Archivo por meses: diciembre 2023

Lucy

Seis años juntos, Lucy. Nuestras vidas cambiaron el día en que mi hermana te rescató. ¿Recuerdas eso? Casi te atropella un carro y tuviste la suerte —o mejor dicho, nosotros tuvimos la bendición— de que mi hermana estuviese cerca. Te llevó a un veterinario y después de tratar tus heridas y tus pulgas te trajo a casa. El plan al inicio era darte en adopción. Ya teníamos mascotas y pues lo idóneo era encontrarte un lugar solo para ti. A las dos semanas ese plan quedó cancelado: te hiciste querer muy rápido. Siempre maullando, siempre buscando atención (eso no me parece un defecto en tu caso, cutie). La habladora te pusimos. Mi hermana llegaba a casa y tú maullabas y mi papá decía la gata quiere conversar. Y entonces nos poníamos a hablar contigo, ¿recuerdas? Tú, mi hermana y yo, charlando, escuchando tus reclamos, tus comentarios. ¿Cómo dejarte ir después de eso? Ya eras una más de la familia.

Tus hábitos se insertaron en nuestro hogar y pasaron a integrar nuestro status quo. Despertar muy temprano (incluso antes que Colaratón), jugar después de comer, tomar tus siestas en el balcón (salvo en invierno), subirte a las repisas, hablar, hablar mucho. Tus preferencias en cuanto a comida, tus juguetes preferidos, tu odio por la ropa de gato. Todo eso ya era parte de nosotros, incluyendo todo el amor que te dábamos y todo el que tú nos dabas.

Porque eso es lo principal, Lucy. Las mascotas le dan alegría y color a la vida. Tú lograste eso con creces. Buscarte para hablar contigo, para encontrarte en algún closet o curioseando en la cocina. Verte jugar con Colaratón, o intentar hacer tuyas las cajas del almacén. Estar juntos, compartir momentos, ver la televisión mientras intentas dormir, o trabajar desde el balcón mientras tú intentas que deje la laptop. La vida puede ser dura algunos días pero no sabes cuánto me cambiaba el hecho de llegar a casa y verte sentada en una silla del comedor, acercarme y que empieces a maullar, a buscar atención. Ahí yo recobraba el buen ánimo, y reconfirmaba que la felicidad es apreciar las cosas buenas que nos rodean. Las cosas, las personas, las mascotas.

Si fueses persona estoy seguro de que serías traficante de terrenos (mi mamá decía que en ese caso pues alguien tendría que defenderte de tus problemas legales, y naturalmente el único llamado a esa tarea sería yo). Te gusta invadir todo, apropiarte de cualquier cosa, no solo las que no pertenecen a nadie, sino también las que claramente pertenecen a otro. No importa, Lucy, eso es algo manejable. Además, nadie es perfecto, ¿sabes? Todos tenemos defectos; pero el amor no se define en función a cuán “bueno” eres, yo te querría así tuvieses el carácter de mi hermana durante la pubertad (tú y yo conocemos bien el carácter de Patty).

Lamentablemente la lotería natural se ensañó un poco contigo, mi tricolor. El aparato urinario, los riñones, la piel, y ahora los pulmones. La gatita enfermiza, la gatita con genes de dudosa calidad. Bromear me parece importante, Lucy, es una manera de normalizar las situaciones difíciles, de evitar que estas parezcan más graves de lo que son. Varios problemas, pero todos superados o controlados. Mi cuellito blanco, qué es para ti una enfermedad sino solo un trámite molestoso.

Pero seamos honestos, sigues detestando las veterinarias, eso no ha cambiado pese a que has ido muchas veces. Quizá no lo entiendes, pero te aseguro que es por tu bien, los doctores solo buscan que mejores, que puedas seguir feliz. Y si estamos aquí hoy es porque lo necesitas; y si ahora te ponen oxígeno es porque no estás respirando bien; y si ahora van a hacerte punciones es porque hay mucho líquido en tus pulmones. Yo estoy contigo Lucy, todo va a estar bien, pase lo que pase todo va a estar bien.

