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Entrevista sobre Responsabilidad Social empresarial y universitaria

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Entrevista a François Vallaeys: Filósofo, Consultor internacional en Responsabilidad Social Universitaria, Asesor de la Dirección Académica de Responsabilidad Social (DARS) de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Profesor de Ética y Responsabilidad Social en el MBA de CENTRUM (Centro de Negocios de la PUCP), Colaborador en la Iniciativa Interamericana de Ética, Capital Social y Desarrollo del BID.

Gustavo J. Tondi (1): ¿Se dice que los conceptos de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y Responsabilidad Social Universitaria (RSU) todavía están en construcción. ¿Cómo las definiría usted?

François Vallaeys: Efectivamente están en construcción. La Responsabilidad Social es un movimiento joven, mundial, polimórfico, que involucra muchos actores de diversos horizontes y con diversos intereses. La Responsabilidad Social es un sistema de gestión en base a criterios éticos de justicia y sostenibilidad para lograr un desarrollo social y ambientalmente sostenible en la tierra. Se encarna como gestión de todos los impactos internos y externos que la organización produce. Lo que implica: diagnóstico regular del quehacer de la organización, acatamiento de estándares internacionales de buenas prácticas laborales y ambientales, participación de las partes afectadas por las decisiones de la organización (stakeholders), rendición pública de cuentas en todos los aspectos de la organización (la triple bottom line: económico, social y ambiental), trabajo en red con otras organizaciones para mitigar impactos negativos y maximizar impactos positivos (cadenas de valores, proveedores), promoción de alianzas para el desarrollo humano sostenible (Capital Social para el Desarrollo).

Esto vale para cualquier tipo de organización. La diferencia entre RSE y RSU surge al momento de diagnosticar cuáles son los impactos y quiénes son las partes afectadas. En la Universidad, tenemos impactos académicos específicos (educativos, epistemológicos, cognitivos) que, en la práctica, alejan mucho la RSU de la RSE.

Gustavo J. Tondi: ¿Cuál(es) considera que puede(n) ser la(s) causa(s) de la gran variedad de acciones que son realizadas y comunicadas desde muchas empresas, pero que en realidad no constituyen acciones de RSE?

François Vallaeys: La confusión persistente entre acción social benéfica (filantropía) y RS. Esta confusión es normal, la filantropía tiene varios siglos en el mundo organizacional y está en sintonía con nuestros patrones mentales ético-cristianos. Pero esta confusión es perversa: porque se torna muy cómoda cuando, por multiplicar acciones benéficas, una organización no quiere cambiar su sistema de gestión y sigue provocando impactos negativos (adentro y afuera) que no quiere contabilizar, que quiere seguir “externalizando” como en el modelo clásico de gestión en el cual todos los efectos colaterales se externalizan. En ese momento, la filantropía (de por sí muy buena) se torna perversa, se vuelve una pantalla cosmética para esconder la falta de RS. En resumen, más una organización genera acciones de beneficencia social sin cambiar su sistema de gestión, más se vuelve socialmente irresponsable, a pesar de su “bondad social”. Estamos en camino hacia el cambio de paradigma, ya se empieza a entender que la RS no es una serie de acciones para el prójimo, sino un sistema de gestión. Pero como es más exigente que la filantropía, como cuesta más en cuanto a los cambios de rutinas y la redistribución del poder, hay obviamente muchos intereses en seguir con el modelo de la filantropía: la filantropía es placentera (porque es placentero ayudar al otro), la RS duele (porque siempre duele diagnosticar sus incongruencias y cambiar sus rutinas para responsabilizarse por sus impactos negativos).

Gustavo J. Tondi: Las empresas de algunos sectores (ej. tabaco, petróleo u otras industrias contaminantes) son controvertidas a la hora de calificarlas como “socialmente responsables”. ¿Cree usted que hay alguna forma de revertir esta situación, más allá de hacer “cosmética” en las acciones y su comunicación?

