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Decidimos como somos. Nuestras decisiones son el reflejo de como vemos el mundo y a nosotros mismos. Claro que podemos tratar de mitigar las angustias que se generan al asumir una posición y decirnos que no tenemos más salida, que las circunstancias nos obligan. Lo cierto es que nuestras decisiones de cada momento son el eco de la compleja urdimbre de las experiencias ya vividas. Así como el viento erosiona la roca, así se ha ido esculpiendo, tal vez sin darnos cuenta, esa manera particular en la que nos enfrentamos al mundo. La realidad es incierta y compleja y nos enfrentamos a ella con un repertorio de saberes, convicciones, prejuicios, temores que, combinados, guían nuestras decisiones. En algunas circunstancias funcionan como piloto automático y es adecuado que así sea pues nos ahorran la energía de analizar e imaginar las posibles consecuencias de cada uno de nuestros actos. Sin embargo, ante circunstancias complejas mejor convendría revisar nuestro set particular de herramientas. Revisar la vigencia y eficacia de las mismas. No vaya a ser que ya haya caducado la garantía.
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El piloto automático más de una vez nos evita una precipitosa caída. Me gustó.