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Alonso y Annie se detuvieron unos segundos en la calle. Se quedaron estáticos mientras la gente pasaba.
– ¿Lo notas? Todos tienen un rumbo, pero en realidad no lo tienen. – dice Annie.
– ¿Por qué? – dice Alonso.
– Porque todos se dirigen a algún lado, pero no saben lo que les depara en ese transcurso o en aquel lugar; por lo tanto, su rumbo es indefinido.
Annie se mira al espejo, se pasa la mano por la cabellera, se roza el rostro, se lleva el dedo índice al ojo y dice: “Creo que estoy empezando a dejar de ser yo”.
“Ayer tuve un sueño pésimo” dice Alonso. “¿Qué soñaste?” le pregunta Annie. “Soñé que despertaba” dijo Alonso.