Archivo por meses: junio 2011

Carta a una extraña

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[Under cover of darkness – The Strokes] Exacta para esta carta

Sólo sé que no sé nada de tu vida,
Sólo me colgué una vez en el pasado.
Presenté mis credenciales a tu risa,
Y me clavaste una lanza en el costado.

Para no olvidar. Andrés Calamaro

Querida extraña:

Me es indistinto conocer las razones por las que hoy te escribo. Me es esquiva tu sonrisa el día de hoy; y yo que buscaba esos ojos aventureros. Tu risa ya no es la misma, extraña. No te hallo, extraña. No te te hallo igual a esos tiempos en los que dialogábamos en breves cruces de miradas. No podríamos negarlo, muy bien lo sabes. Nada puede ser coincidencia, pues tú veías mis pasos y yo los tuyos. El mundo goza de ironías tan sublimes y pasajeras que nos dejan con el sinsabor de la incontinuidad. Es extraño que te extrañe, extraña. Es extraño que vagues en mis tardes y te poses brevemente en este delirio llamado presente. Muy tarde supe que éramos concomitantes. Perdón por enviarte esta carta tan tarde y a estas horas de la noche. Perdón, extraña. El tiempo a veces nos inhibe, nos bifurca, nos separa. Ahora sé muy bien que probablemente tú no seas la extraña, sino yo. Ambos. Extraños como nosotros hacemos correr el tiempo, muchas veces lo perdemos;otras, lo ganamos; pero casi nunca lo amamos. Yo sí amé mi tiempo, aquel que me hizo encontrarte en esa caterva. Yo y mi cocacolita; tú, caminando de un lado para otro. Ahora todo es distinto; ya no bebo tanta cafeína, y tú ya no deambulas cerca a mí. Talvez no lo sepas,pero hoy me alegraste el día. Es raro cómo tan solo la presencia de alguien transforma las variadas inconsistencias de la vida. Nada se destruye(como la energía), solo se transforma. Has transformado mi tiempo y lo sabes, extraña. Lo haces cada día mustio, cada tarde obsoleta,cada momento inexacto. Nunca nos dimos la oportunidad adecuada para conocernos. Nunca aunque quise, o quisimos. Ya el tiempo ha decidido y que soy un idiota. Ya no te aburro más, extraña. Espero que todo te sea propicio. Que halles en otros rostros lo que yo descubrí en el tuyo.

