El mapa demográfico del Perú ha sufrido cambios sustanciales en las últimas décadas. La intensa migración interna del campo a la ciudad transformó el rostro del país. La distribución de la población por área de residencia muestra que en 1940 el 64.6% de los peruanos vivían en áreas rurales, y sólo un 35.4% en áreas urbanas, de acuerdo al censo de aquel año.
Las cifras del Censo de Población, Vivienda y de Comunidades Indígenas de 2017, el último de su tipo realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, reveló que sólo el 17.6% vivía en la zona rural y un aplastante 82.4% en la zona urbana. Cuatro años después, para este 2021, la proyección del INEI lo confirma con el 18.5% y 81.5%, respectivamente.
Sólo en términos numéricos, se ha producido un vuelco total en cuanto a la ocupación del territorio. La búsqueda de mejores condiciones de vida asociada a las escasas oportunidades es una de las causas principales, aunque no la única.
La distribución poblacional por regiones naturales también cambió. Para este 2021 la estimación es la siguiente: 58,8% habita en la costa. 27.0% en la sierra y el 14.2% en la selva.
La esperanza de vida se elevó y con ella el número de habitantes de 60 a más años de edad, que pasó de 5.9% en 1972 a un 13% en la actualidad.
Hoy somos 33 millones 35 mil 300 habitantes; el 13.9% habla el quechua, el 1.7% aimara, el 0.8% lenguas amazónicas y el 82.6% el castellano.
¿Y la estructura del Estado? Creció en cantidad y en calidad, pero no lo suficiente como para responder a esta realidad.
El último reporte del Índice de Densidad del Estado (IDE) publicado por el Programa de las Naciones Unidas – PNUD Perú, dibuja un mapa distinto al demográfico, con brechas significativas de la presencia de los servicios estatales en distritos y provincias, en particular de la sierra y la selva, lo que implica limitaciones en el acceso ciudadano y, por ende, menores oportunidades para alcanzar el desarrollo humano.
El IDE usa como indicadores la identidad (habitantes documentados), educación (tasa de asistencia a la escuela secundaria), salud (número de médicos por cada 10 mil habitantes), saneamiento (proporción de viviendas con agua y desagüe) y electrificación (viviendas con energía eléctrica). Dentro de un rango de 0 a 1 Lima tenía un IDE de 0,8770 y Loreto apenas 0,5329, ubicándose estas regiones en los extremos opuestos del ranking.
Los servicios del Estado peruano no siempre llegan a toda la población en un territorio extenso y diverso. Los esfuerzos son aún insuficientes y las brechas enormes todavía. Estas son las otras fracturas que delinean la dramática radiografía del país.
Estimado señor, muy real y muy acotado el “panorama” demográfico peruano. Sin embargo soy de la opinión que algo falta y es muy importante. La mas importante de todas, este abandono masivo del campo a la ciudad, donde el pueblo vive amontono en viviendas, si se pueden llamar así, donde la pobreza y miseria son el pan de cada día, alguien o algo debe ser responsable o causa. En dependencia del país esos lugares se llaman población callampa, villa miseria o favela. Este es un problema bastante generalizado en todo el continente sudamericano y no es una casualidad. Desde la colonia hemos visto esta burguesía parasitaria nacida desde las encomiendas, que se subió en el último minuto al carro independentista, para después bajar del poder a los padres de la patria, todos muertos en el exilio. No puede ser solo casualidad ya que mientras ellos tengan el poder y sigan mirando para el el norte, no habrán cambios. El pueblo debe despertar y ejercer lo que le corresponde, el poder, para tener dignidad, distribución de la riqueza y una verdadera democracia .