Se picó el narciso. Qué bueno que recuerde a Marfil Franke, buena profesora y mejor profesional. Yo he tenido casi 7000 alumnos en ese curso en 42 años, es imposible que recuerde todas las caras y nombres. Pero hace años me atacó, como hoy, diciendo que los obligaba a comprar mis libros – lo que es falso, porque, desde 1974, producimos materiales con partes de libros y nadie tiene que ir a libros completos – por eso creí era mi alumno. Con esto demuestra que entonces mintió, porque, si no fui su profesor: ¿cómo podría obligarlo a leer mis libros? Me ha dicho sinuoso y traidor, pero antes le aclaro no soy solo cristiano sino católico a secas, eso quiere decir libre de ser de izquierda o derecha aunque los extremos como el fascismo, el neoliberalismo, el comunismo parten de filosofías no muy compatibles con el cristianismo; aunque eso no significa perseguirlas ni desterrar su estudio, conocer métodos e incluso compartir alianzas en momentos particulares.
Nunca he traicionado a nadie en mi vida. A Alfonso Barrantes lo apoyé y ayudé como nadie en su gestión municipal. Con todas mis fuerzas y sin remuneración. Cuando comenzó la ruptura estuve entre los que propusieron un congreso democrático bajo el lema “un militante un voto” y me encargaron encabezar su organización. Se inscribieron 150 000 ciudadanos de los cuales 100 000 eran como Barrantes y como yo, ciudadanos sin partido. Se lo mostré y le dije “tú eres el único que puede liderar a esa mayoría. En el Congreso de IU, con esa fuerza, puedes conseguir que haya una dirección elegida por todos y no que cada partido haga lo que quiera, porque eso no funciona”.
Se inscribió y mostré a todos su firma, pero no fue al Congreso y allí se habló mucho, con avances ideológicos y programáticos en democracia, pero no se cambió nada de lo que era IU: sólo una alianza electoral. Incluso,
después del Congreso, junto con Gustavo Mohme Llona y Jorge del Prado insistimos en convencerlo de una candidatura común y me negué a aceptar ser candidato a la presidencia hasta que él, con dos partidos de IU, los de menor tamaño, se inscribió en el JNE. Allí, era mi deber aceptar y no dejar sin representación a tantos ciudadanos que organizamos. Una anécdota servirá de aclaración y como ya la he contado la repito: Alfonso, conversando en su despacho al final de su mandato me dijo “Un amigo me dice que yo soy el dueño de los votos de IU ¿tú qué piensas? Le respondí: tú y tu amigo, que yo sé quién es, están muy equivocados. Tú eres
el hombre de la unidad de la izquierda, el día que ésta se rompa, cualquier tonto (dije una palabra no publicable) saca más votos que tú. No sabía que ese tonto sería yo, no lo busqué ni son “mis votos”, nunca he seguido caudillos ni he pretendido serlo. El amigo vivía en la Plaza de Armas y todos saben quién fue.
He alargado este punto, porque es un tema público, no porque valga la pena defenderme del agravio. No soy ni he sido un gran líder, sino apenas una persona que entiende la política como servicio. Por ello, a pocos meses de cumplir 69 años, y dañado por un cáncer que vencí a los 29, sigo soportando las consecuencias del tratamiento. No tengo posibilidad de vivir con mi pensión de jubilación, destruida por García y Fujimori, y por esto, sigo trabajando cada noche agradeciendo a Dios por poder hacerlo; agradeciendo porque sigo hablando con los jóvenes, enseñar me nutre y alegra. Es posible que haya algunos como Mariátegui que les cause asco. Esto porque la ética y la coherencia con principios y opciones irritan tanto a este exalumno de la PUCP, que es quien importó el apelativo CAVIAR para excluir a los que no aceptan sus ideas, debido a que no tiene manera de cuestionarlos objetivamente.
Yo no sé de moluscos y ahora ni me los permiten comer, soy hijo de un almirante que vivió de su sueldo y austeramente, y me dijo poco antes de morir: si vez un servidor público que tiene más y no es por herencia o
actividad empresarial, sospecha. Yo termino como mi Padre: no he “ascendido” económicamente, pero estoy satisfecho con lo que he vivido tratando de servir ami país y a su gente, especialmente los que tienen menos poder y viven en pobreza o con las justas. Los resultados de mi generación son mucho mayores, pero van en contra de las ideas de este Mariátegui, antípoda del Amauta: ya no hay precapitalismo ni semifeudalidad, se defienden los derechos humanos y hay más ciudadanía, aunque precaria, porque son muy fuertes los conservadores y los excluyentes. Serán otros, los jóvenes, los que cambiarán esto, pero solo tendrán éxito si saben amar sin barreras, sin endiosarse caudillescamente, sin claudicar ni dejar de decirle corrupto al corrupto, idiota al idiota y reaccionario al reaccionario.
Las clases en la PUCP ya empezaron, así que no me distraeré más con este señor. Chao.