La crisis política que se extiende y se prolonga es sólo uno de los escenarios de riesgo que pone al filo del abismo la gobernanza nacional, como ha hecho ya la corrupción con la gobernanza regional en buena parte del territorio.
La corrupción se ha sumado a los grandes problemas estructurales y ha establecido su sello de agua en la historia pasada y reciente del Perú. Como riesgo, problema o crisis, atraviesa vertical y horizontalmente todas las esferas de la vida económica, social y política, pero no es la única.
Un estudio realizado por el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) evaluó los principales riesgos globales y nacionales para el decenio 2021 – 2031 sobre la base de dos consultas aplicadas durante el año pasado a líderes de diversos sectores. Entre un conjunto de 29 riesgos identificados, la lista es liderada por la crisis del sistema sanitario (público y privado); los daños ambientales causados por el hombre como los vertimientos de desechos tóxicos en agua y suelos; y contaminación de la Amazonía (por extracción de oro e hidrocarburos, tala ilegal).
Los “poderes políticos demagógicos, populista y/o mercantilistas”, también aparecen en la lista de riesgos que terminan afectando el desarrollo nacional y el bienestar de los ciudadanos.
El fracaso del sistema de pensiones, el incremento de la informalidad, la crisis por el agua, crisis del sistema educativo, y la crisis alimentaria no escapan al análisis. Igualmente, el desempleo estructural y el subempleo, el aumento de las noticias falsas y el fracaso de la reforma política.
Estos riesgos de naturaleza ambiental, social, económico y tecnológico, permitieron construir un mapa trazado en un eje horizontal que identifica a lo largo del tiempo la probabilidad de su ocurrencia, y en un eje vertical la magnitud y la profundidad de su impacto.
Solo en cuanto al incremento de la informalidad, el estudio señala que esto trae como consecuencia una mayor desigualdad de ingresos, mayor incidencia de la pobreza monetaria, menos ingresos tributarios y menor acceso al crédito. Y la crisis del sistema educativo acarrea por su parte una menor competitividad y productividad, el aumento de la pobreza y de la población NINI (que no trabaja ni estudia).
Y en cuanto a las fake news, sus impactos negativos incrementan los psicosociales, la desconfianza y la incertidumbre, la polarización, la manipulación de la opinión pública y la corrupción.
El documento referido puede descargarse desde aquí: https://bit.ly/3oGyqJF, y es muy útil para el autoanálisis pues, huérfanos de toda predictibilidad, los peruanos podríamos haber tenido otro destino.