Algo que llama la atención es la pregunta acerca de los cambios metodológicos: muchos encuentran que ahora la educación es menos repetitiva y memorística y está orientada a que los niños reflexionen. Efectivamente, y a pesar de todo, los nuevos paradigmas de una educación activa, interactiva y reflexiva se van extendiendo, aunque sería bueno distinguir si aquí también hay brecha y especialmente sería bueno dar a conocer cómo se lleva a cabo y cómo se percibe la educación en zonas rurales del interior del país. Por lo pronto, los especialistas coinciden que existe una gran diferencia, con desventaja para los rurales.
En cuanto a la edad de los encuestados, tengamos en cuenta que los de 18 años vivieron la educación como alumnos a los 8 años de edad y ahora son estudiantes o trabajadores no calificados. Encontramos entre ellos, un mayor optimismo, esperanza de que mejore, a diferencia de los mayores que ya han visto muchos esfuerzos truncos, muchas iniciativas positivas cortadas. La falta de continuidad en las políticas educativas es uno de nuestros mayores problemas.
Una última reflexión: las encuestas sirven también para tomar conciencia de nuestros derechos. Y el derecho a una buena educación es un derecho de todos. Tomar conciencia de ello es muy importante, porque el niño más pobre tiene el mismo derecho que el hijo del Presidente. Una buena educación debería garantizar no solamente que todos tengan las mismas oportunidades, sino, que todos sepan que las deben tener y que el Estado, con sus tres Poderes y Gobiernos Regionales y locales tienen el deber y la responsabilidad de hacer que se cumplan los derechos de los ciudadanos, sin excepciones ni exclusiones, en vez de erigir monumentos a la papa o al choclo.