El cielo como pizarra

Durante muchos años la información estuvo ligada al papel, no había forma de acceder a ella sino mediante este soporte. Por ello, era común sumergirse durante horas entre libros, revistas y cualquier otro tipo de publicación impresa a fin de hallar información de nuestro interés. La búsqueda se tornaba más complicada aún en caso de indagar por datos específicos, aparentemente la solución era recorrer bibliotecas y ojear miles de libros con la esperanza de estar en el camino correcto. Sin embargo, nuestro intento de investigación quedaba luego arruinado con la noticia que la información requerida se hallaba en un libro del que sólo existía una edición, y ésta se encontraba en la biblioteca de algún país al otro lado del continente.

A partir de los años 90, con el nacimiento de la Internet como la conocemos hoy, el fenómeno de la publicación electrónica superó esos factores externos que por muchos años limitaron la difusión de información y por ende la producción de conocimientos: el tiempo, el espacio y el dinero. Contar con este nuevo soporte para la publicación de contenidos académicos y científicos le ha dado un estatus de libertad a la información y un carácter universal al conocimiento. El “especialista” ya no es más la única fuente de la razón, sino que esta vez la Red nos abre las puertas a una comprensión de la realidad más diversa y completa, y sobre todo a la posibilidad de producir nueva información. Como diría Stevan Harnad, profesor de la Universidad de Southampton y coeditor científico de la revista electrónica Psycoloquy (http://psycprints.ecs.soton.ac.uk/), publicar en la Web es usar “el cielo como pizarra”.

Mientras más personas estén en contacto con la información académica y científica, puedan leerla y trabajar con ella, la producción de conocimientos irá en aumento. Y es que dentro de la gran pizarra que es Internet, una investigación se enriquece cuando cae en manos de otro y continúa su camino siendo abordada desde nuevas perspectivas. A pesar de esto, la expresión “caer en manos de otro” remite a muchos al plagio, y no es para menos si nos enfocamos en los destinatarios de los textos electrónicos. El público de Internet es totalmente heterogéneo y está conformado por miles de usuarios anónimos, por lo que no ofrece en lo absoluto garantías de lo que podría hacer con la información que cae en sus manos. Como resultado, se crea en los autores cierta desconfianza y la sensación de haber perdido el control sobre sus textos.

Sin embargo, todas estas preocupaciones podrían superarse si se tuviera pleno conocimiento de las funcionalidades que ofrece la Internet. Por un lado este nuevo medio pone nuestra producción intelectual a debatir frente a un público sin rostro, pero por el otro nos ofrece diversas herramientas creadas para defenderla, dándonos la oportunidad de controlar nuestras publicaciones en la Web. Prueba de ello es que identificar el plagio de un texto electrónico requiere de mucho menos tiempo y dinero del que se invertiría en el caso de uno impreso, ya que el uso de buscadores y software especializado en detección de plagios como el Copyscape (http://www.copyscape.com/) agiliza y economiza la constante lucha contra el impertinente “copy-paste”.

Los contenidos electrónicos pueden estar protegidos no sólo por este tipo de software sino además por estrategias creadas para reducir barreras legales conservando a la vez derechos de autor. Estas estrategias se manifestaron por primera vez a partir del reconocimiento de la iniciativa Open Access en la Declaración de Budapest en 2002. En ella se legitimó el libre acceso a literatura científica, enfatizando la idea de permitir a los usuarios leer, descargar, copiar, distribuir o imprimir la información, a la vez garantizando a los autores la integridad de sus trabajos y el derecho a ser citados. Uno de los planes más usados es el de la organización Creative Commons (CC), el cual ofrece distintas licencias a las que un autor puede acogerse para decidir sobre qué permisos dar a sus lectores (http://pe.creativecommons.org).

