“Pequeña shitsu” por Cynthia Téllez

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Dulce shitsu de líneas redondas y suaves curvas, amante de sus hermanas y madre: rubia, bella, jovial.
Baja, como quien va a la cocina por el olor de un postre; sí sus sensibles sentidos perciben que algo perturba la atmósfera. Burbuja deslizándose por las escaleras.
El atardecer se refleja en ella, ilumina su belleza juvenil; presta a saludar, se acerca desconfiada pero amable. Observa cuidadosamente. ¿Pretendes a una de sus hermanas?, sus sentidos nunca la engañan.
Logra concentrar atención sobre su brillo de señorita cepillada a diario, cual princesa de castillo, no un simple bello adorno, fina señorita.
Nunca da nada gratuitamente; hace ademanes para captar la atención en su talento artístico y que venga a la mente deseos de acariciarla momentos después, cuando en pose adormilada cerrará sus bellos ojos de cristal de cara al cielo. ¿Quién podría rechazar darte ternura Caroline?
Está tan acostumbrada, la pequeña, a ser el centro de atención, tan frágil, tan dulce, tan amada; parece gustarle mucho juguetear en el jardín, pasear todas las mañanas por el parque, acurrucarse en las camas de las habitaciones, comer con la familia.
Algunas ocasiones puede verse reflejada tristeza en ella. Días en que la nostalgia invade palabras como: hija, bebe, tierna Caroline. En que ella misma sufre no poder mirar en el espejo una silueta humana.
Dulce Carolina, si nunca hubieras entrado a esos “juegos”, peligrosos juegos de “oscuras señoras”, no hubieras abandonado tus bellas curvas humanas, el día en que resplandecía tu vestido de 15 años recién cumplidos, día en que te encerraron en esa forma animal…

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