Perú: Una grave omisión

Por Zenon Depaz

Atendiendo a la orientación predominante de los discursos políticos de las dos últimas décadas en el Perú, sin duda el hecho más destacable de las intervenciones en la reciente CADE fue el consenso en relación a que el actual crecimiento económico no es sostenible sin algunas reformas sustantivas que el Estado debe promover. Entre ellas, y de manera central, las que están pendientes en la Educación. Se trata de un reconocimiento de que, en ausencia de políticas de Estado, el mercado no sólo no garantiza equidad sino tampoco crecimiento económico. Con ello el fundamentalismo neoliberal pierde espacio y el eje del péndulo político se desplaza un tanto hacia la izquierda, posición vinculada históricamente con la demanda de un Estado promotor de reformas que favorezcan y universalicen el bienestar.

Por otro lado, el reconocimiento de que no es posible sostener el crecimiento económico sin producción de conocimiento y profesionales del más alto nivel, permite destacar una elemental ausencia de definiciones en los discursos emitidos en la CADE sobre política educativa, que inercialmente tendían a proponer como ejes estratégicos medidas como la capacitación de docentes, la mejora de sus salarios o de la dotación logística de las escuelas. El inveterado error está en reducir el tema educativo a la escuela (a la Educación Básica), dejando fuera de agenda a la Educación Superior.

Se trata de una nefasta tendencia, graficada en el hecho de que el actual Ministerio de Educación es en realidad sólo un ministerio de la Educación Básica, y las universidades, tierra de nadie, con total ausencia de políticas de Estado, mientras todos los países de la región cuentan con alguna instancia del más alto nivel (un ministerio o un viceministerio) que atiende a la Educación Superior y la producción científica.

Hay en ello un error de apreciación que revela ausencia de reflexión sobre las prioridades en el ámbito educativo. Más aún cuando la experiencia de los países emergentes muestra que la atención prioritaria a la Educación Superior fue una de las claves de su éxito. No sólo porque los retornos productivos son de más corto plazo, o por el valor estratégico de los cuadros profesionales y científicos que genera, sino también porque su repercusión en la mejora de la Educación Básica es inmediata (proveyéndola de buenos maestros y gestores) y sostenible en el tiempo (¿o preferimos seguir capacitando al infinito a egresados que seguirán siendo deficientes?).

Es obvio que todos los niveles educativos deben ser atendidos, pero siendo limitados los recursos y corriendo contra el tiempo en cuanto a asegurar un crecimiento sostenible, es inevitable establecer prioridades. Sostenemos que la reforma de la Educación Superior es prioritaria, no sólo por sus implicancias en el resto del ámbito educativo y la producción, sino también por su viabilidad política, pues si hay algo que se cae de maduro, es el consenso alcanzado por la exigencia de una profunda reforma universitaria.

Fuente: Diario La Primera

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Comentarios

  1. Orlando escribió:

    se nota la ideologia errada de quien escribio ese mamotreto

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