Archivo del Autor: Kathy Roncal

Acerca de Kathy Roncal

Soy psicóloga educacional formada en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Tengo más de 18 años de experiencia como psicóloga escolar, psicoterapeuta, consejera psicológica y educativa, experta en temas de aprendizaje, crianza y desarrollo humano.

¿Qué pasó en el 2020 y qué podríamos esperar para el 2021?

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El pasado 2020 fue un año totalmente atípico, a la gran mayoría de nosotros nos ha pasado de todo y, si no fue así, hemos tenido personas cercanas y queridas a las que se les cambió a vida en menos de un mes. Justamente eso, cambios es lo que todos hemos experimentado, y es cierto que las personas no siempre reaccionamos de manera correcta, ni las personas ni las instituciones, como lo que pudimos observar en el estado, por ejemplo.

Lo “anecdótico” de esta situación es que muchos de nosotros, desde hace tiempo atrás, clamábamos, casi desesperadamente, cambios a nivel global, asumiendo que podíamos hacerle frente. Es claro que esto no fue así; lo cual nos lleva a reflexionar, ¿cuántas cosas que pensamos que necesitamos en calidad de urgencia, realmente son importantes y necesarias, y cuántas no lo son?

Este tema de la adaptación a los cambios es vital, porque va quedando cada vez más claro que este 2021 se nos viene retador, complicado otra vez, obligándonos a adaptarnos a lo que la vida nos ponga enfrente y esto, sobre todo en momentos demandantes, es bastante difícil, pero no imposible. Para lograrlo, necesitamos siempre, atender a nuestras emociones, hablar de ellas, buscar estar tranquilos (en la medida de lo posible), cuidar nuestro cuerpo y mente. Suena fácil, pero la verdad es una tarea titánica.

Por otro lado, como bien dicen, de las experiencias malas también podemos sacar grandes lecciones, en este caso, oportunidades. La aparición de este organismo (porque no es un ser vivo) aceleró, por ejemplo, nuestra conversión en ciudadanos digitales, es decir, el mantenimiento de nuestras relaciones, trabajo, estudios, economía y más, estuvo regido por esta nueva manera de vivir.

Asimismo, a nivel personal, tuvimos que aprender a gestionar nuestras emociones (si, volvemos a las emociones), nuestro mundo emocional dio un vuelco, para el cual no estábamos preparados. En un tiempo, poco recomendado en verdad, nos obligamos a “aprender” a hacer frente a pérdidas de seres queridos, transformándolos muchas veces en duelos silenciosos, desde la distancia y, por eso, más dolorosos aún.  Definitivamente eso nos hace conscientes de lo frágil que puede ser nuestra existencia, que no podemos dar por sentado nada, que el futuro hace sus propios planes, sin tomar en cuenta los nuestros. Debemos aprovechar cada momento que tenemos, no sabemos qué nos pueda pasar después.  

Algo más que también ha paso a preocuparnos a los padres, durante el año pasado (y todo hace indicar que será lo mismo para este año), es la es la educación de nuestros hijos. Este virus desnudó la fragilidad de nuestro sistema educativo, nos mostró la enorme brecha que existe entre nuestros alumnos y el escaso poder de innovación y acercamiento a los estudiantes del sistema educativo. OJO, me refiero al sistema, no a la labor de nuestros maestros, que esa siempre se mostró soberbia y sumamente esforzada, dadas las circunstancias.

Nos dimos cuenta que no estábamos preparados para lo virtual (por más que por años quisimos digitalizar nuestros aprendizajes), que las competencias digitales de nuestros niños y adolescentes nunca fueron suficientes. Así también, notamos que el paradigma actual de educación no incluye lo vivencial en el día a día (y si es que alguna vez lo tomó realmente en cuenta), como metodología de aprendizaje per se. Muy penoso.

