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¿Cómo puedo resolver los conflictos?

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Todas las personas, todos los días, nos enfrentamos a situaciones que nos generan conflictos, sea con otros o, ¡incluso con nosotros mismos! y, cuando eso ocurre, muchas veces no tomamos las mejores decisiones, si nuestra intención es resolverlo de la mejor manera.

Bueno, aquí les dejamos algunas sugerencias -¡que sirven de verdad! para resolver esos conflictos que, muchas veces, nos quitan la paz.

¡Que siempre busquemos estar bien!

Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.
¿Hablamos?

Psic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026
Cel.: +51 998 810 240

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¿Cómo puedo resolver los conflictos? por Lic. Katherinne Roncal S. C.Ps.P.: 15026 se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

Conducta de los adultos que revela trauma infantil

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Todos los adultos hemos pasado por muchos momentos durante nuestra niñez, vivencias de todo tipo, de las que nos sacan sonrisas al recordar, como también las que aún nos dejan un mal sabor de boca; quizá porque fueron tiempos complicados para nuestra familia y … bueno, eso nos afectó.

En ocasiones, esos malos recuerdos, experiencias dolorosas seguramente, dejan huella en nuestro ser. Cuando esto pasa, a veces ese malestar que está dentro de nosotros desde mucho, ya de adultos lo plasmamos en conductas que no son las mejores, que no nos permiten desenvolvernos de la manera que esperamos o, en su defecto, afectan a las personas que se encuentran a nuestro alrededor.

De ser este el caso, la solución no está en retroceder en el tiempo y “arreglar” desde ahí, NO; ayudaría mucho ser consciente de lo que nos ocurre y, desde nuestro día a día, buscar hacer los cambios que sean necesarios, incluso ayuda pertinente. 

¡Que siempre busquemos estar bien!

Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.
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Psic. Katherinne Roncal Soto
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Conductas de los adultos que revelan trauma infantil por Ps. Katherinne Roncal S. C.Ps.P.: 15026 se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

¿Cómo desarrollar empatía en la infancia?

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La naturaleza y nuestra poca organización nos hace recordar una vez más, que si bien podemos hacer frente nuestras dificultades, siempre esto será mas sencillo si contamos con la ayuda del otro.

Esta capacidad de entender las necesidades de los demás, comprender cómo piensan y/o cómo se sienten y, partiendo de esa información, brindar apoyo, soporte y ayuda, se puede ir enseñando desde la infancia, pues … si, no a todos se nos hace tan sencillo aprenderlo de manera natural.

Aquí, algunas recomendaciones de cómo enseñarles a nuestros hijos la importancia de mirar al otro y brindar ayuda si está en nuestras manos.

Si bien, nosotros somos fuertes pero JUNTOS, somos INDESTRUCTIBLES 

¡Que siempre busquemos estar bien!

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Poniendo límites

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Es muy probable que hayamos escuchado lo saludable que es poner límites y, además, comunicarlos de manera adecuada, para que estos no sean mal entendidos y tomados como antojadizas restricciones.

Los límites permiten crear y fortalecer la autonomía, autocuidado y valor personal, nos ayuda a socializar de manera saludable, nos permite ser espontáneos, refuerza la creatividad; es decir, nos trae bienestar personal.

Por el contario, cuando no establecemos límites saludables los demás nos ven de la manera en que ellos nos quieren ver, no como somos realmente. Es totalmente agotador, desgasta tremendamente vivir para complacer a los demás, sin complacernos nosotros. Cuando esto ocurre, nuestra estima personal se daña, empezamos a no tener seguridad de quienes somos, dañando nuestra integridad y, lógicamente, nuestras prioridades desaparecen. Si el otro nos pierde el respeto, nosotros también nos lo perdemos.

Establecer límites es lo más certero que tenemos para protegernos.

Poniéndolos no hace que los demás no nos quieran, el respetarnos hace que los demás nos respeten.

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Excusas

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Normalmente estamos abiertos a dar múltiples oportunidades a personas, relaciones y/o situaciones, específicamente cuando hay real afecto, interés y ganas de por medio; sin embargo…

 TODO TIENE UN LÍMITE.

Sobre todo cuando no se ve las ganas de querer hacer las cosas mejor, de no reparar nada o, al menos, hacerlo por real convicción, no por sacar algún tipo de interés por ello.

Cuando se ve que la situación, la que sea, no da para más (¡y vaya que si nos damos cuenta de ello!), lo más saludable que queda por hacer es irse.

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La ira

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Todos hemos sentido ira en algún (o algunos, o muchos) momentos de nuestra vida, lo cual es perfectamente natural. La ira es una emoción humana que, cuando se trata de manera adecuada, es hasta saludable; lo que no es adecuado ni saludable es no controlar nuestro temperamento y arremeter en contra del otro, en nombre de la necesidad de la simple expresión de nuestras emociones. Entonces …

¿Cómo hacemos para controlar nuestra ira?

