Mario Zambrano
Profesor, Maestría de Derecho Bancario y Financiero PUCP
La mayoría de bancos centrales del mundo hace un seguimiento periódico de diversos indicadores macroprudenciales para fines de estabilidad financiera. Por ejemplo, uno de los reportes es el Ratio de Carga financiera de los Ingresos promedio de los hogares (RCI) que, para el caso del Perú a marzo del 2012, alcanzaría casi al 40%. Países como Chile tienen un RCI no sólo bastante más bajo (sería aproximadamente 20%, la mitad) sino que la mayor parte de la carga de los hogares está en créditos hipotecarios mientras que en Perú está en consumo, que es más caro y tiene menor plazo. Ojo, el ABC de la banca siempre menciona la regla del 30% como máximo.
Otra variable que se emplea es el porcentaje de utilización de las líneas autorizadas de las tarjetas de crédito, que en el Perú andaría por el 25% y con montos de líneas totales en crecimiento. No obstante, parece una variable importante saber cuántas tarjetas de crédito hay por hogar para afinar el diagnóstico. No es lo mismo usar el 25% de la línea de una tarjeta que usar el 25% de las líneas de 4 tarjetas (relevante cuando se sigue la regla del TxT ó en el caso de las estimaciones de ingresos no tan precisas). Analizar el crecimiento también es básico, y hace varios años que se viene advirtiendo que los créditos de consumo vienen creciendo a tasas promedio del 20% anual, y si bien el Perú tiene indicadores de bancarización no muy profundos, los ingresos no crecen a dos dígitos cada año.
Así, la norma de sobre endeudamiento de la SBS iba por el sentido correcto cuando se emitió. Sin embargo, la dinámica del sistema financiero de los últimos años y las variables comentadas parecen mostrar la necesidad de un complemento cuantitativo. En ese sentido, se refrescan algunas medidas regulatorias preventivas a evaluar para el segmento retail: desde la fecha de otorgamiento ponderar por riesgo de crédito las líneas no utilizadas de las tarjetas de crédito para fines de capital, un monto más elevado para el pago mínimo de la línea revolvente, una tasa de provisión para el crédito con problemas potenciales (CPP) acorde, por ejemplo, con el promedio de la fase recesiva del ciclo económico; y la exigencia de alineamiento de todas las clasificaciones de la cartera retail (por ejemplo, bajo la misma regla que activa a las provisiones dinámicas).