Es cierto que siempre hemos enfatizado en los aprendizajes académicos de nuestros chicos. Si bien son sumamente necesarios no sólo para su formación, sino para estimular razonamiento, toma de decisiones, velocidad de procesamiento de ideas, flexibilidad cognitiva, fluidez verbal, atención, memoria de trabajo y demás funciones ejecutivas y procesos cognitivos; también debemos priorizar en ese conocimiento que no sólo se brinda en las aulas (o pantallas al día de hoy), sino en casa. Ese conocimiento que adquirimos de nuestra familia en torno a valores, calidad de afecto, maneras de relacionarse con las personas, empatía, calidez y demás. Eso no sólo complementará el desarrollo de nuestros hijos, sino también nos dará la certeza que estamos formando futuros adultos conscientes, buenos seres humanos, capaces de desenvolverse adecuadamente ante los avatares del destino (como ahora).

Por ello, debemos ser conscientes que la formación de nuestros hijos, ahora sí, recae en nuestras manos, que de nosotros depende que puedan aprender todas esas habilidades para desenvolverse en un mundo no siempre grato, donde tendrán que tomar decisiones, valorando su bienestar, pero sin dejar de lado al otro.  Evidentemente nuestra presencia física durante este proceso es importantísima, en realidad, presencia y ejemplo, sino ¿cómo?

Si todos nuestros niños y adolescentes tuvieran la oportunidad de ampliar su red de aprendizaje (académico) a la experiencial brindada en casa, definitivamente ese mundo mejor que todos anhelamos, llegaría más temprano que tarde, ¡Qué lindo sería!

En definitiva, se nos viene otro año retador, duro quizá, el cual no tiene por qué afectarnos como lo hizo el 2020, pues ya tenemos experiencia, ya sabemos cómo reaccionamos ante las dificultades, y eso nos da ventaja, nos hace fuertes. Ya transitamos por el camino de la dificultad y el dolor, así que, lo haremos bien.

Seamos siempre realistas, sin dejar de lado la esperanza.

¡Que siempre estemos bien!

Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026

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Tips para mejorar tu salud mental

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Si, nuevamente estamos pasando por momentos difíciles, donde nuestra salud física se está complicando nuevamente.

Si bien debemos cuidarnos, protegernos del “enemigo invisible” que está allá afuera, también hay que entender que con miedo y alejamiento absoluto no conseguimos nada. OJO que no nos referimos a romper la distancia (o de ser el caso, aislamiento físico), sino mantener los vínculos emocionales que nos acercan a los demás, cuidando nuestro cuerpo y nuestra mente (y el temor irracional constante empeora toda situación), a buscar maneras realistas de adaptarnos a lo que nos toca vivir, entendiendo que esta situación será pasajera, en la medida que tomemos consciencia y entendamos que es vital nuestra supervivencia.

Así también debemos tener en claro que, si nuestra salud mental se ve comprometida, pues nuestra salud física se verá seriamente afectada, lo mismo ocurre si nos encontramos evidentemente impactados en el plano emocional, es más que probable que nuestro cuerpo no se sienta bien, y esa es una realidad absoluta.

Por otro lado, debemos ser conscientes que esta situación no sólo nos afecta a nosotros, los adultos, también a nuestros niños y adolescentes; por eso, al cuidarnos (en todo sentido), los cuidamos también a ellos.

¡Que siempre estemos bien!

Lic. Katherinne Roncal Soto
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Ser positivo es …

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Solemos pensar que las personas que reconocemos como positivas, van por el mundo como campanita, pensamos que son tremendamente ingenuos, a veces rayando en lo cuasi ridículo y llevando el optimismo a niveles irreales; cuando en verdad, no es así (o no debería serlo).

Una  vez escuché a una persona muy querida decir, “Hay que prepararse para lo peor, y esperar lo mejor”. Eso es ser optimista.

¡Que siempre estemos bien!

Lic. Katherinne Roncal Soto
C.Ps.P.: 15026

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¡Que siempre estemos bien!

 

¡Feliz Navidad!

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¡FELIZ NAVIDAD!

La familia de Yanapayles desea lo mejor para estas fiestas, indistintamente que estos meses hayan sido duros o fructíferos, hoy nos toca celebrar nuestra vida, el amor y la paz.

