Ante esto, esas mismas autoridades junto con determinados sectores plantean que la solución a nuestras penas pasa principalmente por poner todos los esfuerzos en mejorar las cifras económicas e incluso se orienta el ansiado desarrollo solamente desde esa perspectiva. Es por tal razón que cambiar a un ministro de Economía no genera la misma atención que cuando se hace lo propio con su similar de Educación; del mismo modo, el hecho de firmar un tratado de libre comercio merece todos los debates y opiniones del caso, unos a favor, otros en contra, pero la firma de convenios educativos o los compromisos con metas educativas mundiales no llaman ni reciben las mismas consideraciones. Así también, centrar el discurso político –incluyendo mensajes presidenciales- en el crecimiento económico, los índices inflacionarios, la mejor repartición de los recursos económicos, la reducción de los niveles de pobreza y demás temas de orden económico, se comprende muy rápido y genera votos, democráticos por cierto, tantos como aquellos que se obtienen por echar la culpa de nuestros problemas al sistema, a la globalización o al modelo económico; sin embargo tratar los temas de fondo, planteando lo más adecuado -luego de analizar lo que realmente sucede- para así dedicar tiempo y voluntades en forma prioritaria a los asuntos verdaderamente importantes y no solamente a los urgentes, eso, se dice también, no vende, por lo que se hace muy poco y por muy pocos, al menos todavía.
El verdadero capital
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En nuestro país, el Perú, llenar los medios con información acerca de la vida privada de las personas genera público, rating y ventas, a tal punto que no resulta financieramente fructífero colocar en su lugar contenidos relacionados con aspectos culturales; es así como por ejemplo determinadas personalidades son notas principales en diarios, radio y televisión, pero no por sus logros sino por asuntos poco felices en los que se ven envueltos; sin embargo y de manera contradictoria, suceden casos como los de los escritores, quienes tienen que ser premiados por editoriales prestigiosas para poder aspirar a una cobertura similar. De la misma manera y solo por citar otro caso se puede decir también que las ferias de libros o exposiciones en museos reciben muchísima menor publicidad que los campeonatos de fútbol locales. Y es que la cultura, se dice, no vende. En otro contexto pero profundizando en nuestra idea tenemos que, los problemas sociales, la falta de competitividad de diversas organizaciones e instituciones, la corrupción, la violencia y las situaciones extremas que atentan contra la paz, entre otros tantos males, son cuestiones que llaman la atención de nuestras autoridades, lo cual está muy bien, pero las soluciones, si es que realmente se dan, hacen caso omiso del verdadero problema y dejan sin resolver el asunto de fondo, el más importante.