Estuve revisando algunos conceptos relacionados con lo que es metodología. Entre los muchos que encontré quiero concentrarme en dos de ellos:
“Metodología se refiere a los métodos de investigación en una ciencia. Aun cuando el termino puede ser aplicado a las artes cuando es necesario efectuar una observación o análisis más riguroso o explicar una forma de interpretar la obra de arte.
La metodología se entenderá aquí como una parte del proceso de investigación que permite sistematizar los métodos y las técnicas necesarios para llevarla a cabo. “Los métodos –dice Martínez Miguélez (1999)– son vías que facilitan el descubrimiento de conocimientos seguros y confiables para solucionar los problemas que la vida nos plantea”” (Wikipedia).
“Estudios de los principios que guían , o deberían guiar, la investigación científica. La metodología no nos habla de la ciencia empírica en el mismo sentido en que la ciencia empírica nos habla acerca del mundo, ella trata más bien de hacer claro el sentido de la ciencia empírica” (BusinessCol.com).
Estos conceptos muestran en teoría y en la práctica sobre todo, que no se puede improvisar con los métodos de enseñanza en los centros de enseñanza superior. Claro, este es un espacio dedicado principalmente en el diseño, pero supongo que toda especialidad ha de tomarlo de la misma forma.La metodología no ha de brindar tan solo una base. Ha de aportar los suficientes elementos para que el futuro profesional se desenvuelva eficazmente en el campo de la realidad laboral y profesional. Es un problema cuando no se percibe planificación y visión a largo plazo basado en situaciones reales en los métodos, y todo se limite a expresiones como “tú tienes que descubrirlo” o “se supone que a estas alturas…”. Esas expresiones pueden tomarse como válidas una vez que el pre-profesional YA HA SIDO FORMADO Y CUENTA CON UN BAGAJE APLICADO EN EL CAMPO PARA EL CUAL HA RECIBIDO EDUCACIÓN. En mi experiencia como profesional en actividad se me vienen a la mente dos momentos, uno más reciente que el otro, que me hacen reflexionar en la importancia de que el docente (o formador) no se limite sencillamente a criticar, sinó más bien a “facilita[rnos] el descubrimiento de conocimientos seguros y confiables para solucionar los problemas que la vida nos plantea”.
La primera situación la pasé cuando me asignaron un trabajo en la unidad para la cual laboro. Me preguntaron si usaba hojas de estilo al hacer páginas web. En aquel momento yo dije sencillamente que no. Claro, no se sorprendieron ni incomodaron por ello, más bien me indicaron con claridad y paciencia como salvar ese “escollo técnico” (obviamente “escollo” para mí). No obstante, en aquel momento yo me preguntaba para mis adentros “¿Por qué no me enseñaron algo tan elemental cuando llevé en la universidad el curso de Dreamweaver?”
Por supuesto, mi interrogante no tendría peso de no ser por el hecho que ese curso lo llevamos en el último año de la carrera, una época en la que no se supone que uno recién deba aprender el manejo de una herramienta, sinó más bien su correcta y eficiente aplicación, además de la adaptación de los conceptos y esquemas de diseño en el entorno web. ¿Qué paso con la metodología? Y una cadena de referencias vivenciales empezo a correr en mi cabeza: cursos de comunicación y gráfica publicitaria dictados por una excelente y locuaz semióloga, de perfeccionamiento bajo tutoría “enseñados” por personas muy competentes en su área (publicidad por ejemplo) pero con una evidente carencia de nivel pedagógico (por metodología y tiempo dedicado a la tutoría, sólo 15 minutos semanales por alumno en teoría), la pretención de pedirnos hacer un portafolio personal en dos semanas teniendo varios otros proyectos paralelos, muchos de los cuales no estaban orientados a la realidad, sinó a la sencilla simulación; o el concepto del “superdiseñador”, el que tiene que ser un “especialista en todo”, porque “sólo de esa manera podrá asumir con éxito cualquier reto” (“seguuro”, como si en un hospital el cirujano también hiciera el trabajo del anestesiólogo, la enfermera y el chofer de la ambulancia que trae al paciente). Agrego además el siguiente aporte: en la práctica es demasiado raro (hasta imposible diría yo) que tras egresar yo vaya a ser director de arte, director creativo o encargado “del área de”. Todos tenemos que pagar “derecho de piso”, y nos hacen creer que uno, por ser egresado de cierta institución, ya tiene todas las puertas abiertas, como si la propia capacidad importase poco. Eso toma tiempo, y sólo lo alcanzan los que adquieren experiencia, se capacitan contínuamente, están dispuestos a aprender, se adaptan al entorno y sean eficientes, profesionales. Nos guste o no, lo aceptemos o no.
Supongo que no es cuestión de culpar a los docentes. Muchos de ellos hacen lo que pueden. Y creo no ser exagerado en mi apreciación, ya que muchos dictan cursos sin tener el respaldo pleno de las instituciones para las cuales literalmente “prestan” servicios, sin tener una licenciatura, con escasa o poca experiencia profesional en el mercado, y en muchos casos sin haber llevado un curso de pedagogía o metodología para la enseñanza. Además, la malla curricular tampoco ayuda, porque al final de la carrera el alumno aún está dedicado e experimentar, cuando esa parte del proceso debería darse en los primeros años, y no de forma excesivamente general. Me explico: a mí me puede servir saber de anatomía o dibujo del natural, pero yo ya sé de cálculos aritméticos, y la literatura es una rama del saber que lo cultiva el que realmente lo requiere.
La experiencia reciente tiene que ver con una situación surgida en relación al área donde trabajo. Esta busca capacitar a su personal para que no tenga tan sólo una actitud proactiva: se desea que lo seamos. Se contrataron los servicios de un especialista en el uso de herramientas audiovisuales en el país para recibir capacitación al respecto. No obstante, el paso de los días ha dejado ver y sentir impuntualidad, falta de seriedad, improvisación y la omnipresente carencia de metodología de enseñanza. Es lo mejor que existe en el país pero así es.
Y bueno (aunque suene coloquial). De seguir en este plan, aquellos que “forman” profesionales terminarán formando profesionales por debajo del nivel que ellos tienen. Finalmente depende de uno mismo el que eso no suceda. Pero, ¿entonces por qué invertir tiempo, dinero y esfuerzo en un lugar donde la mayor parte del tiempo uno termina siendo un autodidacta? Lo que uno espera cuando accede a los servicios pagados de educación ( a mí no me salió gratis por cierto, y el diseño es una carrera costosa en éste medio) es que al aporte de los docentes sea realmente de calidad, un aporte que nos permita ser “parte del proceso de investigación que permite sistematizar los métodos y las técnicas necesarios para llevarla a cabo”, que nos permita en una real dimensión “el descubrimiento de conocimientos seguros y confiables para solucionar los problemas que la vida nos plantea”.
Todo depende de la metodología señores.
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