Euripides escribió Medea en el año 431 antes de Cristo. Un texto de 2400 años. Es la historia de una traición y de una venganza. Es acerca de promesas incumplidas, de corazones rotos, furia desatada. El abismo del corazón humano abierto de par en par.
Todos los protagonistas tienen buenas y convincentes razones para hacer lo que hacen: el derecho inalienable a la felicidad personal, la justicia de la venganza, la protección feroz de lo que se ama. Lo primero que viene a la mente al ver a estos personajes representados en escena es la verificación de lo poco que ha cambiado el corazón humano. A pesar de los cambios tecnológicos, las guerras y desastres varios, el corazón humano se mantiene inalterable en su condición de cazador solitario. A pesar de toda la filosofía y las religiones y las maravillas del arte y los viajes interplanetarios y las redes sociales el corazón desea lo que el corazón desea y no hay razón que se interponga. Y Euripides sabía algo más: que no hay nada más peligroso (y poderoso) que una mujer con un plan.