Sigamos buscando nuestra felicidad, la tranquilidad que merecemos que poco a poquito, llegamos lejos y, de necesitar ayuda, para eso estamos.

¡Que la felicidad nos encuentre y no nos suelte nunca!

Un abrazo grande a todos.

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¿Por qué no ceder ante los antojos de tus hijos?

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Si bien, en estos días complejos, nuestra economía hace más “sencillo” decidir qué obsequiar y que no, nos debe quedar claro que hay un motivo más importante para no darle a los chicos todo lo que piden. Es ayudarlos en su proceso de crecimiento, de maduración, consiguiendo así que entiendan que los padres, el mundo, no están hechos sólo para satisfacer sus necesidades inmediatas que, en realidad, no son verdaderas necesidades.

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Salud mental en los niños y adolescentes.

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Muchos de nosotros creemos entender a qué nos referimos cuando hablamos de salud mental, de hecho, la mayoría tenemos una idea general de ella, que va a en función a nuestras creencias, historia de vida y entorno; pero honestamente, las ideas generales no nos llevan a entender realmente el significado de salud mental y todo lo que implica. Entonces, ¿qué es salud mental?

La salud mental incluye una amplia gama de actividades que van a impactar directamente sobre nuestro bienestar mental, que incluyen la prevención de trastornos mentales y el tratamiento de los mismos; así como buscar estilos de vida que nos lleven a sentirnos plenos y felices.

Ahora, en la infancia y/o adolescencia, la salud mental implica alcanzar los indicadores esperados de desarrollo y de orden emocional, el aprendizaje de habilidades sociales y maneras adecuadas de enfrentar los problemas que puedan presentarse. Los niños que son mentalmente sanos tienen calidad de vida y pueden desempeñarse bien en el hogar, la escuela y su comunidad.

Por otro lado, lo que ha ocurrido este último año, el que los chicos hayan tenido que dejar de lado sus rutinas, hayan dejado de compartir con sus pares y demás adultos, y vivir probablemente, con cierto temor hacia algo que no pueden entender del todo; es probable que haya desencadenado en ellos pensamientos y sentimientos que seguramente afectaron su salud mental. Con esto no quiero decir que se hayan disparado los trastornos mentales en ellos (en su gran mayoría, no), pero si partimos del hecho que la falta de salud mental está altamente relacionada con situaciones que generan eventos y sensaciones que no llevan a la felicidad; y si estas se prolongan por cierto tiempo, pues … definitivamente el confinamiento afectó la salud mental de nuestros chicos. ¿En qué medida? Pues esa es una respuesta que sólo nosotros sabemos.

 ¿Qué son los trastornos mentales infantiles?

Son cambios serios en el performance de los niños, en su manera habitual de relacionarse, aprender y manejar emociones, causando angustia y problemas en el día a día. A veces muchos niños tienen temores, preocupaciones o problemas de comportamiento; cuando los síntomas son persistentes o extremos, causando infelicidad en los niños, así como serios problemas en la casa, el colegio, los amigos el entorno en general, puede que reciban el diagnóstico de trastorno mental.

Los trastornos mentales son afecciones crónicas, es decir que duran mucho tiempo y que, a menudo, nunca desaparecen por completo. Con un diagnóstico y tratamiento temprano, los niños con trastornos mentales pueden llevar una vida esperable y sin dificultades.

 ¿Qué características muestran los niños con trastornos mentales?

Estas características pueden ser muy variadas, van cambiando con el tiempo y están en función a la etapa de desarrollo en la que se encuentre el niño o adolescente. Con los adolescentes puede hacer un poco más complejo de analizar el caso, de “ver”, pues sabemos que en este periodo es esperable que los chicos puedan tener conductas erráticas o inestables porque, naturalmente atraviesan una etapa de cierto desajuste emocional. Es aquí donde la presencia del profesional externo es vital.
Por lo general, incluyen dificultades en la manera de jugar, aprender, hablar y actuar; así como la manera en que plasman sus emociones.

Cabe señalar que muchos de estos trastornos suelen presentarse a la llegada de la adolescencia (debido a los cambios hormonales propios de esta etapa), pero también algunos hacen su aparición en la infancia; incluso podría ser durante los primeros años.

