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El término “tóxico” lo escuchamos a menudo. Cuando lo usamos, nos referimos a las personas y/o relaciones desagradables, que nos desgastan y hacen daño.
Siempre lo usamos para quejarnos y mostrar a los demás que, al estar cerca de personas “tóxicas” la pasamos mal y, la recomendación siempre será “dejar” a esa persona tóxica. En definitiva, es alguien que no queremos tener cerca nuestro.
Me pregunto si, teniendo claro lo que significa ser “tóxico”, podrían existir padres (mamá o papá) que lo sean con sus propios hijos. Bueno, la respuesta es, Sí.
Los padres tóxicos (referido a padre o madre de manera indistinta) son personas que, debido a las características de su personalidad y vivencias pasadas, dañan la vida de los demás y, en este caso, educan a sus hijos de manera poco o nada aconsejable.
Es así que denominamos como tóxico en los padres cuando hacen sentir mal a sus hijos, sin razón y, la mayoría de veces, de forma sutil. Esto es lo más peligroso, pues se hace aparentemente sin ninguna intención y claro, esto lleva a los hijos a sentir confusión y demás sentimientos encontrados: Cuando sabes que alguien pretende dañarte, lo normal es defenderse; pero cuando esa persona es cercana, no esperas el “golpe”, convirtiéndose todo en doblemente doloroso. En este caso, es más complejo porque se trata de los padres, quienes se supone quieren a sus hijos sobre todas las cosas, haciéndolos sentir así de mal.
¿Qué pasa entonces?
La mayoría de niños no se dan cuenta de ese maltrato, crecen pensando que es así, normalizando los sentimientos displacenteros; pero cuando llegan a la adolescencia, es decir, cuando comienzan a sentir ese pesar de forma consciente, reaccionan indiscutiblemente, algunos de manera fuerte, otros simplemente se alejan, sea de manera emocional o física. Debe quedar claro que el maltrato, a la edad que sea y venga de quien venga, anula y, como medida adaptativa, se busca estar lejos de quien hace sentir que tu vida carece de importancia. De tal manera que un día, de repente, los hijos se dan cuenta que pueden vivir sin esa o esas personas que dañan, y que, ya como adultos, son libres de tomar la decisión que más convenga.
Aunque si la personalidad del progenitor es lo suficientemente dominante para mantener anulado a su hijo, también se da el caso contrario: no abandonar jamás el nido por haberse “perdido”, pues habría trastocado su autoestima desde los primeros años de vida.
Es cierto también que muchos padres no son conscientes del daño que le hacen a sus hijos al ser tóxicos con ellos, evidentemente tampoco saben lo que se ocasionan a sí mismos.
Tipos de madres y padres tóxicos.
Absorbentes
Es normal que los niños, en la medida que van creciendo van ganando libertad y, lógicamente, descubriendo el mundo. Cuando llegan a la adolescencia aparecen los amigos, parejas y actividades en grupo fuera de casa que, muchas veces, a este tipo de padres les genera rechazo. Cuando los hijos llegan a la adultez, es esperable que busquen hacer su vida, pero esto, los padres tóxicos no lo entienden. Suelen querer que sus hijos siempre estén muy cerca a ellos y, para eso, truncan su independencia, haciéndoles sentir culpables simplemente por querer hacer su vida fuera de la casa paterna.
Perfectos
“Nadie te va a querer como yo” es la frase que puede resumir este punto, que esconde una autoestima inexistente en el padre o la madre, que pretende llenar su propia vida siendo el eje principal de la vida del hijo. “Nadie te amará, cocinará, cuidará, vestirá como yo. Nadie te conoce igual ni te entiende ni sabe lo que necesitas, sólo yo”. Y si no hay una persona cerca que neutralice esto (sea el otro padre o una figura significativa), ese niño o niña crecerá aislado de la gente porque, según su progenitor, el resto del mundo en su totalidad no le querrá bien. Cuando los niños crecen con estas ideas dentro del seno familiar, no se consigue más que adultos inmaduros, dependientes, irresponsables e incapaces de vincularse de manera saludable con los demás. Lamentable.