Creo que casi todos hemos escuchado alguna vez el término “control de ira”. Bueno, se refiere a la habilidad que necesitamos para reconocer que estamos muy molestos, que la sentimos; incluso, es importante poder reconocerla en los demás. El siguiente paso sería cómo hacemos para manejar esa situación o persona que nos generó la ira, de una manera positiva, sin que nadie salga lastimado (incluye nosotros).

Además

Esto no quiere decir que debemos suprimirla, sino reconocer qué es lo que la desencadena, también nuestros signos de ira y, además, encontrar otras maneras adecuadas para expresar aquello que sentimos, sin llegar a excesos.

SIEMPRE hay que entender que esta manera de auto controlarnos no lo hacemos necesariamente por los demás, sino por nosotros mismos; pues cuando desatamos nuestra ira sin control, no sólo afectamos nuestras relaciones interpersonales (¡a los que más queremos!), sino también nuestra salud física y emocional.

¡Que siempre busquemos estar bien!

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¿Cómo acercarnos a nuestros hijos?

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Caso de la vida real: 

Llegamos a la casa, después de un día difícil en el trabajo. En casa, nos espera la familia, los hijos, con todo su ímpetu, ganas de compartir y, seamos honestos… muchas veces por más que los amemos con locura, lo que más esperamos al llegar a casa es un momento de tranquilidad, de paz, para que ese agobio de la vida se disipe. Entonces, ese desborde natural de nuestros hijos (sean niños o adolescentes),  hace que perdamos la paciencia y reaccionemos, a veces, de maneras que jamás hubiésemos querido de haber estado calmados y… cometemos excesos con ellos y … se nos “pasa la mano” con la disciplina.

Después de esto, ya calmados por supuesto, no siempre buscamos acercarnos,  pretendemos que ya pasó el problema y seguimos con la vida en casa. En otro ambiente, nuestros chicos, es probable que se hayan quedado con un gran signo de interrogación en la cabeza, frustración y, quizá tristeza, por ese momento que quisieron compartir con nosotros y no se pudo, se les negó.

¿Les ha ocurrido alguna vez? 

Ojalá que no, pero si esa historia les parece cotidiana, es importante tener en cuenta que SIEMPRE dependerá de nosotros, los adultos, propiciar buenas y satisfactorias relaciones con nuestros hijos. Nosotros en gran medida, les enseñamos a vincularse de manera adecuada con los demás, con el mundo.

¡Así de importante somos para ellos!

También coincido con que eso es bastante complicado, sobre todo en los días que corren; sin embargo, es VITAL hacer el esfuerzo, no sólo por el bienestar de nuestros chicos, sino por el nuestro, ¡Qué bonito se siente tener la certeza que hacemos felices a nuestros hijos!

¡Que siempre estemos bien!

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¿Realmente existen las madres y padres tóxicos?

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El término “tóxico” lo escuchamos a menudo. Cuando lo usamos, nos referimos a las personas y/o relaciones desagradables, que nos desgastan y hacen daño.

Siempre lo usamos para quejarnos y mostrar a los demás que, al estar cerca de personas “tóxicas” la pasamos mal y, la recomendación siempre será “dejar” a esa persona tóxica. En definitiva, es alguien que no queremos tener cerca nuestro.

Me pregunto si, teniendo claro lo que significa ser “tóxico”, podrían existir padres (mamá o papá) que lo sean con sus propios hijos. Bueno, la respuesta es, Sí.

Los padres tóxicos (referido a padre o madre de manera indistinta) son personas que, debido a las características de su personalidad y vivencias pasadas, dañan la vida de los demás y, en este caso, educan a sus hijos de manera poco o nada aconsejable.

Es así que denominamos como tóxico en los padres cuando hacen sentir mal a sus hijos, sin razón y, la mayoría de veces, de forma sutil. Esto es lo más peligroso, pues se hace aparentemente sin ninguna intención y claro, esto lleva a los hijos a sentir confusión y demás sentimientos encontrados: Cuando sabes que alguien pretende dañarte, lo normal es defenderse; pero cuando esa persona es cercana, no esperas el “golpe”, convirtiéndose todo en doblemente doloroso. En este caso, es más complejo porque se trata de los padres, quienes se supone quieren a sus hijos sobre todas las cosas, haciéndolos sentir así de mal.

 ¿Qué pasa entonces?

