Efraín Gonzales de Olarte
La Lima de inicios del siglo XXI es un espacio urbano integrado que habiendo crecido extensivamente hasta fines del siglo pasado, hoy está en la etapa de crecimiento intensivo, lo cual la llevará a tener mayor densidad demográfica por kilómetro cuadrado. En consecuencia, con mayores necesidades de ordenamiento urbano, transporte masivo, agua y desagüe, servicios de limpieza, parques y jardines, energía, condiciones medioambientales y medios de comunicación. Todos estos problemas sólo se pueden resolver tomando en cuenta “toda” la ciudad como una unidad de gestión, por ello que la Región Metropolitana de Lima-Callao debería tener una administración especial, acorde con su tamaño, sus necesidades y su expansión futura.
En el territorio de Lima-Callao se superponen dos municipalidades provinciales, 49 municipalidades distritales y dos gobierno regionales, lo que hace difícil e ineficiente su gobernabilidad. En este contexto proponer la conversión de un distrito grande como San Juan de Lurigancho en provincia es, por donde se mire, una medida poco pensada y agregaría más problemas a los que ya tiene.
Lo que necesita Lima es crear una Región Metropolitana, con un gobierno centralizado en algunas funciones y descentralizado en otras. Para ello, se requiere de un gobierno metropolitano encargado de resolver y administrar los problemas del crecimiento urbano, transporte, abastecimiento de agua y desagüe, seguridad ciudadana y la regulación en materia de medio ambiente. Luego, es necesario crear cuatro zonas de gobierno intermedio: norte, centro, este y sur, conformada por agrupaciones de distritos capaces de coordinar funciones de limpieza y manejo de desechos, actividades culturales, velar por la infraestructura vial, gestionar los programas medio ambientales. Mientras que las municipalidades distritales deberían hacerse cargo de la gestión de la educación primaria y secundaria, de la salud básica, de los parques y jardines y de todas aquellas actividades cotidianas para facilitar el desarrollo humano.
Se necesita de una nueva estructura de gobierno con “competencias centralizadas” para aprovechar las economías de escala, generadas por la extensión de Lima y acometer las externalidades creadas por la indivisibilidad del espacio urbano, y “competencias descentralizadas” para mejorar la gestión de servicios y el suministro de bienes. Todo ello, basada en principios de subsidiariedad y equidad, el gobierno metropolitano no debe hacer lo que pueden hacer los gobiernos distritales, y el fomento de la meso-administración por grandes zonas, pues ello permite mayor racionalidad en el uso de los recursos y mayor equidad.
Nada de esto se podría lograr convirtiendo distritos en provincias. Además, si San Juan de Lurigancho se convierte en Provincia, porque no Villa El Salvador o San Martín de Porras.
Lima necesita de un serio debate para encarar el problema de la gobernabilidad de una megalópolis, que permita llegar a ser una ciudad del primer mundo y no de medidas populistas.
Lima, abril 2011
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