Competitivos
Sí, es una pena pero he visto muchos casos donde los padres compiten con sus hijos, aunque nos parezca un absoluto sinsentido. Hay madres que ven a sus hijas como rivales, así como hay padres que ridiculizan a sus hijos por sobresalir. Esta descarga de frustración puede darse por diversos motivos, en algunos casos porque se niegan a asumir el rol de la paternidad (puede ser de manera consciente o no), también ha ocurrido que algunos padres o madres sienten celos de la cercanía que tiene la pareja hacia su hijo o hija, etc. Cuando los padres caen en esto, se niegan automáticamente a brindarles cariño, comprensión y soporte emocional a los hijos. Los chicos crecen sintiendo que conviven con el enemigo y, aprendiendo que el mundo es así también. Terrible.
Indiferentes
La postura tóxica de los padres no sólo puede venir, también, del control excesivo, sino de la falta absoluta de él, sea por desgano, desinterés o “cansancio”, se termina dejando que los niños, y posteriores adolescentes, hagan y decidan su vida, sin estar capacitados del todo para ello. Esto convierte a los hijos en personas con poca noción de responsabilidad, o ninguna tolerancia a la frustración, caprichosas y egoístas.
Manipuladores
Existen padres que manipulan la realidad a su conveniencia; estos padres son realmente dañinos pues les “venden” a sus hijos una realidad que no existe más que en su cabeza o para su propio beneficio, sin importar el de sus hijos. Terminan minando la vida de sus propios hijos y, además, enseñándoles manera de manipular a los demás. Es bastante probable que estas hijos se conviertan en adultos también manipuladores. De temer.
Distantes
Se refieren a los padres que no brindan afecto ni valoran el que reciben de sus hijos. Es probable que así hayan crecido y repiten ese triste comportamiento con sus hijos, cual si fuese un patrón. Éstos crecen sin recibir amor y acaban por tampoco darlo, ya que son rechazados. Cualquier muestra de atención que tengan hacia sus padres, puede ser recibida sin la emoción esperada, sino con un “es lo que debes hacer, es tu obligación”. Este vacío emocional es perjudicial para los niños, los convierte en adultos con dificultades para relacionarse, poco capaces de experimentar real felicidad, pues fueron criados haciéndoles pensar que no tienen derecho a serlo.
“Limitantes”
Estos padres tienen un estilo de crianza que va más allá de lo “tradicional”, perpetúan los roles de género hasta el extremo, educando niñas sumisas, delicadas, femeninas e híper responsables (lo cual no quiere decir que esté mal si responde a una característica natural de la niña, pero esto cambia cuando es impuesto por los padres), así como niños que no deben mostrar sus sentimientos, agresivos y despreocupados. El problema aquí reside en que los padres no les permiten a los niños que se desenvuelvan de manera natural y sienten las bases para que desarrollen una personalidad sana, en función a sus necesidades y gustos.
Víctimas
En este caso, el afán que tienen algunos padres por llamar la atención los lleva a manipular, con el fin de que sus deseos (y no de los hijos) sea satisfecho, siempre. He podido ver casos donde muchos padres llegan a “enfermarse” si se les lleva la contraria. Tienden a usar el chantaje emocional de manera deliberada, siendo peligrosísimo, pues la culpa que les hacen sentir a los hijos, anula su carácter y voluntad, convirtiéndolos en personas sin decisión.
Así como hemos podido ver, por desgracia, existen diversos tipos de padres tóxicos. Sería ideal que todos podamos entender que tener la oportunidad de criar hijos, si bien es sumamente demandante y preocupante; también es la oportunidad que tenemos de brindarnos un poco, de plasmar nuestro amor, compromiso y debilidades de humanos también. Siempre hay que tener en cuenta que nuestra función como padres es ayudarlos a construirse, no destruirse; en este caso, a lo más preciado en nuestras vidas, nuestros propios hijos.
La influencia que tenemos en ellos es gigantesca en su desarrollo como personas, y si notamos que esa responsabilidad nos lleva a la total preocupación o nos desborda, debemos pedir ayuda profesional.
¡Que siempre estemos bien!
Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.
¿Conversamos?
Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026
Cel.: +51 998 810 240
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