La mayoría de niños no se dan cuenta de ese maltrato, crecen pensando que es así, normalizando los sentimientos displacenteros; pero cuando llegan a la adolescencia, es decir, cuando comienzan a sentir ese pesar de forma consciente, reaccionan indiscutiblemente, algunos de manera fuerte, otros simplemente se alejan, sea de manera emocional o física. Debe quedar claro que el maltrato, a la edad que sea y venga de quien venga, anula y, como medida adaptativa, se busca estar lejos de quien hace sentir que tu vida carece de importancia. De tal manera que un día, de repente, los hijos se dan cuenta que pueden vivir sin esa o esas personas que dañan, y que, ya como adultos, son libres de tomar la decisión que más convenga.

Aunque si la personalidad del progenitor es lo suficientemente dominante para mantener anulado a su hijo, también se da el caso contrario: no abandonar jamás el nido por haberse “perdido”, pues habría trastocado su autoestima desde los primeros años de vida.

Es cierto también que muchos padres no son conscientes del daño que le hacen a sus hijos al ser tóxicos con ellos, evidentemente tampoco saben lo que se ocasionan a sí mismos.

Tipos de madres y padres tóxicos.

Absorbentes
Es normal que los niños, en la medida que van creciendo van ganando libertad y, lógicamente, descubriendo el mundo. Cuando llegan a la adolescencia aparecen los amigos, parejas y actividades en grupo fuera de casa que, muchas veces, a este tipo de padres les genera rechazo. Cuando los hijos llegan a la adultez, es esperable que busquen hacer su vida, pero esto, los padres tóxicos no lo entienden. Suelen querer que sus hijos siempre estén muy cerca a ellos y, para eso, truncan su independencia, haciéndoles sentir culpables simplemente por querer hacer su vida fuera de la casa paterna.

Perfectos
“Nadie te va a querer como yo” es la frase que puede resumir este punto, que esconde una autoestima inexistente en el padre o la madre, que pretende llenar su propia vida siendo el eje principal de la vida del hijo. “Nadie te amará, cocinará, cuidará, vestirá como yo. Nadie te conoce igual ni te entiende ni sabe lo que necesitas, sólo yo”. Y si no hay una persona cerca que neutralice esto (sea el otro padre o una figura significativa), ese niño o niña crecerá aislado de la gente porque, según su progenitor, el resto del mundo en su totalidad no le querrá bien. Cuando los niños crecen con estas ideas dentro del seno familiar, no se consigue más que adultos inmaduros, dependientes, irresponsables e incapaces de vincularse de manera saludable con los demás. Lamentable.

Competitivos
Sí, es una pena pero he visto muchos casos donde los padres compiten con sus hijos, aunque nos parezca un absoluto sinsentido. Hay madres que ven a sus hijas como rivales, así como hay padres que ridiculizan a sus hijos por sobresalir. Esta descarga de frustración puede darse por diversos motivos, en algunos casos porque se niegan a asumir el rol de la paternidad (puede ser de manera consciente o no), también ha ocurrido que algunos padres o madres sienten celos de la cercanía que tiene la pareja hacia su hijo o hija, etc. Cuando los padres caen en esto, se niegan automáticamente a brindarles cariño, comprensión y soporte emocional a los hijos. Los chicos crecen sintiendo que conviven con el enemigo y, aprendiendo que el mundo es así también. Terrible.

Indiferentes
La postura tóxica de los padres no sólo puede venir, también, del control excesivo, sino de la falta absoluta de él, sea por desgano, desinterés o “cansancio”, se termina dejando que los niños, y posteriores adolescentes, hagan y decidan su vida, sin estar capacitados del todo para ello. Esto convierte a los hijos en personas con poca noción de responsabilidad, o ninguna tolerancia a la frustración, caprichosas y egoístas.

Manipuladores
Existen padres que manipulan la realidad a su conveniencia; estos padres son realmente dañinos pues les “venden” a sus hijos una realidad que no existe más que en su cabeza o para su propio beneficio, sin importar el de sus hijos. Terminan minando la  vida de sus propios hijos y, además, enseñándoles manera de manipular a los demás. Es bastante probable que estas hijos se conviertan en adultos también manipuladores. De temer.

Distantes
Se refieren a los padres que no brindan afecto ni valoran el que reciben de sus hijos. Es probable que así hayan crecido y repiten ese triste comportamiento con sus hijos, cual si fuese un patrón. Éstos crecen sin recibir amor y acaban por tampoco darlo, ya que son rechazados. Cualquier muestra de atención que tengan hacia sus padres, puede ser recibida sin la emoción esperada, sino con un “es lo que debes hacer, es tu obligación”. Este vacío emocional es perjudicial para los niños, los convierte en adultos con dificultades para relacionarse, poco capaces de experimentar real felicidad, pues fueron criados haciéndoles pensar que no tienen derecho a serlo.