Poder compartir información libremente sin perder la seguridad sobre la integridad de las publicaciones llevó a muchos autores, comprometidos con la comunidad de lectores de literatura científica, a crear una versión online de sus textos bajo una licencia CC. Actualmente, cualquier usuario sin mayores conocimientos informáticos puede publicar en Internet valiéndose de un software para gestionar contenidos. Estos programas, conocidos como CMS (Content Management System), permiten publicar y administrar la información virtual de manera muy sencilla, y muchos de ellos están a libre disposición en Internet. La mayoría de los CMS gratuitos, como Joomla, OpenCMS o XOOPS ofrecen módulos para publicar artículos, archivos, noticias y admiten buscadores, comentarios e incluso foros de usuarios.

Por otro lado, estas publicaciones electrónicas, al igual que las impresas, se presentan en diferentes formatos: las hay simples como un documento en PDF y más complejas como un portal o una revista virtual; y es ésta última propuesta la de mayor acogida hoy en día. En 2003 la Agencia de ISSN (Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas) recogió en su base de datos casi 23.000 revistas electrónicas de todo el mundo, mientras que en 2004 el sistema de información en línea para revistas científicas Latindex, encontró que el 20 por ciento del total de revistas científicas producidas en España, eran electrónicas.

Las publicaciones online no sólo se han convertido en la principal forma de expresión de algunos autores sino que además han constituido una importante fuente de referencias para otros. Así, Steve Lawrence del NEC Research Institute señala en su artículo “Online or Invisible?” que entre 1990 y 2000 los artículos online fueron 4.5 veces más citados que los artículos impresos. Prueba de ello es ‘PLoS Biology’, una revista electrónica de acceso abierto publicada por la Biblioteca Pública de Información (PloS), la cual fue escogida por el Instituto de Información Científica (ISI) como la más citada de todas las revistas de ciencias biológicas.

Pero no sólo se trata de revistas electrónicas. La iniciativa a favor de los contenidos de acceso abierto va mucho más allá, abarcando alianzas entre diversas instituciones a nivel mundial. El proyecto SPARC (Scholarly Publishing and Academic Resources Coalition), iniciado en 1998, es un claro ejemplo de esto ya que alberga a cerca de 300 instituciones entre universidades, bibliotecas de investigación y organizaciones provenientes de Norteamérica, Europa, Asia y Australia; todas ellas interesadas en compartir conocimientos y mejorar el sistema de comunicación del mundo universitario y académico. Los mismos objetivos persigue el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), el cual inició en 2001 su proyecto OpenCourseWare (OCW), poniendo a disposición de los usuarios autodidactas material de estudio traducido a varios idiomas. El material se encuentra bajo la licencia CC, contándose actualmente con más de 1,400 cursos en línea.

La lista de iniciativas en los diferentes países es larga, sin embargo, es importante tener en cuenta que éstas están directamente relacionadas con el nivel de acceso a Internet de cada región y por ende con su realidad económica. Según un informe presentado por el proyecto europeo Open Archives Forum en 2003, la distribución en cuanto a la cantidad de iniciativas de Open Archives era de 60 para Europa, 53 para los Estados Unidos, 4 para Australia y 2 para Asia. Para el caso latinoamericano, las publicaciones online, y sus sistemas de evaluación, requieren aún de mayor apoyo para alcanzar un nivel de madurez que les permita calificar en archivos internacionales. Y es justamente esta meta la que persiguen importantes iniciativas dirigidas a países en desarrollo de Latinoamérica y el Caribe, como SciELO y Latindex.

Sin duda, la difusión de conocimiento a través de nuevas tecnologías nos presenta las dos caras de una misma moneda: por un lado está la posibilidad del reforzamiento de las diferencias sociales en perjuicio de quienes no tienen acceso a Internet, y por el otro, la de un desarrollo integral de los individuos, beneficiados por un intercambio rápido y económico de información. En este sentido, María Isabel De Salas Nestares, ponente del III Encuentro Iberoamericano de Estrategias de Comunicación realizado en septiembre de 2005, comenta que la tecnología se ha desarrollado de manera tal que ha convertido en insuficientes las estrategias de gestión de conocimiento de los gobiernos de países en desarrollo, lo que desencadena en el incremento de la brecha digital.

