Los corto-circuitos de la descentralización
Efraín Gonzales de Olarte
El incremento de los precios de los minerales a nivel mundial ha hecho que los recursos del canon, que en el fondo son impuestos a la renta, hayan aumentado tanto que hoy el conjunto de regiones tiene más recursos para invertir que el propio gobierno central. El problema es que nadie, ni el gobierno central ni menos los gobiernos regionales y locales, estaban y están preparados para administrar semejante bonanza. En consecuencia, estamos como los nuevos ricos, que antes de serlo tienen un comportamiento de austeridad y cuando tienen la plata no saben en qué ni como gastar. En consecuencia, hay la posibilidad de despilfarrarla o no hacer mucho con ella.
Creo que esta situación ha coincidido con otro hecho que nadie toma en cuenta: hemos emprendido la descentralización de un estado débil y pequeño, lo que crea problemas adicionales para su funcionamiento, pues a gobiernos regionales que recién están aprendiendo a invertir se les pide que inviertan y a gobiernos locales que administraban la pobreza se les pide lo mismo. Aquí están, obviamente, faltando algunos elementos para que no desaproveche esta extraordinaria coyuntura financiera para avanzar en la descentralización: falta una descentralización administrativa entendida como traslado de capacidades operativas y de organización del gobierno central a los gobiernos descentralizados, falta la descentralización de recursos humanos, para que gente calificada se interese en trabajar en los tres niveles de gobierno y contribuyan con la “expertise” necesaria no sólo para formula proyectos, sino para ejecutarlos. Si no se hace algo al respecto, lo que tendremos es un proceso de descentralización con corto-circuitos permanentes y seguiremos asistiendo a un “entre-culpado” permanente entre gobierno central, regionales y locales.
Lo que falta a gritos es un plan nacional de desarrollo descentralizado y concertado, que oriente y priorice las inversiones. Es aquí donde se extraña al Consejo Nacional de Descentralización o al CEPLAN, para dar criterios de uso de los recursos en una perspectiva de desarrollo integrador, descentralizado y exportador. Sólo con un instrumento así es que las inversiones públicas no tendría por objetivo la ejecución de una meta de gasto, como lo pide el Presidente García, sino de una meta de desarrollo, por ejemplo procentaje de población con acceso a agua potable, alcantarillado, electricidad, gas, escuela, posta médica, carretera, aeropuerto, y de empleo, por provincia y región. Entonces, la llamada de atención no sería por no poder gastar sino por no alcanzar la meta propuesta y, en este punto, no sería el Presidente el que llamaría la atención sino la propia población que eligió a sus gobiernos.
Además, pese a todos los esfuerzos del gobierno central, la normatividad y procedimientos para efectuar inversiones es un gran freno. En mi opinión, el problema de fondo está en la enorme desconfianza que hay en el Perú a todo nivel. Todos los procedimientos gubernamentales están hechos sobre la base de poner candados para que no haya corrupción, malversación o robo. Es obvio, que la moral peruana es un freno al desarrollo.
Publicado en El Comercio del 26 de junio del 2008 Leer más