“Limitantes”
Estos padres tienen un estilo de crianza que va más allá de lo “tradicional”, perpetúan los roles de género hasta el extremo, educando niñas sumisas, delicadas, femeninas e híper responsables (lo cual no quiere decir que esté mal si responde a una característica natural de la niña, pero esto cambia cuando es impuesto por los padres), así como niños que no deben mostrar sus sentimientos, agresivos y despreocupados. El problema aquí reside en que los padres no les permiten a los niños que se desenvuelvan de manera natural y sienten las bases para que desarrollen una personalidad sana, en función a sus necesidades y gustos.

Víctimas
En este caso, el afán que tienen algunos padres por llamar la atención los lleva a manipular, con el fin de que sus deseos (y no de los hijos) sea satisfecho, siempre. He podido ver casos donde muchos padres llegan a “enfermarse” si se les lleva la contraria. Tienden a usar el chantaje emocional de manera deliberada, siendo peligrosísimo, pues la culpa que les hacen sentir a los hijos, anula su carácter y voluntad, convirtiéndolos en personas sin decisión.

Así como hemos podido ver, por desgracia, existen diversos tipos de padres tóxicos. Sería ideal que todos podamos entender que tener la oportunidad de criar hijos, si bien es sumamente demandante y preocupante; también es la oportunidad que tenemos de brindarnos un poco, de plasmar nuestro amor, compromiso y debilidades de humanos también. Siempre hay que tener en cuenta que nuestra función como padres es ayudarlos a construirse, no destruirse; en este caso, a lo más preciado en nuestras vidas, nuestros propios hijos.

La influencia que tenemos en ellos es gigantesca en su desarrollo como personas, y si notamos que esa responsabilidad nos lleva a la total preocupación o nos desborda, debemos pedir ayuda profesional.

¡Que siempre estemos bien!

Si necesitas ayuda, estamos para escucharte, para servirte.
¿Conversamos?

Lic. Katherinne Roncal Soto
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Cosas que afectan la relación con tus hijos

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Las responsabilidades de todos los días, muchas veces, nos deja agotados y con deseos de llegar a casa para descansar, pero, cuando tenemos hijos (sean de la edad que sean), sabemos bien que eso no se puede.

Justamente en nombre de ese agotamiento, y sin quererlo por supuesto, respondemos no siempre de la mejor manera a las necesidades, ocurrencias y maneras particulares de ser de nuestros hijos; entonces, nos gana el malestar y, ¡reaccionamos! decimos y/o hacemos cosas que les afectan, tanto a ellos, como a la relación que nos esforzamos en mantener y afianzar con ellos.

Recordemos que ellos, al igual que los adultos, también se agobian, se preocupan, se asustan y, a diferencia de nosotros, no poseen los recursos de los “grandes” para enfrentar esas emociones desagradables (porque son menores, su proceso de desarrollo aún no ha terminado, y el de nosotros ¡si!). Entonces … si los padres reaccionamos de manera poco asertiva, pues… los herimos y, además, impactamos de manera negativa la manera en que nos ven y entienden el mundo.

Aquí surge la pregunta,

¿Qué cosas, entre otras, pueden afectar la relación con nuestros hijos?

¡Que siempre estemos bien!

Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026

Si notas que necesitas apoyo profesional, en Yanapay te podemos ayudar. Comunícate con nosotros y pondremos a tu disposición a nuestro equipo de expertos.

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La Autoridad

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¿Qué entendemos por autoridad? ¿Autoridad es tener el arte de “mandar”?

A veces se entiende a la autoridad desde la jerarquía, desde el “yo mando, tu obedeces”, bueno, con los hijos, esto no es así, en realidad, esta visión no resulta en lo más mínimo, es totalmente contraproducente.

Entonces… ¿Qué es autoridad?

Debe quedar claro que la autoridad, en este caso parental, son todos los deberes y derechos que los padres ejercemos sobre nuestros hijos, de manera amorosa y respetuosa, orientada a protegerlos, educarlos, asistirlos y prepararlos para la vida; es decir, su fin es MERAMENTE ORIENTATIVO Y BUSCA EL BENEFICIO DE NUESTROS HIJOS. 

Es cierto también que, el día a día nos puede alterar a todos, niños y adultos, hijos y padres.

Bajo ese escenario, qué complicado puede resultar a los padres mantener la compostura ante la frustración de los pendientes que no se realizan, las indicaciones que parecieran flotar en el cielo de los olvidos, las pataletas que no dan tregua.

Entonces, los padres al vernos en esa disyuntiva de qué y cómo hacer para que nuestra voz prevalezca en el mundo interno de nuestros hijos, entramos en conflicto, surgen las dudas de todo tipo, incluso sobre nuestra suficiencia como papás y… llega el agobio y la pregunta del millón:

¿Cómo nos mantenemos firmes?, ¿Cuándo ganamos y/o reafirmamos nuestra autoridad? ¿Cuándo la perdemos?

¡Que siempre estemos bien!

Lic. Katherinne Roncal Soto
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