Aquí compartimos una pequeña lista de algunas características, pero OJO, leyendo y memorizando esta lista no quiere decir que  nos convertimos en “expertos en diagnóstico de salud mental infanto- juvenil”, NO; pero si quizá nos puede dar un poco más de pautas de “qué ver” en nuestros hijos.

  • Tristeza persistente por dos o más semanas.
  • Poco o nulo interés por las interacciones sociales. Se pueden iniciar incluso, para luego  dejarlas sin motivo aparente.
  • Herirse a sí mismo o hablar de hacerlo.
  • Hablar de muerte o suicidio.
  • Arrebatos o irritabilidad extrema. Que quede claro, la diferencia entre una pataleta y cuándo la conducta es marcadamente oposicionista o disruptiva.
  • Comportamiento fuera de control que puede ser perjudicial para los propios niños.
  • Cambios drásticos de humor, comportamiento o personalidad. OJO, no confundir con el juego imaginativo de los niños, esta característica debe ser observada en distintos contextos, ninguno de ellos de tipo lúdico.
  • Cambios en los hábitos alimenticios. Pérdida de peso.
  • Dificultad para dormir, les cuesta conciliar el sueño, no lo logra o presenta pesadillas recurrentes.
  • Frecuentes dolores de cabeza o de estómago.
  • Dificultad para concentrarse y cumplir con los requerimientos escolares. Desencadenan cambios en el rendimiento académico.
  • En tiempos donde la asistencia al colegio es masiva, evitan o buscan faltar a la escuela.

Nuevamente hacemos hincapié en que el diagnóstico lo hace únicamente un profesional certificado, en este caso, los psicólogos clínicos podemos ver indicadores claros de la presencia de algún trastorno de este orden, los cuales serán ratificados por el psiquiatra pediátrico y/o neuro pediatra, de ser el caso. El diagnóstico se hace a menudo durante los primeros años escolares y, a veces antes, de acuerdo a la severidad del caso. Sin embargo, es posible que algunos niños no sean diagnosticados, o reciban una valoración psicológica incorrecta, lo cual valgan verdades es bastante frecuente. Esto no sólo somete a los niños a sufrimiento innecesario, sino también a la familia, a todo el entorno de desarrollo del niño y, penosamente, recrudece el pronóstico.

¿Cuáles son algunos de estos trastornos?

Lastimosamente, la lista de trastornos mentales que aparecen durante la niñez y/o adolescencia no es corta. De acuerdo a la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V), en base al cual se establecen los criterios de diagnóstico, se aprecian algunos de ellos:

  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Trastornos del neurodesarrollo.
  • Trastornos del ánimo.
  • Trastornos relacionados con factores de estrés.
  • Trastornos del control de impulsos y conductas disruptivas.
  • Trastorno oposicionista desafiante.
  • Trastornos neurocognitivos.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo
  • Etcétera.

Detenernos en cada trastorno, más allá de convertir a este post en interminable, correríamos el riesgo de no abordar cada tema con la seriedad del caso; es por ello que hablaremos de estos trastornos de manera individual en próximas entregas.

¿Se pueden tratar estos trastornos?

Claro que sí, estos pueden ser tratados y controlados. Muchas veces es necesario el uso de psicofármacos y, de manera paralela, psicoterapia, tanto para el niño como para la familia, pues estos últimos tienen que aprender a convivir con un niño o adolescente con ciertas necesidades y requerimientos particulares. Insisto que es vital la participación de la familia en el proceso de intervención, de igual manera, los demás adultos que se encuentren cercanos al paciente, como maestros, terapeutas, etcétera,  tienen que formar parte de este proceso.

Es importantísimo recalcar que el diagnóstico temprano, así como servicios adecuados para los niños y sus familias, pueden lograr un cambio positivo en la vida de los menores con trastornos mentales, así como en su entorno.

