Por Javier Torres
De otro lado, la enorme influencia del gremio minero y petrolero sobre el Ministerio de Energía y Minas no se traduce necesariamente en una fe ciega en la capacidad de la burocracia del sector para convencer a las comunidades campesinas y nativas de las bondades y beneficios de los proyectos extractivos sometidos a consulta previa. Y lo que es peor, aunque no lo digan, confían muy poco en que los acuerdos a los que se llegue no vayan a ser objetados por las comunidades –que a su vez desconfían de las empresas– cuando renueven sus directivas, lo que ocurre cada dos años.
Finalmente, respecto a la base de datos de pueblos indígenas, cunde entre los promotores de las inversiones el temor de que esta incluya al total de comunidades campesinas y nativas de la costa, la sierra y la Amazonía, abriendo la posibilidad de procesos de consulta previa en prácticamente todas las regiones del país. Es bastante probable que la mayoría de comunidades tengan un lugar en la mal llamada “lista”, a la que, además, algunos consideran “una bomba de tiempo”. Y es altamente probable porque la ley y el Convenio 169 las reconoce, y no a la inversa.
Frente a esta situación, lo peor que puede hacer el gobierno es caer en la parálisis. Corresponde al presidente Humala tomar la iniciativa en la implementación de una ley que fue promesa de campaña, y que en un gesto de reconciliación con los pueblos indígenas amazónicos, él mismo promulgó en Imacita, Bagua. Un buen primer paso sería la prepublicación de la Base de Datos de Pueblos Indígenas, para que todos podamos conocer cuáles han sido los criterios y argumentos utilizados para incluir o excluir a tal o cual comunidad, y que se hagan todas las correcciones que sean necesarias.
El gremio empresarial, por su parte, deberá entender que la consulta previa no es ni un mero trámite ni un procedimiento engorroso para “ahuyentar” las inversiones ni una “bomba de tiempo” que hay que desactivar. La consulta previa es el derecho de un significativo sector de la población peruana que, al igual que los inversionistas, exige el respeto al Estado de derecho y a la ley.
Fuente: Diario 16