Seis años juntos, Lucy. No me parece suficiente, no me parece justo que ya te tengas que ir. ¿Hay algo que pueda hacer para que te quedes? Despierta Lucy, despierta por favor. Despierta y volvamos a jugar, volvamos a molestar juntos a Colaratón, volvamos a correr escaleras arriba a ver quién es más rápido. Lucy por favor no te vayas, no sabes cuán importante eres para mi vida, para mi estabilidad. Despierta Lucy, aquí tengo churu de atún, tú y yo sabemos que nunca le has podido decir no. Te daré el sachet entero; no, mejor dos sachets, ¿trato? O bueno todos los sachets que puedas. Lucy quédate que todavía no he terminado tu último retrato y Patty todavía no elige en qué brazo tatuarse tu rostro. Lucy si te levantas prometo que serás libre de ir a la azotea todo el tiempo que quieras. Lucy no me dejes todavía, te lo ruego no te vayas todavía. Lucy gracias por todo, gracias por estar siempre para mí, gracias por darme tanto sin esperar nada a cambio. ¿Y si te dejamos morder las orquídeas? ¿Te quedarías? Lucy…

Fate

A deja pasar el tren que acaba de llegar. Saca su celular, chequea sus mensajes y reconfirma que estaría yendo muy temprano si inicia ya con la ruta. Llega el siguiente tren, A lo observa desacelerar y nota cómo las siluetas borrosas se convierten en rostros definidos. Entonces divisa, dentro, a D. A vacila entre entrar al vagón o no. D no lo ha visto. A entra.

D siente un toque y alza la mirada, A está parado a su lado. Se saludan afectuosamente, D dice que le encanta esta casualidad. A sonríe. D alcanza a ver que la estación que dejan es la de Columbus Circle y le pregunta qué hacía por ahí. A responde que acaba de salir de ver una película en Lincoln Film Center. D bromea sobre la agenda ocupada de A y empiezan a reírse. D se levanta de su asiento para poder conversar mejor con A.

Bajan en Houston St. Avisan por WA a los demás que ya están ahí. Desde una tienda de discos, B manda un audio cantando All Out of Love. Risas en el grupo. C le escribe a B y le pregunta si se equivocó y quería en verdad mandarlo al chat entre ellos dos. B responde con una foto de un vinilo de AirSupply, un sticker y un see you soon. C empieza a alistarse.

C llega al café acordado. Los demás salen a su encuentro. A la saluda preguntándole si le gusta el té matcha. D dice que están pensando en ir a un lugar especializado en eso pero naturalmente se requiere unanimidad. C responde que le encanta. A dice que es una suerte, porque no sabían si le gustaba. C mira a B, quien le sonríe.

Caminan y conversan sobre la primavera, sobre la basura, sobre Brooklyn. B dice que va a empezar con el tour y los demás lo miran divertidos. El sol sigue a pleno pese a que falta poco para el ocaso. A saca su celular para tomar fotos y se pone a actuar como turista. C le dice a B que en Español e Inglés, por favor. La caminata llega a verse interrumpida varias veces debido a las risas.

B ya terminó con su puesta en escena pero A sigue con el celular en mano y toma foto a todo edificio o tienda peculiar. En eso, observa un cartel con dos manos y una bola de cristal. A se detiene, el resto también y observan el cartel. El cartel indica hacia unas escaleras que llevan a un semisótano. B propone entrar. C señala que la reserva para la cena es todavía a las 18:30. D, divertida, dice que ok pero que ella va última. A quiere retractarse pero siente que ya es demasiado tarde. Ingresan.

La vidente los recibe con una amabilidad impropia en una ciudad tan hostil. Explica de qué trata la lectura de manos y hace mención a otros ritos. B mira a los demás, señala la palma de su mano y sin esperar respuesta le dice a la vidente que ok, que le lea la mano. La vidente lleva a B hacia otra habitación. C y D empiezan a conversar y A se pone a ver la decoración. Diez minutos después, la vidente vuelve y pide que pase el siguiente. C pregunta por B, la vidente le responde que hay otra salida. C y D se quedan calladas y ante ello A les dice que él puede ir ahora. C y D asienten, y luego sueltan risitas. A mira a D y luego se va junto con la vidente. C y D retoman su conversación.

A sale y encuentra a B mirando al cielo. B le pregunta qué tal estuvo. A recuerda las palabras finales de la vidente pero sonriendo le dice que ya sabe cuánto dinero tendrá en el futuro. B asiente, ido. A no le pregunta a B cómo le fue y saca su celular. B vuelve a mirar el cielo.

C sale bastante después. A le pregunta en tono amable por la demora y C miente diciendo que la vidente tuvo que contestar una llamada. B mira a C. A retoma el tema de la gentrificación dejado por B. C no le devuelve la mirada a B. D aparece y dice que le pareció bastante divertido todo. D cuenta qué le dijo la vidente; los otros asienten y hacen muy pocos comentarios. D supone que ya hablaron hasta el cansancio mientras ella estaba adentro. B dice que eso tomó más tiempo de lo previsto así que sería mejor ir ya al restaurant de la reserva. El resto está de acuerdo, se ponen en marcha. B se acerca a C, le pregunta cómo está, platican. C le habla largamente y con mucho detalle sobre una reunión a la que fue la semana pasada. B siente que C no está dejando resquicio para abordar tema distinto.