François Vallaeys: Sí hay forma, la única diferencia es que si los impactos negativos son muy numerosos el sistema de gestión RS tiene que ser muy exigente y asociar a muchos socios en el esfuerzo de responsabilización y sostenibilidad. El petróleo es un producto fabuloso y muy útil, son nuestros patrones de uso que son insostenibles por el momento: quemar petróleo para hacer avanzar un vehículo es, en sí, una tontería. Sólo se debería usar el petróleo en la fabricación de materias necesarias al ser humano y que no podemos conseguir de otra forma. Podemos discutir si deberíamos erradicar el tabaco (personalmente no estoy de acuerdo, pero se discute) pero mientras no lo hacemos hay legitimidad en producir cigarros, trabajando a la par para mitigar al máximo los efectos colaterales que su mal uso genera. El tema más difícil en cuanto a la legitimidad social de producción es aquel de las armas. En sí, son radicalmente dañinas (están hechas para eso). Controlar su fabricación, su disminución, y mitigar sus efectos dañinos es un tema muy complejo que empezará el día en que la ONU tendrá suficiente poder como para obligar las naciones a sentarse a dialogar y negociar. Mientras tanto, sería efectivamente vano que una empresa que fabrica armas tenga pretensiones de “responsabilidad social”.

Gustavo J. Tondi: ¿Cómo ve a América Latina y, particularmente, a Argentina en materia de RSE y RSU?

François Vallaeys: El tema RSE avanza en América Latina (AL) a medida que retrocede la confusión con la filantropía, poco a poco. La globalización es un poderoso empuje, puesto que obliga las empresas exportadoras a seguir criterios de calidad más exigentes del primer mundo, en los que la dimensión social y ambiental crece cada vez más. Como la ética quiere ser ley, a ella le gusta la internacionalización de los estándares de buenas prácticas. Pero estamos todavía muy atrasados en el tema de certificaciones de RS y sistemas de gestión ambiental (SA 8000, AA 1000, GLOBALGAP, EMAS, etc.), y eso debido al contexto de débil exigencia interna y fuerte informalidad que vivimos. El problema RS número uno de América Latina es sin duda el tema interno de las buenas prácticas laborales. Mientras seguimos operando con más del 50% de organizaciones parcial o totalmente informales, no se puede hacer mucho en materia de Responsabilidad Social. No puedo juzgar de la RSE en Argentina, no soy especialista en eso.

En cuanto a la RSU, ella nació en AL, del esfuerzo conjugado de varios frentes como la Red Construye País en Chile, La Iniciativa Interamericana de Ética, Capital Social y Desarrollo del BID, la Red AUSJAL de las Universidades jesuitas, etc. Ahora España se mete fuertemente en el tema. La noción de “Universidades Sostenibles” está ganando muchos adeptos en el mundo anglosajón y europeo. Pero hay mucha resistencia todavía, sobre todo por parte de ciertos académicos de Universidades públicas latinas que no pueden superar una visión muy ideológica del asunto y no entienden la importancia de la gestión universitaria ejemplar como tema no sólo administrativo, sino también y ante todo educativo. Todavía se prefiere hablar en términos de Extensión que de Responsabilización Social desde la academia, al igual que en el mundo empresarial se prefiere hablar de filantropía que de sistema de gestión socialmente responsable. Pero no importa mucho, constato cada día que el movimiento de la Responsabilidad Social, el Desarrollo sostenible, la internacionalización de los estándares de buenas prácticas, es imparable, porque sencillamente no tenemos otra solución si queremos asegurar la sostenibilidad social y ambiental de nuestra presencia en la tierra. Y cada vez que desespero, recuerdo lo que dice Charly García, el genial cantante argentino: “Pero los dinosaurios van a desaparecer”. Ahora les toca a los argentinos evaluar cuántos dinosaurios y vacas sagradas se comen la mayoría del pasto en los campus universitarios de Argentina.

Gustavo J. Tondi: ¿Cuál considera usted que debe ser el papel de las Instituciones (incluso las religiosas) y las ONG en la sensibilización y el arraigo de la RSE y la RSU?

