Raysa Robles
Área de Consultoría
El diálogo en nuestro país surge como una herramienta para la negociación entre actores de conflictos sociales, desde esta perspectiva se produce la implementación de mesas de diálogo en distintas zonas de nuestro país con el fin de cesar el escalamiento de algunos conflictos sociales.
Pero no nos hemos cuestionado sobre las razones por las cuales no podemos llegar a un verdadero diálogo democrático en los conflictos socioambientales. Este post intentará dar algunos alcances sobre el diálogo democrático y reflexionar sobre los obstáculos que presentan las iniciativas del gobierno para implementar el diálogo desde una perspectiva inclusiva e intercultural.
Según la quinta edición del Willaqniki Informe de Diferencias, Controversias, y Conflictos Sociales de Abril del 2013, en los años 90 predominaba un modelo autoritario que dejaba poco espacio para la creación de consensos democráticos. El mismo informe sostiene que en el gobierno de Alejandro Toledo empieza a incrementar el número de conflictos sociales, sin embargo en ese entonces la prevención de la conflictividad social no era un tema de agenda. Así también el informe refiere que en el gobierno de Alan García empiezan a instalarse mesas de diálogo en distintos lugares del país, lo cual desde entonces ha sido un reto para la Oficina de Gestión de Conflictos Sociales (OGCS) de la Presidencia de Consejo de Ministros (PCM) hoy llamada Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad (ONDS), así como para los ministerios involucrados (MINAM, MINEM, MIDIS, etc).
Es necesario saber que el diálogo es un proceso de interacción mediante el cual los participantes se escuchan unos a otros con profundidad y respeto, esforzándose por incorporar las preocupaciones de los otros a su propia perspectiva aún cuando exista el desacuerdo. El diálogo no se limita a una serie de reuniones entre diversos actores para negociar, ya que trasciende a la búsqueda de acuerdos y no necesariamente se llegará a ellos. Es así que, el verdadero diálogo democrático respeta y fortalece la institucionalidad democrática y está orientado al cambio de las relaciones conflictivas para evitar las crisis y la violencia (Ángela & Linares, 2013).
En nuestro país, la instalación de mesas de diálogo se concibe como la metodología predominante, pero es necesario saber que existen otras formas de establecer un diálogo fluido con comunidades y el éxito de estas metodologías dependen de la capacidad de escucha y la confianza que se desarrolle entre diversos actores. Otro aspecto a considerar, es que desde el inicio las mesas de diálogo eran instaladas cuando los conflictos ya estaban en crisis, y aunque ahora existan mesas de desarrollo que buscan la prevención de conflictos atendiendo a las necesidades de la comunidad, la mayoría de procesos de diálogo actualmente cobran mayor importancia solo ante la presencia de un conflicto manifiesto.
Así también, se debe reflejar en los procesos de diálogo la importancia de prevenir conflictos sociales, basándonos en las demandas subyacentes a los conflictos de nuestro país.
Según Ángela y Linares (2013) existen tres tipos de demandas. Las demandas de reproducción social están relacionadas a mejores condiciones de vida, salarios, generación de empleos y otras causas estructurales. Estas demandas pueden ser atendidas no sólo a partir de la existencia de un conflicto en una comunidad, sino que requieren la atención del Estado para generar espacios de diálogo en los que se busquen alternativas de autogestión para las comunidades más afectadas por problemas estructurales. Las demandas institucionales y de gestión se refieren a los pedidos de mejora en la gestión y eficacia estatal, estas influyen en los procesos de diálogo debido a que la percepción del Estado como ineficiente y corrupto, debilita la confianza entre comunidades y Estado, y socaba la participación ciudadana (Fu, Mou, Miller & Jalette, 2011).
En este sentido existen dos limitaciones en el desarrollo de las mesas de diálogo mencionados en el Willaqniki (Jiménez et al., 2013). En primer lugar, no existe una normatividad clara que ayude a tener procedimientos estructurados en las mesas de diálogo, debido a la complejidad y diversidad de los temas. Esto podría ser un obstáculo para determinar el impacto de las mesas de diálogo. En segundo lugar, la falta de personal del Estado hace que algunos funcionarios participen en varias mesas, lo cual hace que tengan menos tiempo y por lo tanto, se percibe una menor eficiencia en la participación del Estado en los procesos de diálogo.
Por otro lado, las demandas por reproducción cultural, en las que se contraponen distintas visiones de desarrollo y dinámicas de convivencia intercultural son una fuente de conflicto y a su vez un obstáculo para el diálogo, si las autoridades no hacen un esfuerzo por comprender las visiones de desarrollo de los miembros de la comunidad. Yamamoto (2007) sugiere a partir de la investigación en comunidades rurales del Perú que las metas de carácter económico y extrínseco, como el desarrollo moderno, tendrían un impacto negativo o neutro en el bienestar. Por ello es importante conocer en qué aspectos basan su bienestar estas comunidades, para llegar a mejores relaciones en el diálogo que a su vez permitan establecer negociaciones más eficientes.
En conclusión, el diálogo, va más allá de una “mesa”, dado que existen otros espacios y mecanismos para poder mejorar las relaciones entre los actores, especialmente entre la población y el Estado, para lo cual es además importante superar los obstáculos que la propia ONDS identifica, y así generar una mayor legitimidad del Estado para dichas comunidades.
Referencias bibliográficas:
Ángela, M. y Linares, A. (2013). Guía Práctica del diálogo democrático. Guatemala: Sergráfica S.A.
Fu, H., Mou, Y., Miller, M., Jalette, G. (2011). Reconsidering Political Cynicism and Political Involvement: A Test of Antecedents. American Communication Journal, 13 (2).
Jiménez, J., Huaroc, V. y Reátegui, J. (2013). Willaqniki. Diálogo y prevención garantía de desarrollo. Mesas de diálogo, mesas de desarrollo y conflictos sociales en el Perú. Vol. 5. Lima: GMC Digital SAC.
Yamamoto, J. y Feijoo, A. (2007). Componentes émicos del bienestar. Hacia un modelo alternativo de desarrollo. Revista de Psicología, 25 (2), 197-231.