De notar en tu niño y/o adolescente alguna conducta o manera de reaccionar que te llame la atención, o sea considera muy diferente a las reacciones de chicos de su misma edad y grado, es necesario buscar la ayuda profesional, pues como ya lo comentamos antes, el no acceder a intervención adecuada, no sólo genera infelicidad y sufrimiento en el niño y la familia; sino también atenta al bienestar que, por ley, todo menor debe acceder.

Recomendaciones para fomentar la salud mental en niños y/o adolescentes.

Tomando en cuenta que siempre será infinitamente mejor prevenir que lamentar, aquí les comparto una lista de actividades y recomendaciones para hacer con nuestros hijos y así, tratar de evitar dolor y padecimiento a futuro; pero también es necesario saber que en algunos casos, la aparición de algunos trastornos será casi inminente.

En estos casos, hay que tener claro que la severidad de cada caso, estará en función a las características particulares de cada uno, lo que incluye la salud mental de la familia, o algún padre en particular. Además, es real también que hay entornos que enferman, como también los hay aquellos que sanan y palían posibles dificultades. 

  • Establece vínculos sólidos con tus hijos desde muy pequeños, juega con ellos, léeles cuentos, canta canciones, etcétera. Realiza actividades que sean divertidas y les permita compartir. Esto hará que se sientan amados y aceptados.
  • Reconoce cuando tu hijo, indistintamente la edad que tenga, haya hecho una buena acción, diciéndole lo orgulloso que te sientes de él o ella.
  • Intenta eliminar el uso de cualquier medio electrónico durante la hora de comida o momento de compartir. Es importante que aprenda a valorar desde pequeños que esos espacios de participación con los padres, como por ejemplo la hora de la comida, son para hablar y sentirse a gusto con la familia. Con esto conseguimos que desarrollen sentido de pertenencia.
  • Limita el tiempo de acceso a electrónicos, por ejemplo en la habitación. La televisión no es niñera; además hay muchas investigaciones que han demostrado el impacto negativo que tienen las pantallas en algunos procesos mentales, incluso en el sueño, el cual tiene que ser el adecuado y reparador para la edad del niño.
  • Compartir con chicos de su misma edad, siempre supervisados por un adulto.
  • Escucha a tu hijo o hija y razona con él o ella; pero claro, dando explicaciones que sabemos que están listos para entender. A veces a los pequeños les damos grandes explicaciones de situaciones que no están aún capacitados para interiorizar, y terminamos “mareándolos” con tantas palabras, llevándolos a mostrar frustración (y nosotros también).
  • Ayúdalo a sentirse bien acerca de sí mismo, es necesario prestar atención a lo que dice, piensa y siente. En función a ello, no sólo será más sencillo regular su conducta, sino también sus emociones, como la felicidad, tristeza, enojo, etcétera. En el caso del enojo, enséñale a canalizar estos sentimientos sin comportamientos destructivos, como romper juguetes o pegarle a alguien.
  • Esfuérzate por ser ejemplo. Evita tener discusiones y reacciones que no quieras que tus hijos copien. Sé consciente que hay un tiempo para hablar o argumentar entre adultos y, sobre todo, no lo hagas enfrente de ellos, o hables de ellos, esto herirá sus sentimientos.
  • Asegúrale un ambiente escolar positivo y seguro. La noción de autoridad, reglas de convivencia y regulación de conducta aprendidas en casa, se verán también plasmadas en el ambiente escolar. Por lo general, cuando en casa estas no han sido instauradas adecuadamente, es muy probable que ocurra lo mismo en el aula.
  • Ayudarlos a que desarrollen habilidades sociales, que aprendan a solucionar problemas y conflictos. En la medida que se sientan exitosos en estas áreas, no sólo se sentirán más seguros de sí, sino también, reforzarán aún más comportamientos positivos y buscarán repetirlos.
  • Fomentar la salud física, la cual respalda una buena salud mental. Establecer hábitos alimenticios saludables, hacer ejercicio regularmente y marcar pautas de descanso adecuadas, protegen a los niños contra el estrés de las situaciones difíciles. El ejercicio también ayuda a reducir algunas emociones negativas.

