Mundo: Del Nuremberg alemán al camboyano

Por Ariel Segal.
asegal@larepublica.com.pe

El primer precedente moderno de juicios por genocidio y crímenes de lesa humanidad ocurrió en Nuremberg, cuando los ganadores de la II Guerra Mundial sentaron en el banquillo de los acusados a los funcionarios nazis que no lograron escapar de Alemania. A partir de ese momento se inició el debate sobre la justicia contra criminales de guerra: ¿Se deben condenar sus acciones en base al contexto de su época, o hay aspectos atemporales para juzgar a los responsables de masacres fuera de los campos de batalla?

Lamentablemente no hubo un “Nuremberg” para los secuaces de Stalin, de Mao, de cruentas dictaduras de derecha como la de Argentina en los años 70 y la de Pinochet, y mucho menos para Fidel Castro, que a pesar de haber ordenado ejecuciones sin procesos judiciales, ha sido el dictador más “indultado” por los jefes de Estado del mundo. Y si bien muchos autócratas y sus colaboradores se fueron o se irán de este mundo sin pagar por sus crímenes, la creación de un tribunal para los crímenes de lesa humanidad en la ex Yugoslavia ya ha visto pasar a tres importantes responsables de los genocidios cometidos allí, y en Tanzania existe una corte penal para las masacres cometidas por líderes hutus contra la mayoría tutsi.

En Camboya, en donde el régimen de los Jemeres Rojos liquidó sistemáticamente a minorías étnicas, religiosas y a disidentes en la década de los 70, por primera vez se juzga a un gobierno comunista. Cuatro funcionarios de alto rango, hoy ancianos, confrontan un proceso judicial auspiciado por la ONU con el fin de rendir justicia a las más de dos millones de víctimas, quienes por cierto, según el lingüista Noam Chomsky, “sumo sacerdote” para los que atribuyen todos los males de la tierra solo a los estadounidenses, fallecieron por enfermedades y hambruna causada por los ataques norteamericanos, y no por un genocidio del régimen fascista-comunista de Pol Pot.

La justificación es la misma: “Cumplía órdenes”, por lo cual, se sienten inocentes. Eso pasa en todos los “Nurembergs”: desde el alemán fascista de derecha como el camboyano fascista de izquierda. No es geografía, es Naturaleza: la humana.

Fuente: La República

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