François Vallaeys: Retomando la clasificación establecida en la Universidad de Michigan, creo que necesitamos romper muchas barreras ideológicas y miedos al cambio para crear mayor Capital Social de nexo (entre instituciones del mismo nivel, es decir Redes interorganizacionales) y Capital Social de puente (entre grupos de nivel social asimétrico, es decir la “subsidiaridad” que permite al débil aprovechar de su vínculo con el fuerte para obtener la oportunidad que le falta en sus vínculos tradicionales) en AL. Si hay mucha informalidad y poca presencia del Estado, necesitamos una sociedad civil con mucha capacidad de asociatividad, para tener la fluidez que nos falta. AL se muere de una carencia de Capital Social de nexo y puente, y de una sobredosis de Capital Social de vínculo, que es este tipo de asociación con sus pares, su grupo de referencia, sus familiares y amigos de siempre, que crea un espacio social hecho de amiguismo, nepotismo, privilegios, corporativismo, redes casi “mafiosas”, que trabajan con un solo lema:

“A los enemigos: ¡la ley!
A los amigos: ¡todo!”

Luchar contra este tipo de mentalidad es un esfuerzo para juntarse con el (aparente) enemigo de ayer, y constatar que podemos inventar relaciones gana-gana con él, aumentando así la sinergia y confiabilidad social.

Gustavo J. Tondi: ¿Cuáles son los aspectos más importantes y/o conflictivos a tener en cuenta, a la hora de diseñar y poner en marcha un plan de RSU?

François Vallaeys: Primero, la dicotomía entre el área administrativo y el área académico, que deben de trabajar juntos, entendiéndose juntos. Hay que saber si estamos dispuestos a crear más Capital Social de nexo en la propia Universidad, o no.

Segundo, la transparencia y la redistribución de poder que la participación de las partes interesadas internas y externas (los stakeholders) implica. Hay que saber si estamos dispuestos a ceder un poco de poder y a permitir mayor visibilización de los problemas internos de la Universidad o no. Esto se da sólo si hay una confianza básica entre los actores, una voluntad común de mejorar, y un entendimiento de que no todo se puede resolver a la vez, sino que la Responsabilización Social es un camino de mejora continua.

Tercero, resolver el problema inmenso de la falta de comunicación interna: la Universidad es una institución de origen medieval que se estructura en Facultades, Departamentos más o menos separados y estancos. Esto ha servido durante siglos para proteger la autonomía académica frente a los poderes religiosos y políticos externos e internos. Ha sido muy eficaz, pero hoy necesitamos romper con eso, necesitamos transversalidad y sinergia para operar en forma compleja con problemas complejos, desde una actitud transdisciplinaria. Esto pide un enorme esfuerzo de comunicación interna y apertura de las torres de marfil y feudos académicos. Hay que decidir si estamos dispuestos a esto, o no.

Cuarto, empezar un primer diagnóstico participativo, seleccionar las áreas de mejora, actuar, evaluar, rendir cuentas y empezar otra vez con el diagnóstico. La metodología de la RSU es básicamente un camino hacia la inteligencia y autorreflexión institucional. Es decir, pretende ayudar a las instituciones del conocimiento -que saben enseñar- a aprender a aprender.

(1) Gustavo J. Tondi: Contador Público y Licenciado en Administración de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, docente de la carrera de Administración de dicha Universidad y miembro del Centro de Responsabilidad Social Empresarial y Capital Social (CENARSECS). Presidente de EXCOR Business Consultants, Inc. (Miami-USA). Está elaborando una Tesis de MBA sobre RSE y RSU. Sigue leyendo

¿Compromiso social o Responsabilidad Social Universitaria?

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RSU es dinero

Desde hace algunos meses se está produciendo un debate universitario alrededor de la “Responsabilidad Social Universitaria” (RSU) a nivel latinoamericano. Desgraciadamente, como nuestro medio sigue dominado muchas veces por académicos que no han sabido todavía hacer caer su Muro de Berlín interno, la RSU es vista con sospecha como hija ilegítima de la RSE (Responsabilidad social Empresarial) y desata las iras de todos los que quieren salvar a la autonomía de la Universidad pública de los países pobres frente a la invasión del Gran Capital internacional que quiere mercantilizar a nuestro bien público educativo. Así, para contrarrestar la peligrosa RSU, considerada como obra del demonio neoliberal, América Latina prefiere hablar del “Compromiso Social Universitario”.