Lic. Katherinne Roncal Soto
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Día internacional de las personas con discapacidad

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Una vez escuché a un papá decir que la dificultad de su niño le sirvió para darse cuenta de su real naturaleza, “de qué madera estaba hecho”.

Eso me marcó y me hizo terminar de entender que todo es cuestión de cómo valoras la vida, de la fuerza y empuje tengas en ella. Todo es lucha y a veces, efectivamente, nos toca labor intensa; pero de eso se tratar vivir, eso nos fortalece y hace que veamos el mundo con otros ojos, más reales y de amor.

Lindo día para todos y si tenemos cerca a alguien con dificultades, no lo tratemos como “problema”, sino como posibilidad."</p

 

¿Qué hacer cuando una emoción negativa nos embarga?

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Lic. Katherinne Roncal Soto
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¿Debo hablar con mis hijos sobre lo que nos está pasando como sociedad?

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Estamos viviendo tiempos convulsionados, llenos de emociones encontradas, que incluso hacen que revalidemos nuestras convicciones y/o creencias en general, ¿Qué está bien? ¿Qué está mal? ¿Qué debo cambiar? ¿Por qué debo luchar?, etcétera.

Estamos frente a una “revolución”, que nos “pone en jaque”, que nos impulsa y modifica, llevándonos a ver nuestro mundo inmediato de  manera diferente, con más “garra” y responsabilidad. Si genera estos cambios en nosotros, se imaginan ¿qué puede estar ocurriendo con nuestros chicos? .

Por ello, es sumamente importante explicar a nuestros hijos, sean niños y/o adolescentes lo que está ocurriendo, así como el motivo y las acciones que se toman para llegar a soluciones; pero sin quedarnos únicamente en el problema ni en lamentos. Recordemos que el objetivo no es sólo aclararles el panorama de lo que ven, sino también darles tranquilidad, que sepan que “los adultos nos hacemos cargo”, lo cual se va consiguiendo, pasito a pasito. Asimismo, hacerles saber que es muy normal que puedan sentir frustración, cólera quizá, temor posiblemente y una gama más amplia de emociones, que lo importante aquí es transformar esas sensaciones poco agradables, en motivadoras e impulsoras de cambio.

Obviamente, también tenemos que atender estas dudas y necesidades emocionales que vayan surgiendo; esto no sólo los ayudará en la coyuntura actual, sino también hará que vayamos formándolos en el entendimiento de situaciones complejas del mundo, como de sí mismos, en el manejo emocional de sentimientos poco armónicos que, la verdad, son usuales en el mundo adulto.

Hay que recordar que al hacerlo debemos ser bastante cuidadosos, no sólo con el contenido de la información que vamos a compartir con ellos, sino también la manera en que lo vamos a comunicar y el lenguaje a usar; de tal manera que realmente entiendan lo que acontece, y no generar mayor confusión y malestar en ellos.
Al momento de hacerlo, también, es necesario que nosotros estemos convencidos que realmente hay solución, que no hay espacio para el temor y que, poco a poco, se van encontrando salidas. Así también, es sumamente importante no explicar la situación en función a “buenos” ni “malos”, pues esto no es un cuento, es la vida misma. 

Obviamente la decisión de compartir o no lo que ocurre es decisión de cada uno, de cada familia. A pesar de ello, consideramos importante que es buen momento para compartir con nuestros hijos, que se nos vienen tiempos de cambio, y debemos estar preparados  para enfrentarlos con el mejor de los ánimos, la mayor de las esperanzas y fuerza, aquello que nos ayude a vivir en un mundo mejor. Aprovechando esta situación, es buena idea, además, conversar con ellos sobre las ideas que tienen sobre lo correcto, la moral, lo adecuado y la manera de conducir de los demás. Seguramente nos llevaremos grandes sorpresas. 

En todo caso, de no tener idea cómo poder explicarle a los chicos la coyuntura actual o, de habernos impactado a nosotros de tal manera, que nos deja sin “armas” para ello, te sugiero que te comuniques con nosotros, que podemos ayudarte.

Lic. Katherinne Roncal Soto
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