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Etica de tercera generacion (parte 5)

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Kant global

Después de haber analizado los límites de la ética de primera generación (basada en la bondad de la relación interpersonal) y los de la ética de segunda generación (basada en la justicia de la estructura social gracias al reconocimiento de los derechos de todas las personas), y situado la raíz del problema de insostenibilidad de nuestra sociedad en la mala representación que el sujeto moderno se hace de sí mismo como de un ser separado de su propio planeta, podemos ahora esbozar los grandes rasgos de una ética de tercera generación, tal como la necesitamos hoy en nuestra época de globalización.

1) La ética de tercera generación es más compleja que las anteriores: tiene que integrar la Bondad y la Justicia dentro de la perspectiva de la Sostenibilidad.

No sirve ser solamente “buena gente” en forma personal y luchar por la igualdad de condición entre todos los miembros de la sociedad humana, si no se respeta las condiciones de habitabilidad del planeta, si no se considera la sostenibilidad global de las condiciones de vida que se promueve como buenas y justas. Por ejemplo, desde nuestra perspectiva, no puede ser ético promover que todos los habitantes del planeta tengan acceso a un automóvil personal. La ideología clásica del “Desarrollo” que incentiva que los pobres tengan acceso a las mismas facilidades de vida que los actuales ricos, sustentándose en la “equidad de oportunidad” como dogma pretendidamente indiscutible moralmente (desde el punto de vista de la ética de 2da generación), esa ideología es en realidad inmoral, porque quiere globalizar un modo de vida insostenible. Por eso, desde el punto de vista de la ética de 3ra generación, la confusión de la noción de “progreso” con aquella de bonanza económica para el mayor número de personas, dentro de las condiciones actuales modernas de residencia, es justamente la culpable de la insostenibilidad global de nuestra vida planetaria. El modo de vida en las actuales naciones desarrolladas es inmoral, porque insostenible, y el camino es de buscar un nuevo tipo de residencia planetaria que permita facilitar (a) la bondad de los individuos (sostenibilidad emocional), (b) la justicia de las relaciones equitativas (sostenibilidad económica y juridicopolítica), y (c) la sostenibilidad global de los efectos colaterales generados por la presencia de homo sapiens en la Tierra. Si faltara uno de estos componentes, temo que nuestro modelo de vida no nos permita esperar un siglo XXII.

2) El sujeto de la ética de 3ra generación no es solamente una “buena voluntad”, ni un mero “sujeto jurídico” políticamente comprometido con las injusticias de su sociedad. Es TAMBIEN un ser en conexión íntima con todo y que reconoce su vínculo y sus responsabilidades frente a todo, es decir al gran Todo planetario y a cada quien en él (Mitakuye oyasin), no sólo frente al prójimo o al alter ego humano.

Por eso, este Sujeto ético debe de tener muy en claro los impactos de sus acciones y la amplitud de su responsabilidad social y ambiental. Tiene visión sistémica de sus inter-retro-acciones, según el principio de la “ecología de la acción” (E. Morin), de las cuales toma conciencia como de sus propias acciones inmediatas. Es decir que no le basta ocuparse de sus acciones personales o sus buenas intenciones, investiga más bien permanentemente su influencia sobre los equilibrios globales. Con eso, es la casi totalidad de la enseñanza moral en el sistema escolar y universitario actual que se vuelve obsoleta. No solo obsoleta sino incluso inmoral, puesto que impide a los jóvenes acceder a la representación verdadera de las exigencias éticas que les toca hoy asumir. Una reforma radical de las currículas de “educación en valores” (o como quieren nombrarla) en los Colegios, Universidades y Escuelas profesionales, es su primera y más importante Responsabilidad Social frente a la época. Es una urgencia, un Deber.

3) El Sujeto Mitakuye oyasin de la ética de 3ra generación teje otro tipo de vínculo con el mundo. Se reconcilia con él y rehúsa la mera relación objetivadora e instrumental con el Planeta.

Esta nueva ética nos pide de algún modo superar la relación asimétrica Sujeto-Objeto. Lo que necesitamos pensar aquí para pasar del estrecho punto de vista de los derechos humanos al de la sostenibilidad, es que si somos “sujeto”, esto implica que el mundo no puede ser “objeto”, que la subjetividad del ser humano implica el poder subjetivo de la naturaleza: el mundo, o más bien el planeta, puede pensar y reflexionar, puesto que somos seres pensantes y reflexionantes, siendo seres nacidos del planeta. Esta afirmación es “escandalosa” solo para el cartesiano moderno que no puede pensar el “pensar” fuera de la ruptura total con “la materia”. Pero no lo es para alguien que reconoce que hay saber en los procesos naturales . La planta “sabe” captar la energía del sol, el pájaro sabe hacer su nido en círculo, y la naturaleza supo crear un ser inteligente capaz de reflexionar todo esto. Que este saber sea inconsciente no disminuye su valor. Pensar el corolario del sujeto en otros términos que el mero “objeto”, es éste el salto filosófico que permite no oponer el sujeto de la moral con “el resto”, sin descentrar la ética de la subjetividad humana (cosa que sería peligrosa e lógicamente improcedente). Desde la perspectiva de la sostenibilidad, no se puede definir al entorno del sujeto humano como mero decorum a disposición de su voluntad soberana.

