Por Javier M. Iguíñiz Echeverría*
Por medios de gran difusión y con la maestría pedagógica que lo caracteriza, De Soto ha presentado un planteamiento sobre la problemática de la Amazonía. Una vez más, cabalgando sobre un problema peruano con repercusiones de alcance mundial, como ha sido esta vez la violencia en Bagua, vuelve a plantear su propuesta. Una ventaja inmediata de su incursión es que con su poder mediático contribuye a mantener en la agenda la situación de la región amazónica, asunto que corre el riesgo de quedar en la esfera judicial. Otra es que no pone en duda que la propiedad es de los amazónicos.
La propuesta es conocida en lo esencial: hay que convertir los activos de los pobres, esta vez ya no la vivienda urbana sino la tierra, en bien comercial para que el progreso económico llegue, esta vez a la Amazonía. La propiedad de los pobres debe ser alienable de algún modo, debe poder cambiar de manos. Pero, ¿qué hay de nuevo?