Disruption

Domingo 11 de abril de 2021. Despiertas y sabes que este día versará sobre un único tema. Te levantas a preparar algo de comer. Prendes la tele, quieres ir escuchando los noticieros matutinos. Todos los canales se enfocan en los desayunos de los principales candidatos, la frase “fiesta democrática” se repite cada cinco segundos y de cuando en cuando reportan a un tipo disfrazado de súper héroe en camino a un local de sufragio.

Votar. Siempre tuviste claro que irías a votar. Es algo que hay que cumplir, piensas. Es un deber democrático, pregonas. Siendo francos, te gusta; pero no tanto por el hecho en sí, sino por todo lo que lo rodea: las discusiones, los escándalos, el morbo político. Precisamente por eso es que hoy te la pasarás todo el día en redes sociales, que hoy conversarás activamente en todos tus grupos de chat, y que hoy harás algún intento de análisis lúcido de la situación política actual.

Pero en fin, tampoco olvidas lo que a fin de cuentas es lo importante. Tienes planeado ir a las 11:00 a votar, faltan pocos minutos y ya tienes todo listo para salir. Mascarilla, alcohol, documento de identidad, audífonos, llaves, lapicero. Piensas por un segundo en si ponerte un polo del mismo color que el de tu candidato. Desistes, tampoco es que seas tan hincha.

Vas caminando hacia el colegio asignado. El mismo de toda la vida, piensas, aunque este año le tocaron mejoras porque la pintura es reciente, la fachada está renovada y el césped está muy bien cuidado. Al llegar al aula una cola de una veintena de personas te da la bienvenida. La mesa recién se ha instalado, alguien te explica; solo vino el tercer miembro, todos los demás están no habidos, alguien puntualiza. Estás de buen ánimo así que esperas tranquilo. En un aula cerca hay gente discutiendo, pero los audífonos —inalámbricos y con cancelación de ruido— te mantienen protegido.

La cola se va reduciendo y te acercas a la puerta del aula. Un vistazo adentro te permite identificar los elementos de siempre. La mesa de votación con el presidente y los restantes miembros casi en la entrada del aula, la cabina de votación en una esquina, un par de señores sentados —seguramente personeros— y una tipa con chaleco del Jurado Nacional de Elecciones tomando apuntes. El ecosistema electoral.

Siguiente, dice el presidente. Ingresas y entregas tu documento de identidad. Te entregan la cédula, la tomas y te diriges a la cámara de votación. Abres la cédula y ahí llega la sorpresa. La cédula parece falsa o malograda. Sí, tu candidata está, pero las otras opciones son distintas. En el papel ves las caras de Toledo, Ollanta, Castañeda, políticos que participaron en otro tiempo. No te complicas, vas a la mesa y le dices al presidente que hay un error en la cédula. Estás por abrirla y mostrarle lo que pasa pero el tipo no tiene ganas de hablar y mucho menos de escuchar. Coge la cédula, la rompe murmurando algo y te da otra. Vuelves a la cámara secreta de votación.

Esta cédula es igual que la anterior.

Te quedas desconcertado. Piensas si deberías volver a hablar con el presidente pero en eso desde la puerta del aula una señora dice joven no se demore tanto. No sabes qué hacer, así que doblas la cédula y vas hacia el ánfora. Te piden firmar el padrón y luego de hecho ello te devuelven tu documento. Listo muchas gracias, te dicen. Estás por salir y alguien dice espere señor y entonces vuelves y te hunden el dedo en tinta morada. Dejas el aula pensando que al menos sí pudiste votar por tu candidata.

Vas caminando hacia la salida y para cortar camino cruzas por un jardín seco y amarillo. Sales del colegio y te quitas la mascarilla. Igual que todo el mundo, piensas; literalmente todo el mundo, pues no encuentras a una sola persona con cubrebocas. Respiras hondo, te sacas los audífonos y estos quedan colgando debajo de tu cuello. Algo aquí no anda bien, piensas. Caminas un poco y desde la televisión de un restaurant escuchas que Castañeda en segunda vuelta le gana a todos, pero que eso hoy no le servirá de nada.

Entonces llega el vértigo. Sacas tu celular. Es tu celular, o mejor dicho, fue tu celular años atrás. Tratas de abrirlo pero te pide un código de desbloqueo. Qué está pasando, te preguntas. Miras a tu alrededor. Todo está en su lugar, pero todo se ve distinto, previo. Sientes que la lucidez se te está yendo. Es necesario aclarar lo que sea que esté pasando. De pronto ves una tienda de periódicos. Vas corriendo, no queda mucho tiempo. Al llegar revisas la fecha de un periódico, de otro, de todos. El vendedor te mira extrañado, le preguntas si los diarios son de hoy y él te responde que no podrían ser de mañana. Vuelves a mirar los periódicos, uno de ellos tiene de portada a Messi con la camiseta del Barcelona. Por fin entiendes. Esto es real, esto es verdadero.

Hubo un error en la simulación, hoy es 10 de abril de 2011.

Y tú estás atrapado sin remedio.

Puntuación: 5 / Votos: 1

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