Por Armando Mendoza
La seguridad alimentaria en el Perú es una cuestión crítica por sus implicancias económicas y sociales. En un país donde la cuarta parte de los niños menores de 5 años padecen de desnutrición crónica y un tercio de la población total padece de algún tipo de déficit calórico; pues no ingieren alimentos suficientes para reponer las calorías que pierden; el acceso a los alimentos debería ser una cuestión prioritaria para nuestras políticas de estado.
Lo anterior tiene relación con el proceso de globalización en que esta inmerso el Perú y lo que ello implica en términos de desarrollo rural, sostenibilidad del agro y, especialmente, de acceso a alimentos, considerando el impacto que podría tener una crisis global de alimentos, tal como sucedió en el 2007-2008, cuando se dio un alza generalizada de precios internacionales, lo que repercutió severamente en la inflación doméstica en el Perú. Así, los recientes incrementos en el precio del trigo y otros alimentos básicos en los mercados internacionales, nuevamente ponen sobre el tapete el tema de la seguridad alimentaria.
En ese sentido, el impacto del proceso de globalización sobre la sostenibilidad de la agricultura interna es algo que debiera preocupar. La entrada de importaciones de alimentos subsidiados por los países desarrollados; que compiten deslealmente con nuestros productores; la promoción de biocombustibles y de la agroexportación; con lo que ello representa en concentración de tierras y acaparamiento de agua; la apuesta por la gran propiedad y el apropiamiento de los bosques para uso privado; son todos procesos donde el agro peruano esta siendo trasformado en un ente funcional a los mercados internacionales, pero en donde no hay un balance adecuado con las necesidades nacionales, y en donde la seguridad alimentaria queda como tema pendiente.
Nuestra dependencia de alimentos importados es un tema a encarar con políticas agrarias que reconozcan y apoyen al pequeño y mediano productor agropecuario, hoy tan vilipendiado por la “Teología” del Perro del Hortelano. No se trata de alcanzar una ilusoria autarquía alimentaria, pero si de reducir nuestra vulnerabilidad a los vaivenes y especulaciones de los mercados mundiales, que ya nos han golpeado en el pasado, y que, tarde o temprano, volverán a golpearnos en el futuro.
Fuente: Diario La Primera