Desde un punta de vista teórico, cualquier “compromiso” necesita responsabilizarse por su cumplimiento, y la “responsabilidad” implica forzosamente “compromiso” para no ser mera palabra. Pero el debate entre los del Compromiso y los de la Responsabilidad no es teórico sino ideológico. Y las posiciones de poder de los del compromiso son bien asentadas: la “Declaración del Congreso Internacional de Rectores Latinoamericanos y Caribeños: El Compromiso Social de las Universidades de América Latina y el Caribe” (Belo Horizonte, Septiembre 2007) rehúsa hablar de RSU. Sucedió lo mismo en el IX CONGRESO IBEROAMERICANO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA (Bogotá Noviembre 2007) y sin duda sucederá lo mismo en el evento de la CRES 2008 organizado IESALC/UNESCO por celebrarse en Cartagena en estos días de Junio 2008, puesto que el texto de referencia de dicho Congreso en cuanto a pertinencia y responsabilidad social universitaria, CALIDAD, PERTINENCIA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA (José Dias Sobrinho sigue en la misma nota. Cada vez, el discurso es el mismo:

1. Se reduce la Responsabilidad Social a la Responsabilidad Social Empresarial
2. Se confunde la RSU con RSE (a pesar de todo lo que vamos repitiendo contra esta confusión).
3. Se critica a la RSE como necesariamente engañosa puesto que viene de las empresas que son necesariamente malas y engañosas.
4. Se agita el espectro de la mercantilización internacional de la Enseñanza superior como nuevo imperialismo de los países del primer mundo (amenaza real por cierto y no conozco ningún defensor de la RSU que esté de acuerdo con la OMC al respecto, pero la RSU no implica ninguna mercantilización de la Universidad en ningún momento).
5. Se defiende heroicamente a la educación como Bien público que se encarna naturalmente en la Universidad pública nacional cuya autonomía necesitamos proteger contra las invasiones internacionales del Gran Capital.
6. A partir de ahí, el “Compromiso social” de la Universidad se expresa en su misión genuina de institución al servicio del pueblo y se desarrolla el mismo blablá de siempre (viejo como la Reforma de Córdoba del inicio del siglo XX) acerca de la pertinencia social de la Extensión universitaria. Aquí se dicen grandes verdades con las cuales todo el mundo está de acuerdo, pero nunca se dice cómo pasar del discurso a los hechos, ni por qué razón las Universidades pocas veces practican lo que dicen.

Es obvio que no asistimos a una simple guerra de términos, sino a un conflicto de enfoques. Las palabras no importan, pero los modelos, sí. Podríamos estar de acuerdo entre todos si los académicos que defienden el “compromiso” supiesen reconocer:

(1) Que la Universidad está en crisis desde su propia GESTION, ha reproducido todas las enfermedades de la burocracia, la incomunicación institucional, la inflexibilidad que dificulta el autoaprendizaje organizacional, la separación tajante entre academia y administración. Tiene grandes problemas de transparencia, incluso a veces de corrupción, falta de rendición de cuentas, de procesos democráticos, despilfarra y es ambientalmente irresponsable, etc. Esto, el ex director de IESALC, Claudio Rama, sí lo reconocía y subrayaba (ver aquí), pero esta capacidad autocrítica me parece dormida actualmente. Ojalá me equivoque.

(2) Que más que parte de la solución a los problemas sociales la Universidad es ante todo parte del problema social que contribuye en REPRODUCIR a diario desde los salones de clases con sus malas prácticas académicas de docencia e investigación (currículo oculto), con sus decisiones epistemológicas e institucionales solapadas que reproducen sin cesar la “inteligencia ciega” (monodisciplinariedad superespecializada incapaz de tratar los problemas en forma compleja e inteligente), la “irresponsabilidad científica”, la dicotomía entre humanidades y ciencias, la soberbia deontológica del experto, etc. La Responsabilidad Social de la Universidad empieza mucho antes que su “compromiso social”, porque ella debe primero hacer su mea culpa, diagnosticar sus incongruencias internas (la mayoría de ellas ocultas e involuntarias, pero reales), empezar por casa antes de querer ir a arreglar el mundo.

(3) Que el paradigma de la “Extensión universitaria” y del Voluntariado social estudiantil fuera del tiempo académico es ahora inadecuado tanto para la formación ciudadana como para la participación social universitaria. Que necesitamos “academizar” la extensión, para que deje de ser la quinta rueda del coche universitario; que necesitamos articular alrededor de un mismo proyecto institucional los 4 procesos universitarios que son la Gestión, la Docencia, la Investigación y la Extensión. Y dejar de considerar a la Gestión como un subproceso, un medio nomás, si en realidad es el corazón mismo de la institución, y constituye el modelo ejemplar de la enseñanza oculta que se le da al estudiante.

