Hoy, 4 de noviembre del 2016, es fecha propicia para hacer un alto en el recuento de los temas históricos que periódicamente tratamos en este blog, para unirnos a la celebración nacional por los 200 años del natalicio del Héroe de Arica y Patrono del Ejército del Perú, el coronel Francisco Bolognesi Cervantes.
Sobre la vida de hombre probo, de esforzado militar a carta cabal, de quien tuvo siempre como guía el fiel cumplimiento del deber y la valorización del Honor como atributo innegociable de su profesión, se han escrito cientos de libros, ensayos y artículos. Su célebre respuesta al emisario chileno dos días antes de la batalla de Arica es ya una marca y seña intangible de nuestra identidad nacional (en este blog se publicó el 6/6/16, un artículo al respecto, “Una épica vulgaridad”).
No tiene pues mayor sentido, ni se descubrirá nada nuevo, si se añade más sobre la trayectoria de vida de Bolognesi ni sobre sus últimos días en la defensa de Arica, por ser hechos de sobra conocidos. Quizás insistir en rescatar, para las nuevas generaciones de peruanas y peruanos, en especial para quienes se inclinen por el servicio público, civiles y militares, el legado de dignidad, fiel cumplimiento del deber y sentido del honor que nos deja este gigante, que como Grau, nos enorgullece el poder decir que nacieron en el Perú, que son nuestros compatriotas.
Decíamos que sobre el llamado “Titán del Morro”, se ha escrito a lo largo de estos años, mucho, quizás más cantidad que calidad, pero pocas obras y escritos han podido expresar con tanta belleza y claridad lo que significa Bolognesi para el Perú y los peruanos, como las que vamos a citar. Nos referimos a dos artículos, el primero, una semblanza a cargo del historiador de la república, el ilustre tacneño, Jorge Basadre, aparecida en su monumental obra, “Historia de la República del Perú”. El segundo, el famoso discurso pronunciado (1) por quien fuera presidente de la república Argentina y compañero de Bolognesi en el morro legendario, don Roque Sáenz Peña, con ocasión de la inauguración del monumento al héroe en la plaza que lleva su nombre, en noviembre de 1905.
Dijo este último:
“¡Pelearemos hasta quemar el último cartucho! Provocación o reto a muerte, soberbia frase de varón, condigno juramento de soldado, que no concibe la vida sin el honor, ni el corazón sin el altruismo, ni la palabra sin el hecho que la confirma y la ilumina para grabarla en el bronce o en el poema, como la consagra la inspiración nacional. Y el juramento se cumplió por el jefe, y por el último de sus soldados, porque el bicolor peruano no fue arriado por la mano del vencido, sino despedazado por el plomo del vencedor”
Por su parte, Basadre escribió:
“Había vivido Bolognesi sin mancharse ni con el lodo de las guerras civiles ni con la locura de las riquezas dilapidadas simultáneamente. A pesar de su modestia, de su sencillez, le tocó transfigurarse a los 63 años. Cuando todo se apagaba, él y sus camaradas obtuvieron allí con su decisión irrevocable que los revestía de una sagrada tristeza y los circundaba de una perenne claridad. En ellos, la dignidad humana fue superior a la muerte. Antes de pronunciar sus famosas palabras…un pueblo entero pasó en unos minutos por aquella habitación desmantelada, con sus equivocaciones, sus pecados, sus sueños de grandeza y su futuro esplendoroso… su palabra centelleó como el acero arrebatado de un golpe a la vaina…flamea como una bandera al viento de la historia”.
Felices doscientos años, coronel Bolognesi.
Jmc/noviembre del 2016.
(1). En realidad, dicen las crónicas que este discurso quedó solo en el papel, pues el ilustre argentino, vencido por la emoción del momento, solo pudo decir frente al bronce que perennizaba a quien había sido su jefe: “Presente, mi coronel”.