Perú: No cesaron los conflictos

Por Mirko Lauer

El rebrote de conflictos en diversas regiones quizás sorprenda a algunos. Pues circulaban ideas como que la naturaleza izquierdista del gobierno y su anuncio de nuevas técnicas para enfrentar el problema aminorarían los conflictos y les darían soluciones novedosas. Lo primero no se ha dado. Lo segundo todavía está por verse.

Hasta aquí los conflictos han venido siendo vistos como el tipo de asunto que se intenta solucionar caso por caso. Son reclamos geográficamente dispersos, con ingredientes específicos y protagonistas muy distintos. A pesar de que el argumento medioambiental es el que pesa, los temas no siempre son los mismos.

Al parecer lo que más atrae los relámpagos de la agitación es la gran empresa (minas) o el gran proyecto (represas, carreteras). En Madre de Dios o Puno, pocos se preocupan o movilizan por los comprobables peligros medioambientales de la extracción informal, considerada una actividad popular a pesar de su volumen.

Los de hoy son, por llamarlos de alguna manera, conflictos en la bonanza, en los que la perspectiva de algún chorreo o goteo no contrapesa en absoluto la defensa del medio ambiente. Todavía no han aparecido los conflictos de la penuria, anunciados por la crisis europea (de 1.8% de crecimiento a 0.5%).   

Es el momento de empezar a preguntarse si el gobierno tiene recursos para enfrentar los conflictos que han empezado a calentarse. Más aun, si tiene esas técnicas nuevas a las que se refirió durante la campaña, cuando el gobierno pasado ya había tirado la esponja. Recordemos que el conflicto de Puno fue suspendido solo para posibilitar las elecciones.

Tres caminos que podemos imaginar frente al tema: una propuesta efectivamente novedosa capaz de satisfacer a todas las partes, probablemente en el campo del reparto de las ganancias; una multiplicación y un fortalecimiento de los equipos negociadores sobre el terreno; una mayor energía legalista y policial frente a todas las partes.

Bien manejadas, no necesariamente son opciones excluyentes, y no es difícil imaginar un curso que combine los tres caminos. Quizás el recurso más escaso ahora es el tiempo, es decir un tipo de propuesta nacional capaz de llegar a, e impactar en todos los protagonistas antes de que las cosas se vayan a poner demasiado feas.

¿Qué quiere decir demasiado feo? Evidentemente y en primer lugar los muertos. Pero hay otros feos que no son menores, como el acorralamiento del gobierno en una pasividad que anime nuevos conflictos, o incluso la formación de una suerte de partido de los conflictos regionales que empiece a disputarle más en serio algunas formas de presencia y hegemonía al Estado. 

Fuente: La República

Puntuación: 0 / Votos: 0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *