Por Santiago Alfaro Rotondo
Las universidades nacionales siguen abandonadas. Las consecuencias ahora también las sufren las víctimas de la carnicería desatada el 17 de mayo de 1980.
Una de las partes más conocidas del video de la captura de Abimael Guzmán es aquella en la que el líder senderista, rodeado de su femenina guardia pretoriana, increpa a los agentes del GEIN diciéndoles: “Al final y al cabo, al hombre le pueden quitar las cosas menos lo que tiene acá [en la cabeza], a nadie, así lo maten”. Las ideas fijas, la ideología incandescente, la creencia absoluta, la fe ciega. Esas fueron las principales armas que Guzmán repartió entre sus seguidores. La “cuota de sangre” que les exigía operaba con fusiles pero se inspiraba en una doctrina convertida en religión.