S/T por Gonzalo Silva

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Como todas las ocho de la noche de todas las noches, Lucio estaba en el baño leyendo los ingredientes del shampoo o la composición de la pasta dentífrica cuando su mamá le gritó para decirle que tenía una llamada telefónica.
-¡Aló! – dijo Lucio agitado y con los pantalones a la altura de las rodillas. – ¡Aló! – volvió a repetir, esta vez casi gritando.
– Hola – dijo una tímida, pero emocionada voz.
– Ah, eres tú. ¿Qué tal? – dijo mientras apoyaba los codos en la mesa para estar más cómodo.
– Bien. Oye, te cuento que me seleccionaron para el trabajo del sábado. Estoy feliz.
– ¡Qué bueno, mujer! Ehhh… este… ¿Solo llamas para eso o tienes algo más importante para decirme?
– Bueno… Te quería contar eso, quería saber cómo estabas, también – dijo, siempre con el tono de emoción, aunque después agregó quejándose -. ¿Por qué me hablas así ah? Siempre me cagas.
– No. Estoy bien. Estoy cagando. – Esto último lo dijo casi murmurando.
– ¿Qué estás qué? – Dijo escéptica Cristina.
– Nada, nada, olvídalo.
– Ya. Entonces dime de qué quieres hablar o me vas a decir que quieres colgar – dijo reprochándole. Luego hubo un pequeño, pero sentido silencio –. Bueno, ya que no me vas a hablar de algo, mejor no te quito más el tiempo. Chau –dijo molesta Cristina.
– No te resientas pues- se quejó Lucio.
– No me resiento. De verdad. Un beso. Chau.
– OK, descansa. Te quiero ah, chau.
Lucio colgó el teléfono y regresó al baño saltando como en una carrera de sacos. Cuando se volvió a sentar su mamá volvió a llamarlo. Tenía una nueva llamada de teléfono.
– ¡Aló! – dijo casi molesto y frunciendo el seño.
– ¿Por qué no me quieres hablar? – se quejó Cristina.
– Cristina, de verdad estoy cagando. – dijo con un tono muy explicativo.
– ¿De verdad? ¿Por qué no me dijiste? – dijo Cristina entre risas.
– Porque no quería que te resientas y pienses que paro poniendo excusas.
– Ayayay. Te pasas – dijo mientras se seguía riendo –. Ya anda a cagar no más y no t olvides de jalar la cadena. Sorry. Chau.
– Chau.
– Oye, oye, espera. – dijo Cristina. – Te quiero, te quiero mucho, ahora sí, chau.
– Ya. Chau. – dijo Lucio y colgó el teléfono. – Sí quería colgarte.- Se dijo a sí mismo.

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