“La noche de Vulgarcito” por María del Rosario Zúñiga

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– Y bueno… ¿qué hora es? – Pete tenía el rostro completamente colorado. Sus sobresalientes y alargadas orejas lo hacían ver más idiota que nunca. Con el rostro inmóvil y las manos temblorosas sobre las rodillas, las grisáceas pupilas de Pete no dejaban de oscilar exaltadamente de lado a lado. Ay Pete. ¡Pobre Pete!, tan guapetón y tan falto de experiencia. “¡A tus 35 ya no te deberían de sorprender tal par de tetas!”

Pete pareció leer mis pensamientos en el momento en que solté una repentina carcajada tras terminar de beber la octava, novena, no se qué numero lata de cerveza. Su mirada cobró un matiz resentido. Con el terno desarreglado y ese ánimo encaprichado, Pete no parecía más un abogado – Discúlpalo, preciosa. Es la primera vez que viene aquí –

La tetona que había estado bailando empeñosamente alrededor de Pete tomó la parte superior de su bikini del suelo y se fue en hilo dental indignada. Su amiga, la del tatuaje de la serpiente alada en la cadera se quedó bailando para mí. Ella contraía su vientre y daba giros sensuales con la cintura. Se llevaba los brazos a la cabeza, al cuello, al pecho, viniendo cada vez más cerca, más cerca, más cerca. Siéntate encima mío. Te pagaré en dólares si así lo deseas. Anda, muévete un poco más. Llévame a donde tú quieras. Quítame la respiración con tu pecho. No veo nada, no veo más.

– ¡Maldita sea, Pete! ¿Qué estás haciendo?! – Pete había tomado a la mujer del tatuaje del brazo con brusquedad. – Estás ebrio – dijo. – Tú no quieres hacer esto de verdad –

¿Que yo no quiero hacer esto de verdad? ¿Qué sabe ese imbécil de lo que quiero o no quiero? ¡Lo que quiero es mear! ¡Sí señores! ¡Eso quiero! ¡Quiero mear toda la vida! ¿Y saben por qué? Ahoritita les digo. Ahoritita nomás. ¡Que no me cojas el maldito brazo, maricón! Sí, sí, puedo caminar bien. ¿Qué no ves que me mantengo de pie? Oye Pete, ¿por qué no hay música en este lugar? Ja ja. ¡Las luces brillan como diminutos asteriscos Pete! ¿Lo ves Pete? ¿Por qué carajo no me respondes Pete? Mejor lárgate quieres. Tu solo no puedes ni con un par de tetas. Maricón eres ¿no?. Mariconcito de los buenos. ¿Pete? ¿Pete? ¿Dónde estas cabrón? No shiento mish labiosh Pit. ¡Uy! ¡Qué comodidad! ¿Cómo llegó eshta cama aquí? Umm, que calor. Besas bien tetota. No pares, pod favod. Espeda, quiedo ved tu daduaje. Sí, sí. Voltéate mejor. No vayas a gritar ¿si? La esdúpida de mi mujer nunca se da la vuelta…dice gue shoy impodente, quién se ha greidoqueesss. Siempre me está reclamando, siedpre me está criticagndo. No es como tú preciosa. No esd como tú,

tú, tú, tú, tú, tú…

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