Como solución, De Salas propone una “estrategia de participación” de los pueblos argumentando que hoy en día es responsabilidad de todos, y no sólo de los gobiernos, potenciar la cooperación y solidaridad entre naciones. Siendo la palabra clave “participación”, la Red cobra una gran importancia, ya que resulta una herramienta valiosísima para alcanzar el objetivo de organizarse y actuar desde el pueblo. Lo relevante no está en el medio en sí, sino en el uso que de éste se haga, por lo que la consigna es, según De Salas, “Pienso luego Participo”.

Desde el punto de vista de Tomás Mallo Gutiérrez, miembro de la Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos (AIETI), es momento de reivindicar la Cultura como el principal motor de desarrollo sostenible de las naciones, la cual deriva en desarrollo económico, social y en disminución de injusticias producidas por la ignorancia. Cabría preguntarse entonces ¿qué hacen las publicaciones académicas y científicas de acceso abierto sino transmitir Cultura? Desde esa perspectiva, De Salas señala que la brecha digital también se abre o cierra mediante el idioma, y los datos de la extensión de Internet reflejan un mundo conectado principalmente a través de cuatro idiomas: inglés, chino, japonés y español. De esta manera los países latinoamericanos han encontrado en su idioma un vestigio del surgimiento que les espera. La gran cantidad de internautas hispanohablantes les augura una mayor visibilidad y participación en Internet en los próximos años.

En definitiva, contar con Internet nos obliga de algún modo a apropiarnos de ella, a aprovecharla como ocurrió antes con todos los grandes inventos que ocasionaron una revolución. La brecha, aunque no digital, estuvo presente en todos los procesos evolutivos que acompañaron a la transmisión de información a lo largo de la historia. Pasar del manuscrito a la imprenta y de ésta a la publicación electrónica constituye en sí una evolución que nos corresponde afrontar. Se trata de adquirir una nueva visión en la que la participación y la cooperación para lograr el desarrollo de los países encuentren su mayor aliado en la Internet, en su posibilidad de interconexión e interactividad. De manera que abandonar las iniciativas de publicaciones de contenido abierto en la Web significaría renunciar al surgimiento, quedar desarmados ante esta vertiginosa evolución y ser absorbidos por las diferencias.

Fuentes:

http://www.webscience.org/

http://pe.creativecommons.org

http://juicy.mellon.org/RIT/MellonOSProjects/OpenCourseWare/…

http://www.ucm.es/BUCM/revistas/byd/…

http://www.uia.mx/actividades/comunicados/2005/…

http://www.ucm.es/BUCM/…

http://www.tecnociencia.es/…

http://www.hipersociologia.org.ar/catedra/material/Perrone.html

http://www.fisec-estrategias.com.ar/…

http://www.bvs.sld.cu/revistas…

http://nomada.blogs.com/…

http://imhotep.unizar.es/jbidi/jbidi2000/21_2000.pdf

http://www.uoc.edu/mosaic/articulos/cms1204.html

http://citeseer.ist.psu.edu/online-nature01/

http://www.arl.org/sparc/oa/index.html

http://ocw.mit.edu/

Puntuación: 0 / Votos: 0

Comentarios

  1. Javier David escribió:

    muy interesante.. deberían programar cursos de CMS principalmente de joomla, drupal y xoops..

  2. Alejandro Delmar escribió:

    En la DIA han discutido la posibilidad de lanzar un proyecto piloto de open course ware de la PUCP? seria una buena medida para que pueda implementarse posetiormente como una red nacional de universidades que permita la mejora de la calidad educativa e incentive el dialogo academico

Los comentarios están cerrados.