue la cuerda a las éticas de primera generación: el tema de si estoy animado por buenos propósitos altruistas o por intereses personales no le interesa mucho, con tal que los resultados finales de mi acción sean sostenibles. El tema, por ejemplo, de las motivaciones que hacen que empresarios se dediquen a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) no importa, con tal que se preocupen y apliquen bien las herramientas de gestión de impactos que implica la RSE. Un empresario puede certificar su empresa en la norma SA 8000 por querer el bien de sus colaboradores o por querer tener una buena imagen en un mercado exigente y superar a la competencia. El resultado es el mismo: mayor justicia y sostenibilidad en la gestión de la empresa.
– Se preocupa por los impactos colaterales de las acciones tanto como por las acciones . La ética de 3ra generación se entiende solo a partir de la noción fundamental de “ecología de la acción” introducida por Edgar Morin, (ver artículo).
– Considera a la Ciencia como primer sospechoso, acusado, testigo y también principal rehabilitador de los males del planeta. Por eso el tema del saber, de los procesos que conducen al saber, de la agenda del saber, de la vigilancia del saber, (“Saber lo que se piensa, pensar lo que se hace”, Castoriadis) es su primer problema. Por eso también una ética de 3ra generación se ocupa particularmente del tema de la Responsabilidad Social de las Universidades (RSU) y de la ciencia en la época actual.
– Su atención no está sólo centrada en el Prójimo o la Humanidad, sino en el Planeta de nuestros niños (Mitakuye oyasin).
– Su gran peligro (¡todas las éticas lo tienen y pueden ser utilizadas para justificar el mal!) es el totalitarismo higienista de un Estado mundial tipo Big Brother que acabe con la libertad privada y la intimidad, y controle la “idoneidad” de todos nuestros actos gracias a instrumentos de fiscalización de alta tecnología controlados por una “policía ecológica” omnipotente. Entre esta solución totalitaria que acaba con la libertad, y la situación actual de libertad total que acaba con el planeta, deberíamos ser capaces de pensar en un justo medio.
– Disocia totalmente la responsabilidad de la autoría (no es porque no somos los autores de un hecho que no somos responsables de él, y de la reparación que implica la fechoría) y la disocia parcialmente del poder efectivo personal (no es porque yo no puedo cambiar tal situación insostenible que no deba responsabilizarme por su mejora: si no tengo “efecto” yo solo, juntos lo podemos tener).
– Su herramienta de gestión es la Responsabilidad Social de todas las organizaciones del mundo, que dentro de un futuro (ojalá) cercano, ya no deberían confundir la “libertad de empresa y asociación” con el libertinaje de hacer cualquier cosa con nuestra Tierra Patria. Por el momento, necesitamos mucha voluntad y automotivación por parte de los líderes organizacionales y los consumidores, después tendrá que ser ley y obligación, para finalmente volverse un hábito normal, un “ethos”.