No deberíamos más hablar de la morada tierra nuestra como de un mero “medioambiente”. Más bien, reconocernos como sujeto moral implica el reconocimiento concomitante del planeta como co-sujeto. Si aquí y ahora hay un sujeto que piensa, es que aquel lugar es el lugar del sujeto, no un fondo monócromo sobre el cual resalta, sino el lugar donde puede ser sujeto, la residencia de la dignidad infinita del sujeto: la morada del sujeto = la ética. Por eso resalto el origen etimológico de la ética como morada, sin abandonarme al relativismo y/o el chauvinismo comunitarista. Cuando la morada es toda la nave Tierra, en la cual estamos y somos todos responsables de que se parezca más al Arca de Noe que al Titanic, el relativismo local se confunde por completo con el universalismo global (propiamente la oposición pierde sentido).

4) A partir de estos 3 puntos fundamentales, podemos resumir varias características de lo que es una ética de tercera generación, aunque faltaría desarrollar más ciertos temas:

La ética de 3ra generación es:

– Una ética del cuidado, pero basada en principios universales. Ensancha el campo del imperativo categórico de Kant hasta las relaciones sistémicas globales que devienen de la residencia planetaria de los seres racionales.

– Define su ideal de ser humano como Guardián amable y cariñoso de la Tierra (toda la tierra, con gases, minerales, vegetales y animales incluidos).

– Redefine al sujeto de la moral en términos de Mitakuye oyasin. (ver artículo).

– Su meta es hacer sostenible la residencia de los seres humanos, y por lo tanto justa y buena (porque la injusticia y la maldad son insostenibles). Por eso, pretende enriquecer y complejizar las otras dos generaciones de ética sin perder nada de lo que ellas aportaban al mundo.

Relativiza la importancia de la pureza de las intenciones de la buena voluntad personal . No le sigue la cuerda a las éticas de primera generación: el tema de si estoy animado por buenos propósitos altruistas o por intereses personales no le interesa mucho, con tal que los resultados finales de mi acción sean sostenibles. El tema, por ejemplo, de las motivaciones que hacen que empresarios se dediquen a la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) no importa, con tal que se preocupen y apliquen bien las herramientas de gestión de impactos que implica la RSE. Un empresario puede certificar su empresa en la norma SA 8000 por querer el bien de sus colaboradores o por querer tener una buena imagen en un mercado exigente y superar a la competencia. El resultado es el mismo: mayor justicia y sostenibilidad en la gestión de la empresa.

Se preocupa por los impactos colaterales de las acciones tanto como por las acciones . La ética de 3ra generación se entiende solo a partir de la noción fundamental de “ecología de la acción” introducida por Edgar Morin, (ver artículo).

Considera a la Ciencia como primer sospechoso, acusado, testigo y también principal rehabilitador de los males del planeta. Por eso el tema del saber, de los procesos que conducen al saber, de la agenda del saber, de la vigilancia del saber, (“Saber lo que se piensa, pensar lo que se hace”, Castoriadis) es su primer problema. Por eso también una ética de 3ra generación se ocupa particularmente del tema de la Responsabilidad Social de las Universidades (RSU) y de la ciencia en la época actual.

Su atención no está sólo centrada en el Prójimo o la Humanidad, sino en el Planeta de nuestros niños (Mitakuye oyasin).

Su gran peligro (¡todas las éticas lo tienen y pueden ser utilizadas para justificar el mal!) es el totalitarismo higienista de un Estado mundial tipo Big Brother que acabe con la libertad privada y la intimidad, y controle la “idoneidad” de todos nuestros actos gracias a instrumentos de fiscalización de alta tecnología controlados por una “policía ecológica” omnipotente. Entre esta solución totalitaria que acaba con la libertad, y la situación actual de libertad total que acaba con el planeta, deberíamos ser capaces de pensar en un justo medio.

Disocia totalmente la responsabilidad de la autoría (no es porque no somos los autores de un hecho que no somos responsables de él, y de la reparación que implica la fechoría) y la disocia parcialmente del poder efectivo personal (no es porque yo no puedo cambiar tal situación insostenible que no deba responsabilizarme por su mejora: si no tengo “efecto” yo solo, juntos lo podemos tener).

Su herramienta de gestión es la Responsabilidad Social de todas las organizaciones del mundo, que dentro de un futuro (ojalá) cercano, ya no deberían confundir la “libertad de empresa y asociación” con el libertinaje de hacer cualquier cosa con nuestra Tierra Patria. Por el momento, necesitamos mucha voluntad y automotivación por parte de los líderes organizacionales y los consumidores, después tendrá que ser ley y obligación, para finalmente volverse un hábito normal, un “ethos”.

Mitakuye oyasin!
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