Si estuviéramos todos de acuerdo en estos puntos, podríamos avanzar rápidamente en América Latina hacia la reforma social de nuestras Universidades, no desde una imposición legal exterior, sino desde un proceso interno de autorreflexión y autodiagnóstico participativo, que permitiría profundos cambios con muy pocos recursos externos. Es lo que propone el modelo RSU al cual he participado en los últimos años.

Por el momento, el movimiento del “compromiso social”, en cambio, no ha propuesto nada nuevo. Apenas critica un poco las insuficiencias de la Extensión, pero no quiere ver el tema de la gestión, rehúsa por completo la necesidad de accountability (rendición de cuentas) refugiándose detrás de la “autonomía universitaria” (que nadie niega, pero que no debe significar libertinaje social), no hace dialogar las partes interesadas internas, es decir que, de entrada, no ataca el corazón del problema, condenándose así a no proponer ningún cambio relevante.

Otro problema del modelo del “Compromiso social” es que rechaza de antemano (únicamente por motivos ideológicos) todas las herramientas de gestión que el movimiento de la Responsabilidad Social ha creado en los últimos años (GRI, AA 1000, SA 8000, ISO, etc.) puesto que sataniza a la empresa. Así, pasa al lado de temas tan importantes como del CAMPUS SOSTENIBLE, no mira el tema del CLIMA LABORAL interno, desconfía de los procesos de benchmarking que la internacionalización de indicadores de diagnóstico podría permitir, etc. Al negarle pertinencia a la Responsabilidad Social, y al seguir reduciéndola a la empresarial, se separa de muchas cosas sin aportar ninguna nueva.

Mientras tanto, el modelo de la RSU está avanzando:

– Hemos distinguido claramente la RSU de la RSE, pero reconociendo el parentesco de espíritu en cuanto a la GESTION de IMPACTOS y la PARTICIPACION de los STAKEHOLDERS.
– Hemos producido una definición procedimental (y no dogmática) de RSU que indica un camino de cambio y mejora continua pero sin encasillar todas las Universidades hacia un mismo modelo, sino al contrario orientando procesos de autodefinición genuina de la misión de cada Universidad según su contexto e historia. Esta definición es aplicable a Universidades públicas como privadas.
– Hemos empezado a producir herramientas de autodiagnóstico institucional participativo para que los actores universitarios internos y externos puedan recuperar el poder de decisión y reflexión sobre el quehacer de la institución universitaria.

Lo que más necesitamos ahora es que los tenores del “compromiso social universitario” dejen de tener una versión maniqueísta de la Responsabilidad Social y satanizadora del mundo empresarial. Que se pongan a estudiar las herramientas y las corrientes de Responsabilidad Social para verificar que muchas ONGs, Sindicatos, Organizaciones internacionales, están en la dinámica, luego que no es un asunto propiamente empresarial, sino un experimento mundial que implica muchas voces y actores de todos los sectores. Y que si es verdad que muchas malas prácticas cosméticas se dan en nombre de la Responsabilidad Social, no es una razón para rechazar en bloque lo que aspira a ser un nuevo modelo de gestión organizacional para el desarrollo sostenible de nuestro pobre planeta, modelo que está recién en sus inicios, tratando de encontrar su fundamento y su práctica idónea. Más que de la soberbia y la ironía de los medios académicos, la Responsabilidad Social necesita de su atención, crítica constructiva e imaginación, para consolidarse en un nuevo “Contrato Social” entre las Organizaciones (todas, incluso las Universidades) y su entorno.

Como dice el proverbio francés: “No se debe botar al bebé junto con el agua sucia de su baño”.
Botemos al agua sucia de la Responsabilidad Social que son todas estas prácticas cosméticas de marketing que quieren tapar los daños que las organizaciones hacen a sus entornos sociales y ambientales, así como a su propia gente. Pero no botemos al bebé mismo, que necesita de nuestro cariño más que nunca.

Habrán entendido, espero, que el tono polémico de estas líneas está hecho para crear debate, con cariño!

Mitakuye Oyasin

François Vallaeys
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