Por Diego García-Sayán
No opino aquí como miembro de la CIDH. Lo hago solo como un peruano que ha bregado a lo largo de su vida porque imperen la decencia, la democracia y la justicia. Y porque lo que se juega en la votación del domingo es trascendente. Ofrece oportunidades y amenazas a la vez. Si el nuevo gobierno no sintoniza con el curso de la historia y con la exigencia de la gente por más democracia y participación, la estabilidad interna del Perú será una ilusión. Es hora del cambio y la concertación frente al riesgo de retorno al pasado o de polarización hacia el futuro.