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Que nadie se entere

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Abrirás la puerta. La casa estará en penumbra, no habrá luz que se ubique en ese espacio de la sala, tan solo vagos rastros de la luz que emiten los postes y se proyectan escazamente por la ventana. El perro correrá hacia ti, tú no podrás notar en qué momento llegó hacia tus pies. Cerrarás la puerta con cuidado y no encenderás la luz, ya que estarás cansado, fatigado. Te sacarás lo que llevas en la parte superior del cuerpo hasta quedar semidesnudo y encenderás un cigarrillo. No querrás ver televisión ni encender la computadora. Querrás sentarte en aquel mueble que lleva años en la misma posición, donde se sentó tu padre contigo cuando eras niño. La oscuridad es bella. Notarás el humo que se esparce lentamente por la sala. Notarás que el silencio es hermoso cuando no hay ni una pizca de luz. Verás que el perro está sentado cerca a ti y lo mirarás intrigado. Ha cambiado mucho ese animal. Ha cambiado el color de su pelaje. Ha cambiado su ánimo. Te llevarás la mano al rostro y sentirás que el tiempo no es tan abstracto como te lo enseñaron en el colegio, sino que se ve en las personas y en todo aquello que te rodea. Verás que el tiempo ya consumió tu cigarrillo y que de él solo quedan cenizas en la alfombra. Te gustará la soledad, te adaptarás a ella. Oirás algunos sonidos de claxon. Oirás una de las puertas de la casa cerrarse con fuerza. Dirás que fue el viento barranquino de invierno el que azotó la puerta. Sentirás frío. Sentirás el viento que azotó tu puerta en tu cuerpo. Te levantarás y caminarás hacia la cocina. La cocina estará ordenada, ordenada como cuando tu madre terminaba de limpiarla y tú la veías. Así era tu madre, amaba la limpieza. Esa cocina se robaba a tu madre cada día, cada mañana. Ahora, recuerdas el rostro palidecido de ella. La recuerdas cuando te servía tu desayuno. Recuerdas sus ojos, su cabello y quisieras que te vea. Abrirás el refrigerador y cogerás el vino que está sin corcho. Por un momento te alumbrará la luz del refrigerador,pero lo cerrarás de inmediato. Darás unos pasos. La oscuridad haría que te pierdas; sin embargo, conoces el tramo hacia la escalera. Subirás cada peldaño apoyándote de la baranda. Arriba no se percibe ni un solo rastro de luz. Caminarás con el vino en la mano y semidesnudo por ese pasillo. Te quitarás los zapatos y los tirarás hacia adelante. Sentirás de nuevo ese frío intenso calar tus huesos. Empezarás a tiritar. Empezarás a sentir la soledad y el tiempo, el viento y la nostalgia. En la puerta de tu cuarto,voltearás el rostro hacia el cuarto de tu padre. Creerás verlo en el marco de la puerta, lo irás reconstruyendo finamente con cada detalle que te gustaba de él. Reconstruirás su mirada y sus canas. Querrás que tenga esa camisa que solía usar siempre. Querrás abrazarlo. Querrás que no se pierda en la oscuridad. La oscuridad es bella,pero insensible. La oscuridad jugará contigo.Te traerá brevemente a ese hombre que te llevaba en su carro a comer a Miraflores, pero luego, esa misma oscuridad te lo arrebatará. Querrás llorar. Pero, papá enseñó que llorar no solucionará nada. Papá enseñó eso. Tú agacharás la mirada y lanzarás un suspiro. Los suspiros son aliviadoras sensaciones del recuerdo. Ya no valdrá la pena recordar. Todo se acaba, todo se agota. Hasta el recuerdo se agota. Lo notarás. Lo has ido notando mientras caminabas por la casa. Has notado la ironía de vivir. Has recorrido ese túnel oscuro que es el recuerdo. La oscuridad ha dañado todo. Ha nublado los cuadros,las fotos en las que salías con tus padres, las puertas de los cuartos, el jardín, el comedor y todo lo que tus ojos vieron a diario,pero pensaste que no importaban nada. Ahora quieres ver esas cosas vanas. Ahora matarías por ver esa repisa y esos libros. Te animarás a prender la luz. Bajarás hacia la sala y notarás que el animal sigue reposando. Descalzo y muerto de frío, te acercarás hacia el interruptor principal. Encenderás la luz y verás que no hay nada en la casa,todo a desaparecido,ni el animal está. La casa está vacía. Tan solo hay un espejo donde termina la sala. Caminarás confundido hacia dicho objeto. Cuando estés cerca, te darás cuenta que tu reflejo no se ve por el espejo. Cuando voltees, la casa recuperará todo. Verás que están los cuadros,las fotos,el animal y, sobre todo,tu cuerpo echado en el mueble.

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La chica de la cafeta

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“Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.”

Rayuela, Julio Cortázar
No recuerdo bien si fue en marzo o en abril cuando la vi. No recuerdo los cursos que tuve ese día. Lo único que recuerdo fue que estaba escuchando una canción de Placebo, This picture. No sé por qué carajos mi mirada se estacionó en ella,tomando en cuenta que eran las doce del mediodía,hora en la que la cafeta para repleta. Ella estaba conversando con un chico de polo blanco, y yo estaba almorzando con mi grupo de amigos. Es curiosa esta sensación que se dio a primera vista, fue extaño,pero me gustaba esa extrañeza. La chica de la cafeta a quien denominaremos R. a partir de este momento, empezó a aparecer con más frecuencia en mi visión.Es decir, es curioso que cuando te fijas en alguien,o conoces a alguien, este suele aparecer amenudo en tu vida. R. pasaba horas con su grupo en la cafetería de Letras,y, por lo común,yo también dejaba pasar el tiempo con mis amigos allí mismo. Al principio no pasaba de un simple gusto que no pasaba de ser una agradable observación de mi alrededor cercano,pero luego empecé a verla con mayor detenimiento, a buscar cautelosamente su rostro, sus ojos.

