Cuando el honor no es negociable.

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En el mundo militar, el tema del honor y el sentido que en si mismo tiene esta palabra, ocupa un lugar muy especial entre los valores que desde tiempos inmemoriables, guardan las intituciones castrenses; pensamos, sin embargo, que este sentido del honor militar encuentra una especial relevancia y contenido en las tradiciones navales de las principales marinas del mundo.

Continuando con nuestro deseo de recordar aniversarios y efemérides de la historia militar, voy a comentar un episodio muy poco conocido de la primera guerra mundial, el autohundimiento de la flota del Kaiser en Scapa Flow.

Cuando recordábamos, en este blog, el significado de lo que fue la batalla de Jutlandia (31 de mayo y 1 de junio de 1916), decíamos que estratégicamente, Alemania había perdido dicho enfrentamiento, puesto que sus buques, que lograron escapar a la destrucción total de manos de la Grand Fleet (Gran Flota británica), se encontraron al regresar a sus bases, en el mismo punto de partida anterior a la batalla. Practicamente bloqueados y ocultos en sus fondeaderos, sin ninguna posibilidad de intervenir en el conflicto.

Esta situación se mantuvo hasta el final de la guerra, la Flota Alemana permaneció anclada en Kiel y Wilhelmshaven y no vovió a salir más a alta mar. A principios de noviembre de 1918, los ejércitos del Kaiser retrocedían inexorablemente hacia sus fronteras, presionados por las fuerzas aliadas, más poderosas que nunca, ya que contaban ahora con el apoyo del cuerpo expedicionario norteamericano; la guerra parecía inevitablemente perdida. Ante esa situación, el almirante von Scheer y los altos mandos de la armada, decidieron sacar a los buques y lanzarlos en un ataque suicida contra la flota británica; sin saber, sin embargo, la reacción que la marinería iba a tener al conocer el plan.

Desmoralizados y temerosos, muy influenciados por lo que había ocurrido en Rusia durante  la revolución de octubre del año anterior, y la formación de los famosos comités de campesinos, obreros y soldados, (los “soviets”), los subalternos y marineros decidieron no obedecer a sus jefes, no embarcar y amotinarse contra ellos, antes que ir a lo que creian, una muerte segura. El levantamiento pronto pasó a convertirse en una revolución en toda regla, la misma que se extendió a todo el país. Resultado, si bien el movimiento fue dominado y reducido, con un alto costo en vidas humanas, el Kaiser Guillermo fue forzado a abdicar, se canceló la salida de la flota y Alemania no tuvo más remedio que rendirse incondicionalmente.

Durante la negociación del armisticio y las condiciones que implicaba la rendición, los paises vencedores decidieron internar a la Flota de Alta mar germana en la base británica de Scapa Flow, situada en las Islas Orcadas (Escocia), para después repartirse los principales buques. Es así que entre el 25 y 28 de aquel noviembre, los grandes buques de la armada alemana y sus tripulaciones, pasaron por la verguenza y humillación, de marchar en linea de fila, con sus cañones en silencio, escoltados por un solitario y minúsculo destructor, a su cautiverio en Scapa Flow.

Mientras se negociaba que hacer con los buques, los días, las semanas y los meses fueron pasando, y la situación de estos se deterioraba día a día, con unas dotaciones abandonadas a su suerte, desmoralizadas, en pésimas condiciones de salubridad y alimentación. Cuando a fines de junio de 1919, corrió el rumor que se iba a tomar ya la decisión de repartir las unidades entre las potencias vencedoras, el comandante de la flota cautiva, contraalmirante Ludwig von Reuter, envió por medio de señales camufladas, la señal esperada por sus hombres: la flota no se sería repartida entre sus enemigos, antes perecería y salvaría su honor.

Aprovechando que el grueso de la flota británica de guardia en la base habia salido esa mañana a unas maniobras en alta mar, el 21 de junio, los buques cautivos (la maniobra ya había sido acordada y practicada hacía tiempo), abrieron sus válvulas de fondo y los compartimentos estancos, en cinco horas, y ante la desesperación e impotencia de los ingleses que regresaron a toda máquina al conocer lo que estaba pasando, 10 acorazados, 5 cruceros de batalla, 5 cruceros ligeros y 32 destructores, integrantes de la misma flota que no había podido ser vencida en Jutlandia, se fueron a pique, luego de poner a buen recaudo a sus menguadas tripulaciones.

Los ingleses acusaron a los alemanes de romper las bases del armisticio y tomaron prisioneros por un buen tiempo a von Reuter y a sus hombres. Años después, empresas privadas reflotaron algunos de los buques germanos, para vender sus piezas como chatarra. Otros, todavía permanecen hoy hundidos en esa aguas, a pesar que Scapa Flow se cerró hece muchos años como base naval. Pero los marinos alemanes, fleles a una antigua e inflexible tradición, salvaron su Honor y el de su bandera. Por eso, en cuanto a honor militar, tal vez no haya más cabal intérprete, que un marino de la vieja escuela.

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