Llegan al restaurant, a la mesa, se sientan. D señala que esta vez le toca a A elegir la botella de vino. A se pone a chequear la carta, elige uno, el mozo le responde que lamentablemente ese está agotado. C dice que le gustaría un Martini. B la mira. A le dice que adelante y D señala que ella entonces pedirá un Cosmo y empieza a bromear con A para que ordene un Manhattan, A acepta bajo la promesa de que D lo ayudará a terminarlo. El mozo pasa a preguntarle a B, quien responde que también un Martini.

Se ponen a mirar la carta de platos. Cruzan opiniones, B como siempre hace su crítica a la decoración y al servicio. A y D escuchan sonriendo y sueltan algunos comentarios. C revisa su celular. B termina de hablar. A comenta sobre cualquier cosa a C, quien le da respuestas cortas. En cierto punto, C vuelve a sacar su celular. Silencio. Aparece el mozo y toma la orden. Silencio de nuevo.

Llegan las copas. B dice salud y empieza a levantar el brazo pero la copa baila un poco. Un segundo después, la copa cae a la mesa. La copa da contra el mantel blanco y emite un sonido corto y seco. El líquido humedece el mantel y las olivas, unidas, ruedan hacia el borde. B pide disculpas y levanta la copa, A y D responden que todo bien. C mira la copa vacía de B y se mantiene callada. D dice que no pasó nada, que la copa no está rota. A piensa que es como si no hubiera pasado nada. B le pregunta a C si todo está bien. C le responde que sí, que tiene hambre y que ojalá ya lleguen los platos. B le hace una broma sobre su pasión por la comida, C hace un gesto de sonrisa y responde de manera cortés. C le cuenta todo lo que ha leído sobre el restaurant, B escucha y empieza a impacientarse pero no interrumpe. C termina de hablar, B le vuelve a preguntar si todo está bien. C le responde que por qué no estarían bien y antes de que B pueda responder hace una pregunta hacia A y D. B se queda mirándola. El mozo aparece y le pregunta a B si desea otro Martini. B pide un Negroni.

Los platos llegan. Se ponen a comer y es D quien mantiene un hilo de conversación. Suelta chismes, toca anécdotas, relata cosas graciosas. Pocos comentarios del resto. D mira a A, A entiende y toma un rol activo en la plática. D empieza a lanzar preguntas a B, le pide que cuente qué tal ha estado su semana. C dice que sí, que quieren saber, y sonríe de manera mecánica. B cuenta con cierto detalle dónde estuvo, con quiénes y qué hizo los días previos. A piensa que B pareciera estar rindiendo cuentas, pero opta por no hacer broma alguna. B siente que C sí está prestando atención. La cena termina de esa manera.

Salen del restaurant. La noche en esa parte de 6th Avenue es ajetreada, movida, llena de luces artificiales. D no se atreve a preguntar qué harán ahora (el plan de siempre es cenar y después ir a un bar). D le da un toque con el brazo a A y este saca su celular para escribirle algo. D observa cómo A tipea unas palabras en su chat, las borra, vuelve a tipear y vuelve a borrar. Al final A no manda mensaje alguno. D guarda su celular. C alega que lamentablemente esta vez tiene que irse a dormir temprano porque mañana tiene un brunch. El resto asiente. Están a unos pasos de Christopher Park y su estación, la ruta se cubre en dos minutos y sin cruzar palabra. La misma línea del tren lleva a los cuatro pero C les dice que la cena estuvo muy buena y se despide del resto. C está bajando un par de escalones cuando B aparece a su lado. B le pregunta a C si pueden hablar. C dice que eso no va a cambiar nada. B para, C sigue bajando los escalones.

A y D ven a B regresar. No se atreven a preguntar nada. B les comenta que el clima está perfecto para movilizarse en bicicleta. Saca su celular y busca la estación de citibikes más cercana, encuentra una y, despidiéndose, los abraza. A y D bajan a la estación después de unos minutos. C no está en la plataforma. Toman el tren. El vagón está desierto. A le habla a D sobre García Lorca y los poemas que está leyendo. D lee alguno de los poemas que ha estado escribiendo esos días. No hablan de otro tema durante todo el trayecto. Son conscientes de eso.

Están llegando a 109th St., la estación de A. El tren baja la velocidad y A se levanta. Se miran. A le dice que es una lástima y D quiere decir que no entiende pero se da cuenta de que sí entiende.