El liderazgo efectivo es un factor clave para el desarrollo de cualquier organización. Sin embargo, este permanece como un concepto elusivo: ¿de qué hablamos cuando hablamos de liderazgo?
Max Weber señala al respecto que existen tres tipos de dominación legítima: La dominación legal, la tradicional y la carismática.
La dominación legal es aquella que surge de un estatuto y no del líder que detenta formalmente el poder.
La dominación tradicional nace en virtud de la creencia en la santidad de los ordenamientos y poderes señoriales existente desde siempre. La obediencia se da en consecuencia de la dignidad propia de la tradición.
La dominación carismática se da en razón de la devoción que experimentan los seguidores en relación con el líder dadas sus características, casi siempre extraordinarias. Así desde facultades mágicas y las revelaciones de profetas del pasado hasta habilidades políticas vinculadas al heroísmo, el poder intelectual o la capacidad oratoria, los factores personales se convierten en el factor que genera adhesión.
Este liderazgo carismático ha sido una de las formas tradicionales en América Latina, relacionado más a formas caudillistas que democráticas y valores tradicionales propios de sociedades conservadoras.
En un artículo publicado en el 2002 Felipe Ortiz de Zevallos se preguntaba sí el ejercicio del liderazgo en el Perú evidenciaba una severa crisis. Esto discutido en un contexto de grave conflictividad política y social así como de corrupción generalizada.
¿Qué se precisa para ser un líder para estos tiempos? Kouzes y Posner en su conocido estudio sobre el reto del liderazgo en las organizaciones precisan las cinco prácticas de lo que ellos denominan “Liderazgo Ejemplar”:
- Modelar el camino
- Inspirar una visión compartida
- Desafiar el proceso
- Habilitar a otros para actuar
- Animar el Corazón
Estas tareas requieren de habilidades complejas : autodisciplina, conducta ética, focalización, compromiso con lo que se hace, confiabilidad, carácter, buen raciocinio, competencia profesional, capacidad para resolver problemas, buenas relaciones interpersonales y visión, capacidad para escuchar, disposición de servicio, generosidad, habilidad docente y sentido de responsabilidad.
La cuestión que surge es sí en el contexto presente estas aptitudes pueden ser fomentadas o si, por el contrario, nuestras deficiencias respecto a las capacidades para el análisis de la información, la planeación a largo plazo, el desarrollo de relaciones de confianza que favorezcan alianzas así como el temor al cambio impiden la generación de un estilo de liderazgo más efectivo.
Es una cuestión de vital importancia: ¿seremos capaces de generar un ejercicio del liderazgo sobre nuestras fortalezas como la resiliencia o la capacidad para generar soluciones aún en las condiciones más difíciles? Ese es el reto de liderazgo a la peruana.
Referencias
Aranda, Gilberto et al. Del regreso del Inca a Sendero Luminoso. Violencia y política mesiánica en Perú .Santiago. RIL editores, 2009. Pp. 22 y siguientes
Ortiz de Zevallos, Guillermo (2002, mayo). Liderazgo a la Peruana. Revista Quehacer No. 136, DESCO, Lima. pp. 44-49.
James M. Kouzes & Barry Z. Posner .The Leadership Challenge. San Francisco. Wiley, 2007. p. 26
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