Por Zenon Depaz
Se trata de una nefasta tendencia, graficada en el hecho de que el actual Ministerio de Educación es en realidad sólo un ministerio de la Educación Básica, y las universidades, tierra de nadie, con total ausencia de políticas de Estado, mientras todos los países de la región cuentan con alguna instancia del más alto nivel (un ministerio o un viceministerio) que atiende a la Educación Superior y la producción científica.
Hay en ello un error de apreciación que revela ausencia de reflexión sobre las prioridades en el ámbito educativo. Más aún cuando la experiencia de los países emergentes muestra que la atención prioritaria a la Educación Superior fue una de las claves de su éxito. No sólo porque los retornos productivos son de más corto plazo, o por el valor estratégico de los cuadros profesionales y científicos que genera, sino también porque su repercusión en la mejora de la Educación Básica es inmediata (proveyéndola de buenos maestros y gestores) y sostenible en el tiempo (¿o preferimos seguir capacitando al infinito a egresados que seguirán siendo deficientes?).
Es obvio que todos los niveles educativos deben ser atendidos, pero siendo limitados los recursos y corriendo contra el tiempo en cuanto a asegurar un crecimiento sostenible, es inevitable establecer prioridades. Sostenemos que la reforma de la Educación Superior es prioritaria, no sólo por sus implicancias en el resto del ámbito educativo y la producción, sino también por su viabilidad política, pues si hay algo que se cae de maduro, es el consenso alcanzado por la exigencia de una profunda reforma universitaria.
Fuente: Diario La Primera
se nota la ideologia errada de quien escribio ese mamotreto