Por Nelson Manrique
Ya en el siglo XVIII varios de los padres fundadores del liberalismo político, como Jean-Jacques Rousseau, desconfiaban profundamente del liberalismo económico (entonces llamado “librecambismo” y hoy “neoliberalismo”). Consideraban que este impulsa la desigualdad económica y esta, llegada a un cierto punto, se convierte en enemiga de la democracia.