Las veces en las que pasaba apurado por el comedor, notaba que ella estaba allí, que se apoderaba de una mesa para ver no sé qué cosas en la Internet. Yo me hacía el despistado, el chico que lee con el resaltador en la mano y con un cafecito de sol-cuarenta. Leía,en efecto, pero,por algún indescifrable motivo, frenaba la lectura para ver qué michi hacía. No la espiaba,porque no tendría caso hacerlo. ¿Qué me llamaba la atención de ella? Probablemente como se vestía,porque sus prendas la culpaban de ser divertida y loca, y siempre me ha llamado la atención las flacas que no se hacen palta por el mundo, que aman el arte, que hacen locuras extravagantes y dicen cosas sin sentido (pastrulada y media), ello contrastaba el arquetipo que hoy buscan los chicos, flacas con buen cuerpo, fresas, con sus tradicionales muletillas «Osea,manya, osea ajjj», flacas superficiales cuyo mundo solo gira en torno a lo real (gastar en cosas banales). Las chicas con las que he tenido una relación han amado el arte: Giovanna quería ser actriz y viajó a Nueva York para mejorar sus habilidades; Melanie amaba la música, tenía la loca idea de tener un grupito de rock y tocar en el Sargento Pimienta; Mariam quería ser escritora,pero sus padres le dijeron que si quería estudiar Literatura,podría hacerlo en una Universidad estatal y que ellos no cubrirían sus gastos( Gracias, Mariam, todo lo que escribes es genial); y Kelly cuyo mayor afán fue pintar todo lo que veía a su paso, le daba color a cada cosa y cada momento. Así, demuestro que mis relaciones siempre han estado cargadas de arte y diversión, y eso es lo que hace inolvidable cada una.

Cuando se lo comenté a Jaime y a Chubis, ellos no escatimaron en dar opiniones que la desmerecían. Sin embargo, mi visión siempre le da un plus a los comentarios de mis amigos frente a las chicas «¡No me jodan! Me parece simpática». No mentía, me parecía muy simpática, muy fuera de onda. ¿Te gusta?, me preguntó Jaime. Reí y dije «No me gusta,porque no la conozco,pero me gustaría conocerla». Para mi mala suerte, ninguna de nuestras amistades coincidía. Ni siquiera Chubis, que se conocía medio Católica( creo que Chubis ha trabajado en la Oficina de Admisión,cómo carajos conoce tanta gente). Le pregunté a Niffer y al oso si es que llevaban clases con ella, negación absoluta. ¿Facebook? No, no me malinterprete, el hecho que todos tengan cuenta en Facebook,bueno, sí, busque por Face y no hallé nada. Quizá porque no sabía su nombre. No obstante, un sábado que conversaba con Pía y que R. estaba relativamente cerca, oí que un chico la llamaba por su nombre. Llamenlo como quieran,pero fue un poco de suerte,pues yo nunca voy los sábados, tan solo fui a recoger las copias que le había prestado a Pía.

Finalmente, fue un sábado en el que supuestamente entraría a un taller de creación de páginas web,pero que luego me fatigó entrar, en el que buscaba a mis amigos en el comedor de Letras. Pasaba tranquilo cuando ella, sentada en una mesa con sus amigos, me miró y yo la miré y así avancé tres pasos hasta que volteé la mirada para buscar a mis amigos. Fue extraño,pero genial. Nunca creí que pudiese pasar una cosa así. Logré divisar a Jaime y me uní a la conversación. Ese mismo día, nos fuimos a hacer hora a Miraflores (más vagos que el carajo), todo el camino del Circuito de playas pensé qué tan ilógico podía ser todo. Mientras C. me fascinaba, R. me generaba una confusa atracción. Quizá era por mi inestabilidad con C.,no lo sé.

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