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Es un hecho que los niños, los adolescentes, y muchas veces también los adultos, juegan. Por otro lado, los niños suelen pedirles a sus padres que dediquen parte de su tiempo a jugar con ellos, cosa que muchas veces los hace sentir importunados o fastidiados porque los hace pensar, por ejemplo, que están perdiendo el tiempo. ¿Por qué lo hacen? ¿Esa actividad tiene alguna función? Y de ser así, ¿cuál sería su importancia?
Entendiendo el jugar
Jugar puede ser entendido (en parte) como una preparación para la vida futura. Si vemos a muchos de los cachorros de los mamíferos superiores, veremos que sus juegos siempre ponen en acción funciones que después le servirán al animal a sobrevivir; morder, dar un zarpazo, acechar para atacar sorpresivamente, correr persiguiendo o correr huyendo. Los niños no son la excepción. Los niños y niñas, cada cual a su manera, pelean, luchan, batallan, juegan a ser profesionales, conductores de automóviles, madres y padres, a tener a cargo a una familia o tal vez a una empresa, a ser pilotos de aeronaves, soldados, modelos de pasarela, cocineras, doctores, amas de casa o deportistas. También asumen roles menos felices: pueden convertirse (jugando) en ladrones, delincuentes, asesinos, intrigantes, explotadores, tiranos y violentos; y esto no significa que se estén preparando para hacer el mal, sino que se preparan para hacerse adultos en un mundo en donde, lamentablemente, hay maldad. Y en esto hay que tener mucho cuidado. No hay que confundir el juego de un niño o un adolescente que explora y experimenta, con la realidad de un adulto desadaptado.
Cada juego pone a los niños y adolescentes en una situación adulta simbolizada, donde la diferencia radica en que el perder o el equivocarse no tiene las mismas consecuencias que hacerlo en el mundo adulto real. Y esto puede aplicarse con mayor o menor facilidad a todos los juegos, a los dramáticos, a los de roles, a los de mesa, a los de suerte, a los deportivos e incluso a los videojuegos.
Aprender a jugar con los papás
El mundo del juego infantil y juvenil es mucho más complejo e importante de lo que se ha dicho hasta ahora. Sin embargo, podemos con estas pequeñas razones animar a los padres a incentivar el juego en sus niños. Ellos necesitan, por esta y por muchas otras razones, disfrutar sus años de niñez y adolescencia jugando, y hacerlo no sólo en soledad, o con sus amigos, hermanos y primos, sino también con sus padres. Y es que, si jugar es una preparación para la vida adulta, ¿qué mejor preparación puede recibir un niño que la de sus propios papás?
Sólo podríamos añadir una última cosa fundamental: el juego es, en parte, una preparación para la vida adulta. Pero eso no significa que el juego tenga que convertirse en una clase o en una actividad que siempre tenga que traer una moraleja. La actividad de jugar no necesita de esas cosas para ser beneficiosa; es más, se me ocurren pocas cosas capaces de arruinar tanto un juego como el tener que escuchar a los papás dando clase y enseñanza a cada momento. Simplemente hay que jugar, ser creativos, respetar las reglas y, lo más importante, divertirse.
Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe
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Hora de jugar – la importancia del juego de los niños by Lic. Diego Fernández Castillo C.Ps.P.: 19495 is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.