CAÑARIACO: Dime lo que sientes y te diré cómo participas

por Raysa Robles,  Área de Consultoría 

Ante los acontecimientos ocurridos en Kañaris, las protestas, la calma, los intentos fallidos de diálogo y nuevamente las protestas, surge en mí la necesidad de cuestionar la forma en que se vienen dando los procesos de diálogo y negociación con las comunidades. Es por ello que me gustaría analizar a través de este conflicto, la Confianza en las instituciones y la Participación ciudadana como otras variables psicológicas que junto al Clima emocional pueden servir para realizar un diagnóstico más completo en las comunidades que presentan riesgo o ya se encuentran en conflicto social. 

El Clima emocional ha sido definido como un conjunto de reacciones e interacciones sociales cargadas afectivamente que predominan durante un período sociopolítico e influyen en las relaciones sociales (Paez, Ruiz, Gailli, Kornblit, Wiesenfeld & Vidal, 1997). Específicamente, se caracteriza por “el predominio de ciertas emociones en la vivencia de los miembros de un grupo social que se reflejan en la percepción del ambiente social o en sus creencias compartidas sobre el mundo social, las instituciones o el futuro. El Clima emocional también se ve afectado por el predominio de ciertas tendencias de acción relacionadas a las funciones sociales de las emociones  más salientes que impregnan las interacciones sociales” (Paez et al., 1997 p. 3)

En este sentido, conocer el ánimo colectivo de las comunidades como Kañaris es importante porque nos ayuda a comprender las reacciones de la población y las medidas que se pueden tomar para evitar el escalamiento del conflicto como actualmente está ocurriendo.

Por ejemplo,  varios estudios han mostrado que las emociones grupales de enojo se activan cuando las personas perciben amenazas hacia sus bienes y tienen una alta identificación con su grupo social. En este contexto, estos grupos tienden a acciones agresivas contra los grupos que perciban como amenazantes. (Techio, Paez, Rimé & Kanyangara, s.f). Tal podría ser el caso en Kañaris, ya que hemos visto un despliegue de protestas debido a que parte de los pobladores perciben una amenaza (simbólica, porque la minera se encuentra en etapa de exploración) ante la posible contaminación de su comunidad. Entre los pobladores se percibe un alto grado de cohesión basado en su identidad cultural, que permite a los pobladores tener una organización efectiva al momento de protestar, pero que ha sido utilizada de manera de manera negativa contra los representantes de la minera y las instalaciones de la misma. 

Al nivel de los procesos grupales, los datos muestran que un clima emocional de enojo puede hacer que se justifiquen las acciones agresivas, se refuercen los valores grupales, y se incremente la confianza colectiva de manera que hay una energía para superar los obstáculos y alcanzar los objetivos (Tran, 2004 en Techio et al., s.f.). De esta manera, las instituciones como la Defensoría del Pueblo y otras instituciones del Estado, podrían redirigir esta energía que ya posee la población para lograr que la comunidad se organice y forme parte de los procesos de participación formales que permitan llegar a un proceso de  negociación que garantice el bienestar de las comunidades.

Sin embargo, muchas veces el proceso de diálogo y los mecanismos de participación formales se ven afectados por la falta de Confianza de los poblaciones en las instituciones públicas, ya que el Estado se percibe como una institución lejana e ineficiente que muchas veces favorece a la empresa privada y desatiende los derechos de las comunidades. Respecto a los intentos de las instituciones del Estado por restablecer el diálogo con la comunidad Kañaris, se puede ver que refuerzan la percepción del Estado como una institución lejana, ya que se han instalado “mesas de diálogo o desarrollo” en la zona, pero no se percibe hasta el momento una presencia prolongada de los representantes y agencias del gobierno en Kañaris para tener un mayor conocimiento de lo que requiere la población, esto daría cabida a que personas con interés distintos se reúnan con la población.

 Las investigaciones demuestran que un contexto como el nuestro, en el que las normas formales existen, pero se transgreden por intereses políticos o económicos, tiene como correlato el uso de la fuerza y la agresión para resolver conflictos (Zubieta, Delfino & Fernández, 2008). Esto sucede debido a que las personas perciben injusticia en las organizaciones del Estado, y sienten que la única forma que tienen para defender sus derechos es la fuerza.

En este sentido,  medir estas variables desde el principio, puede ayudar a las instituciones del Estado a corregir los errores que generan desconfianza en la población y a formular desde el diseño, metodologías y proyectos de desarrollo que demuestren a la población que pueden ser agentes de cambio en su comunidad a través de mecanismos formales de participación. Esto además de fortalecer los recursos que ya posee la comunidad en cuanto a integración social e interdependencia, puede favorecer el proceso de diálogo y negociación con el Estado y la empresa minera.  

 

Referencias bibliográficas

Paez, D., Ruiz, J., Gailly, O., Kornblit, A. L., Wiesenfeld, E., & Vidal, C. (1997).Clima emocional: Su concepto y medición mediante una investigación transcultural. Revista de Psicología Social, 12(1), 79-98.

Techio, E., Zubieta, E., Páez, D., De Rivera, J. & Kanyangara, P. (s.f.). Clima emocional y violencia colectiva: el estado de la cuestión y los instrumentos de medición. Recuperado el 19 de febrero del 2013 de http://www.ehu.es/pswparod/pdf/materiales/Cap%207%20Clima%20emocional%20e%20instrumentos.pdf

Zubieta, Delfino y Fernández (2008). Clima Social Emocional, Confianza en las Instituciones y Percepción de Problemas Sociales. Un Estudio con Estudiantes Universitarios Urbanos Argentinos. Psykhe, 17 (1),  5-16.

 

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